Islandia reclama a Dinamarca inestimables manuscritos medievales que cuentan historias de vikingos, reyes y dioses, legados en el siglo XVIII por un erudito islandés a la universidad de Copenhague.
Los textos, inscritos en el registro Memoria del Mundo de la Unesco en 2009, son «la colección más importante del mundo de antiguos manuscritos escandinavos», el más viejo de los cuales data del siglo XII, según la agencia de la ONU.
Una parte de la Colección Arnamagneana, directamente vinculada a la historia islandesa, fue transferida a Reikiavik. El resto, unos 1,400 documentos, se encuentra celosamente guardado en una caja fuerte en la universidad de Copenhague.
La joya de la colección es un ejemplar casi completo de la saga (crónica) de los reyes noruegos «Heimskringla», escrita en nórdico antiguo en el siglo XIII por el historiador y poeta islandés Snorri Sturluson, que data aproximadamente de 1225.
Contrariamente a muchos manuscritos islandeses medievales con ornamentos casi siempre rudimentarios, esta copiosa obra, salpicada de ilustraciones, está ricamente decorada con iniciales en rojo y otros colores en la primera palabra al comienzo de cada párrafo.
La colección debe su nombre a Arni Magnusson, historidor y filólogo nacido en la isla del Atlántico norte en 1663, quien muriera en la capital danesa en 1730 legando por la vía testamentaria los aproximadamente 3.000 manuscritos a la universidad de Copenhague.
Cada «codex» de éstos en préstamo es asegurado en unos 5 millones de coronas danesas (unos 670.000 euros).
Una historia común
En los años 1960, deseosa de establecer relaciones amistosas con su excolonia, Dinamarca accedió desinteresadamente a un recurrente pedido islandés de que entregase parte de esta colección.
En aplicación de un tratado firmado en 1965, más de la mitad de las obras fueron enviadas a Islandia entre 1971 y 1997, pero la ministra de Cultura y Educación islandesa, Lilja Alfredsdottir, quiere obtener una mayor parte de este conjunto.
«Es importante que haya un mayor número de manuscritos en Islandia», indicó a la AFP.
Y podrían ser conservados en un futuro edificio consagrado a la lengua islandesa, de esta manera serían más accesibles para el público, añade.
En cambio, para Matthew Driscoll, profesor de filología nórdica antigua y responsable de la colección, los manuscritos restantes constituyen parte del patrimonio cultural danés.
De hecho, los países escandinavos comparten una historia conjunta y, por lo tanto, un relato en común. La pequeña isla subártica que se convertiría en Islandia fue primero colonizada por los noruegos para después convertirse en danesa hasta su independencia, en 1944, Noruega fue también danesa y una parte de Suecia …
Amenazas sobre la investigación
En total, unos 3,000 manuscritos islandeses se encuentran diseminados en todo el mundo, y para Driscoll y muchos de sus colegas sería más prudente interesarse más en aquellos preservados fuera de Copenhague.
La universidad coopera estrechamente con Reikiavik, y ha digitalizado las obras enteras, que están a disposición de los investigadores, destaca el académico.
«No se trata de objetos que fueran obtenidos ilegalmente o robados. Arni era el propietario de estos manuscritos, ya fueran obsequiados o comprados, y los legó por completo de manera lícita a la universidad de Copenhague», aboga.
Inclusive, en Islandia la transferencia de textos no es algo fácil de concretar.
«Estoy absolutamente de acuerdo con la ministra en cuanto a la necesidad de hacer visible la herencia de nuestro patrimonio cultural para las generaciones venideras, pero creo que podemos hacerlo en colaboración con el Instituto Arnamagneano de Copenhague», opina Haraldur Bernhardsson, profesor de estudios medievales en la universidad de Islandia.
Puesto que para la comunidad universitaria, compilar todas las obras islandesas en Reikiavik complicaría la investigación de la filología nórdica, reduciendo ‘de facto’ el número de personas que la estudian.
«Si realmente se quiere reclamar manuscritos islandeses conservados en el exterior, entonces que brinde prioridad a aquellos que no son estudiados, algo que claramente no es el caso de la colección de Arni Magnusson», advierte Bernhardsson.
La ministra islandesa y su homóloga danesa, encargada de la enseñanza superior, Ane Halsboe-Jørgensen, crearon un grupo de trabajo para intentar resolver este diferendo.