Directora chilena proyecta en San Sebastián la historia de su violación

Carolina Moscoso tardó meses en poder contar a su amiga que había sido violada. Ocho años después, la realizadora chilena reconstruye ese doloroso suceso en una película íntima y experimental proyectada en el Festival de cine de San Sebastián.

Se trata de «Visión Nocturna», una de las nueve producciones en concurso en la sección Horizontes Latinos del festival, una película que, más que hablar de una violación, quiere abordar «el dolor y las heridas y qué hacemos con ellas».

«Se habla poco del dolor en esta sociedad y eso nos obliga a ocultar una parte muy importante de la existencia, que es sufrir. La película habla de eso, de cómo sufres, te rompes y de cómo sigues viviendo», explica la autora desde el hotel María Cristina de San Sebastián.

Moscoso se rompió hace ocho años, en una playa cercana a Santiago de Chile adonde había ido con unas amigas de fiesta. Después de beber y fumar marihuana, un chico se la llevó a un lugar solitario. «Ahí me violó», sentencia la cinta a los pocos minutos de empezar.

Silencio

Durante dos semanas no se atrevió a salir de casa y tardó meses en romper el silencio y poder contarlo a su amiga. Tampoco pudo seguir los trámites judiciales y cuando quiso reabrir la causa, esta ya había prescrito porque el denunciado era menor de edad.

«Hacer la película tuvo que ver con ese silencio, de haber estado callada, de sentir vergüenza, culpa. Era un sentimiento que no entendía. Esto me motivó a empezar a investigar», explica.

«Ahora se lo puedo decir a cualquier persona a los ojos, porque sé que no hay nada malo en mi. De hecho, como tengo esta sensación de que me han hecho callar siempre, ahora quiero gritarlo», indica la realizadora nacida en Santiago de Chile en 1986.

Una película-diario

Para este ejercicio de liberación, la joven acudió al cine y la cámara, su «mejor amiga» desde que le regalaron su primer aparato con 14 años. Desde entonces no dejó de grabar imágenes de su vida cotidiana, unas escenas a las que recurrió para producir su película.

Con esos vídeo-diarios de los años posteriores a la violación, frases sobreimpresas que van complementando la historia e imágenes de los pliegos judiciales y los informes médicos, Moscoso compone una especie de caleidoscopio de vivencias y emociones.

No es una película al uso, ni en el contenido ni en la forma, con imágenes sobreexpuestas, fuera de foco o movidas de excursiones con amigos, charlas en el sofá o incluso un parto natural. 

Escenas que «siempre quedan fuera de las películas» pero con las que busca «transmitir las diferentes emociones» que sintió: desde la parálisis, al miedo, la angustia, la vergüenza o la frustración cuando la doctora no quiere darle una pastilla del día después o se siente cuestionada por la policía que le pregunta si había provocado a su agresor.

Confía en que su producción sirva «para otras mujeres que las han violado (…) y lamentablemente hay muchas».

«Quiero decirles que se quiten esa sensación de que hicieron algo mal, de si te fuiste de fiesta, de si llevabas la falda muy corta, todos esos clichés que hay», dice la chilena.

«Yo me fui de fiesta, me fui sola con un hombre, fui a buscar marihuana. Y esto quería ponerlo allí, no esconderlo, porque hagas lo que hagas, no te pueden violar. Esa es la reflexión».

«Es justamente lo que dicen Las Tesis, la culpa no era mía», añade en referencia al colectivo feminista chileno responsable del himno «El violador eres tú», que se popularizó en las protestas del país en 2019 y se extendió por múltiples países.

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