Mientras en la mayoría de países del mundo el dólar se muestra fuerte, en Guatemala la divisa estadounidense muestra una tendencia a la baja que preocupa a unos —exportadores— y beneficia a otros —quienes reciben remesas e importadores—. El 20 de octubre pasado, el tipo de cambio de referencia se ubicaba en Q7.49132 por US$1.00, el nivel más bajo en América Latina. Expertos en el tema económico brindaron su opinión a Crónica sobre el tema.
Los importadores y distribuidores de todo tipo de bienes provenientes del exterior están felices, pero nadie responde a la pregunta de ¿por qué el menor costo de los productos importados no se refleja en una inflación menor a la actual ni en una baja en los precios de los combustibles?
Si recordamos, el año 2010 inició con sobresaltos cambiarios: el 13 de enero, el tipo de cambio de referencia del dólar se ubicó en Q8.39482 por US$1 (el más alto hasta el momento), tras una tendencia alcista iniciada en febrero de 2009, cuando el precio de la moneda estadounidense rompió la barrera psicológica del Q8 por US$1.
Tras un mes de mensajes tranquilizadores respecto a que no se trataba de especulación, sino de un proceso estacional de escasez de divisas por una baja en las exportaciones, aparte de que se había pagado mucho por las importaciones del fin de año anterior, el panorama comenzó a normalizarse relativamente y en febrero hubo días con un tipo de cambio de Q7.95 por US$1.
De 2014 a 2015, la situación dio un giro, pues el precio promedio de la divisa ha fluctuado entre los Q7.59133 hasta los Q7.77, pero de ahí no pasó. En lo que va del año, el descenso más marcado se observa desde el 27 de abril (Q7.74181) hasta llegar al nivel actual (que no se veía desde 2008, cuando un dólar llegó a costar incluso menos de Q7.40).
Mientras tanto, el mercado cambiario se ha complicado: los bancos no reciben billetes de baja denominación, limitan la cantidad para depositar en cuentas de ahorro o monetarias y para cantidades mayores a US$500 es necesario llenar una serie de formularios de la Superintendencia de Bancos para demostrar la procedencia lícita de las divisas, lo que responde a disposiciones legales.
Esto es solo un reflejo de lo que está sucediendo, y la razón por la cual ha vuelto a florecer el mercado negro de divisas, pues cada vez se observan más transacciones en los alrededores de la 7a avenida de la zona 1, donde los cambistas reciben cualquier cantidad de billetes de diferentes denominaciones del dólar, aunque pagan precios que van desde Q6.90 hasta Q7.25, sin que exista para ellos ninguna restricción ni control gubernamental.
Un vistazo a los números
Sobre las causas del fenómeno, es necesario reconocer que para una economía como la guatemalteca, la cantidad de moneda extranjera en el país es excesiva y la actividad económica no es capaz de absorberla, como lo demuestran las siguientes cifras: según reportes del Banco de Guatemala (Banguat), al 20 de octubre pasado, los medios de pago totales se situaron en Q204,271.4 millones, de los cuales, el 82.2 por ciento (Q167,902.9 millones) correspondía a moneda nacional y el 17.8 por ciento restante (Q36,368.5 millones) a moneda extranjera.
Aparte de eso, la disponibilidad de divisas en la banca central o nivel de liquidez externa se situó en US$7,976.8 millones y las reservas monetarias internacionales netas se ubicaron en US$9,019.6 millones (al inicio de 2012 sumaban alrededor de US$6,200 millones).
Otro dato registrado es que la balanza cambiaria (diferencia entre ingresos y egresos de divisas) mostró un superávit de US$1,253.1 millones, mientras que a la misma fecha del año anterior, el superávit era de solo US$391.7 millones. Entre tanto, la variación interanual del crédito bancario al sector privado en moneda nacional se situó en 8.6 por ciento, mientras que en moneda extranjera se ubicó en -3.2 por ciento.
Lo anterior se debe a varios factores: al país ingresan divisas por muchas causas, siendo las principales las exportaciones FOB, turismo, transferencias y donaciones, capital privado, transporte, rendimiento de inversiones, servicios de Gobierno, seguros y misceláneos. De 2006 a agosto de 2016, la recepción de moneda extranjera por estos conceptos sumó US$298,804.6 millones, mientras que los egresos por las mismas causas, incluidas las importaciones, ascendieron a US$286,977.5 millones. De esa cuenta, solo durante esos 10 años se quedaron en la economía nacionalalrededor de US$12 mil millones.
Al desglosar algunos de estos elementos, vemos que, aparte de las exportaciones (US$7,087 millones de enero a agosto de este año), el principal ingreso de divisas al país deriva de las remesas familiares, que de 2008 a septiembre pasado sumaron US$43,724 millones y aumentan a un ritmo cercano al 10 por ciento anual.
Entre tanto, la Inversión Extranjera Directa ha representado el ingreso de otros US$8,900 millones en el mismo período, especialmente para actividades como comercio, electricidad, manufactura, telecomunicaciones, banca y finanzas, agricultura y minería.
