Primer Grand Slam del tenis en la era covid-19, el Abierto de Estados Unidos arranca el lunes sin espectadores en la «burbuja» de Flushing Meadows en Nueva York, con Novak Djokovic y Serena Williams dispuestos a aprovechar las notables ausencias por la pandemia.
Los vigentes campeones, Rafa Nadal y Bianca Andreescu, además de la número uno de WTA, Ashleigh Barry, son algunas de las numerosas figuras que renunciaron a viajar a Nueva York a pesar de los estrictos protocolos de seguridad establecidos por los organizadores.
En los peores momentos de la crisis del coronavirus, las instalaciones de Flushing Meadows fueron convertidas en un centro hospitalario de emergencia.
Y aunque no podrá recibir a sus apasionadas multitudes, el Abierto ha conseguido celebrarse pese a la amenaza de suspensión que le sobrevoló durante meses, cuando el coronavirus hizo trizas el calendario forzando la cancelación incluso de Wimbledon.
Los tenistas se mantienen en un ambiente controlado con exámenes regulares de covid-19 en los que, si alguno da positivo una vez comenzado el evento, será retirado automáticamente.
La mayoría de los jugadores, que llegaron a Nueva York para competir esta semana en el torneo de Cincinnati, se alojan en dos hoteles sede.
Únicamente unas pocas figuras, incluyendo a Djokovic y Williams, eligieron permanecer en alojamientos privados sufragando los costos de la seguridad 24 horas aprobada por los organizadores.
Ningún tenista está autorizado a moverse a otro lugar que no sea entre Flushing Meadows y su alojamiento. Cualquier jugador que deje la llamada «burbuja» -el entorno controlado por el torneo- sin el consentimiento escrito de los organizadores será expulsado.
Djokovic, a la caza de Nadal y Federer
En el centro tenístico del barrio de Queens, las escasas personas autorizadas a ingresar se someterán a controles de temperatura y tendrán que cumplir con las distancias de seguridad y el uso de mascarillas.
Los jugadores también deberán cubrirse el rostro cuando no jueguen o se alimenten, al igual que jueces y recogepelotas.
El británico Andy Murray, campeón del US Open de 2012, describió la atmósfera de este año como «bastante triste«, pero elogió las medidas preventivas.
«Se siente seguro y estoy feliz de haber decidido venir«, dijo el exnúmero uno mundial.
Las bajas de Nadal y del lesionado Roger Federer, dos de los miembros del ‘Big Three’ del tenis masculino, ofrecen a Djokovic una oportunidad excepcional de reducir la ventaja con ellos en la carrera por el récord de victorias en Grand Slam.
El serbio, actual número uno, ha conquistado cinco de las últimas siete coronas ‘Major’ y es el gran favorito para conseguir su cuarto triunfo en el US Open en la final del 13 de septiembre.
Con un nuevo triunfo en este torneo de pista dura, Djokovic (33 años) sumaría 18 títulos de Grand Slam acercándose a los 19 de Nadal (34) y los 20 de Federer (39).
El serbio, que el sábado se sobrepuso a sus molestias de cuello para imponerse en la final del Masters 1000 de Cincinnati, se estrenará el lunes, solo 48 horas, después en la primera ronda del Abierto contra el bosnio Damir Dzumhur, número 107 del ranking.
¿Edición con asterisco?
La ruta de Djokovic hacia la final marca un posible enfrentamiento frente al cuarto cabeza de serie, Stefanos Tsitsipas, o el número siete del mundo, Alexander Zverev, en semifinales.
El segundo cabeza de serie en Nueva York será el austriaco Dominic Thiem, quien cayó ante el serbio en cinco sets en la final del Abierto de Australia, único Grand Slam disputado en esta temporada, suspendida cinco meses por el coronavirus.
Djokovic admitió que será extraño competir sin la energía «explosiva» de los 22,000 aficionados que suelen abarrotar la cancha Arthur Ashe.
En la categoría femenina, Serena Williams tendrá una oportunidad de oro para alcanzar su 24º título de Grand Slam y empatar el récord de Margaret Court.
Además de Andreescu y Barry, tampoco están en Nueva York la número dos mundial, Simona Halep, y otras tres miembros del Top-10 de WTA: Elina Svitolina, Kiki Bertens y Belinda Bencic.
Aún así, a sus 38 años Williams no tendrá un camino sencillo. En la tercera ronda podría enfrentar a la campeona del US Open de 2017, Sloane Stephens; en las semifinales a la ganadora del último Abierto de Australia, Sofia Kenin, y en la final a la primera cabeza de serie, Karolina Pliskova.
Para Williams, que perdió en las finales del US Open y de Wimbledon en los últimos dos años, las ausencias en el cuadro no devalúan esta edición del torneo.
«Aún tiene que jugarse al tenis, con o sin asteriscos. Creo que todo este año merece un asterisco porque es un año muy especial», consideró.