Las opiniones
Guillermo Díaz, director académico del departamento de Economía Empresarial de la Universidad Rafael Landívar, confirmó que la apreciación del quetzal obedece a factores de exceso de oferta y una caída en la demanda de dólares. En el primer caso, las remesas son mayores en US$616 millones al monto recibido en 2015 y en el segundo, la compra de dólares para importaciones es menor en US$607 millones. Como resultado, se tiene un saldo positivo en la balanza cambiaria de US$1,350 millones.
El economista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), Carlos González, considera que, tomando en cuenta que el tipo de cambio en Guatemala es flexible, es decir, que lo determinan la oferta y demanda diaria de divisas, la tendencia hacia la apreciación mostrada durante los últimos meses se debe, principalmente, al incremento del ingreso de remesas familiares y a la reducción de los precios del petróleo, lo que ha motivado un exceso de oferta frente a una demanda débil del dólar estadounidense. En menor medida, influye también el comportamiento estacional de esta variable.
Mientras que el analista Paul Boteo, de la Fundación Libertad y Desarrollo, amplía que la reciente apreciación del quetzal se debe a que la Cuenta Corriente registró un saldo positivo de US$759 millones en el primer semestre, lo que contrasta con el saldo negativo de US$96 millones registrado en el 2015 y el saldo negativo de US$1,229 millones en 2014. Esto se debió a que, aun cuando las exportaciones cayeron US$241 millones en el primer semestre, las importaciones bajaron US$316 millones, lo que contribuyó a que se registrara un menor déficit comercial. Por otra parte, las remesas se incrementaron en $540 millones durante los primeros seis meses del año, lo que terminaría de explicar el resultado positivo en la cuenta corriente.
Sobre esto último, agregó que estas registraron un crecimiento de 15 por ciento de enero a septiembre pasado, en relación con el mismo período de 2015, lo que proyectaría que se finalice el 2016 con un ingreso récord de más de US$7,100 millones.
Bueno para unos, regular para otros
En cuanto a las consecuencias inmediatas de un tipo de cambio en descenso, los analistas consultados tienen visiones coincidentes: para Díaz, los exportadores pierden competitividad en precio y la ganan los importadores. Mientras, los receptores de remesas obtienen menos ingresos en quetzales, lo que puede causar que sus familiares en Estados Unidos aumenten el envío de remesas para compensar, lo que aumentaría la oferta de dólares.
En general, la apreciación del tipo de cambio genera efecto desfavorable para quienes perciben ingresos en dólares, remesas familiares, exportaciones e ingresos de capital, porque al cambiarlos a la moneda nacional perciben menos quetzales. Por lo contrario, favorece a quienes demandan dólares para realizar compras de bienes y servicios del exterior (importadores), quienes realizan viajes al exterior o pagan créditos recibidos en moneda extranjera, en este caso en dólares, pues requieren de menos quetzales para adquirirlos, amplía González. Ante un movimiento en el tipo de cambio, siempre habrá sectores favorecidos y desfavorecidos; es inevitable, sentencia Boteo.
En lo que sí hay divergencias es en cuanto a que si las importaciones son ahora más baratas, ello no se refleja en una baja importante de algunos precios como de los derivados del petróleo:
En opinión de Asíes, el comportamiento de los precios en Guatemala es libre, al igual que el tipo de cambio, y varía según las condiciones de los mercados de bienes y servicios. Por lo general, no es posible percibir el efecto cambiario en los precios finales, toda vez que en la composición del precio concurren varios factores que afectan el costo además de la abundancia o escasez de algún producto o servicio, dice González.
Añade que, obviamente, también está presente el beneficio para los oferentes de los mismos. El caso de los combustibles es especialmente complejo porque intervienen varios factores en el costo de los mismos. Entre ellos, el principal es el comportamiento del precio internacional del barril de petróleo, pero también influyen las condiciones del costo en que son adquiridos y que depende de varios proveedores del exterior; asimismo, inciden los inventarios de los productos, pues en ellos existe una mezcla de producto adquirido a diferentes precios que son variables, lo que implica que los ajustes se observan con algún rezago.
Mientras, Boteo asegura que los movimientos en el tipo de cambio llevan un tiempo para que se materialicen en los precios generales o en el índice de precios al consumidor (IPC). Esto depende de cómo los agentes económicos interpretan los movimientos en el tipo de cambio. Si se percibe que el movimiento no durará mucho tiempo, lo más probable es que no se registren cambios significativos en los precios. Las empresas tienen que mantener los precios, ya que al subir nuevamente el tipo de cambio, deben tener los ingresos suficientes para reponer su inventario. Por esa razón, los movimientos en el tipo de cambio llegan con bastantes meses de rezago a los precios finales.
Y Díaz opina que respecto a diciembre de 2015, la apreciación cambiaria de 2 por ciento es poco perceptible en el índice de precios por su monto y la participación de los productos importados en la canasta de consumo de los guatemaltecos. En el caso de la gasolina, el precio internacional ha aumentado en mayor monto que la baja en el tipo de cambio, por lo que dicha baja no se traslada al precio de la gasolina en el mercado nacional, afirma.
Los bancos se protegen
Respecto al hecho de que los bancos están restringiendo la compra y depósito de dólares, indicaron que existen regulaciones con relación al monto en divisas que pueden negociar cada mes los depositantes en los bancos y la mayoría de receptores de remesas no son afectados por esas regulaciones, porque el monto promedio mensual que reciben es menor al regulado. Además, los bancos deben cumplir con las regulaciones establecidas en la ley y deben tener cuidado con el tema del lavado de dinero. Además, los bancos han incrementado sus medidas de seguridad para evitar el lavado de dinero y solo reaccionan ante el marco regulatorio.
También dijeron que los bancos están en libertar de comprar y vender dólares, aplicando un diferencial por encima (para la venta) del tipo de cambio de referencia del Banguat y por debajo de dicho tipo de cambio (para la compra). Además, si en algún momento tuviesen abundancia de dólares, pueden restringir la compra de divisas, cuando no se tiene una demanda que absorba los volúmenes captados.
Cuando se da acumulación de dólares en los bancos y el Banguat no los adquiere a través de las subastas, conforme la regla establecida por la Junta Monetaria, los bancos tienen que enviarlos a los Estados Unidos a un costo que deben absorber. En cuanto al mercado negro, es difícil percibir su efecto, pues sobre este mercado no hay registro. También depende de qué tantos dólares no son comprados por el sistema bancario u otros entes financieros, explica González.
Hablan los exportadores
Fanny de Estrada, directora de competitividad de la Asociación Guatemalteca de Exportadores (Agexport), también fue consultada sobre el particular y opinó que en principio hay que estar conscientes de que en estos momentos, la economía está afectada por varios factores y el tipo de cambio es solo uno de ellos.
El tipo de cambio ha llegado este año a niveles que no se veían desde 1999 y, por supuesto, impactan negativamente en la recaudación fiscal, en la competitividad del país, en la producción nacional y en los receptores de remesas. Esto ha llevado a que actualmente el sector privado y expertos consultados por el Banguat tengan muy baja confianza en la actividad económica nacional y perspectivas poco favorables para el desarrollo de nuestra economía en el corto plazo, expuso.
Además, mencionó que el turismo es una actividad muy importante para el país y uno de los principales generadores de divisas, pues solo en el primer semestre del año, los turistas dejaron US$617 millones, los que, al igual que las remesas, representan ingresos para toda una cadena de empresas que ofrecen productos y servicios y se han visto significativamente afectada por el tipo de cambio actual.
Luego reconoció que un dólar barato favorece las importaciones y a la producción que depende de insumos que vienen de otros países y el consumidor también se beneficia al comprar productos fabricados en otros países, a precios más bajos.
Pero el tema es que, al final de cuentas, también incentiva la pérdida de empleos, puesto que si las empresas locales ya no pueden competir en el mercado nacional o en el internacional, se ven obligadas a cerrar sus operaciones y eliminar empleos; y esos consumidores ya no tendrán para comprar productos importados baratos ni productos nacionales, dijo.
Intervención de la banca central
Por otro lado, aunque el Banguat no quiso externar opinión sobre este tema en general, ha hecho público que en lo que van del año ha participado en el mercado cambiario, comprando US$1,047.5 millones y vendiendo US$63.3 millones, lo que supera lo de los últimos cuatro años juntos.
Ante esto, González indica que la consecuencia de que el Banguat no participara en el mercado cambiario en situación de abundancia de dólares, como la presente, que el tipo de cambio continuaría mostrando apreciación de la moneda nacional, en tanto no haya un incremento en la demanda de divisas. Paralelamente, si el Banguat no compra los dólares, no tiene que sacar a circulación más quetzales, lo que evitaría presiones adicionales sobre el nivel general de precios. Considero que no procede proponer ninguna medida, porque la política de tipo de cambio hasta ahora ha sido neutral, no es manipulada para favorecer a determinado sector de la economía y da certeza a los agentes económicos sobre su comportamiento en el corto y mediano plazo, aseveró.
A juicio de Boteo, el banco central, atendiendo a su mandato legal, tiene que guardar el equilibrio entre evitar alteraciones muy fuertes en el tipo de cambio e introducir dinero a la economía, como consecuencia de la compra de dólares. Por el momento, la inflación está dentro de las meta establecida de entre 4 y 5 por ciento, por lo da cierta holgura para realizar este tipo de operaciones. Sin embargo, es importante tener prudencia, sobre todo si se considera que, por ley, el costo de esterilizar este dinero, tiene que incluirse en el presupuesto nacional, afectando más las frágiles finanzas públicas.
A manera de conclusión, los especialistas mencionados coincidieron en que, actualmente, la negociación de divisas es libre y debe seguir así, sin importar el nivel al que llegue el precio del dólar, aunque el Banguat debe tomar en cuenta la conveniencia para el país. Es decir, que la banca central no puede ni debe contrarrestar el efecto del ingreso de divisas, pues sólo sería una pérdida de recursos y se crearía un desequilibrio macroeconómico que causaría más pobreza.