Nápoles, Italia
Las soluciones a las amenazas para el futuro del planeta se encuentran bajo tierra, afirman algunos expertos.
Desde el calentamiento climático a la escasez alimentaria, pasando por la sobrepoblación, todo tiene arreglo cavando, afirman expertos consultados por la AFP en un congreso mundial sobre los túneles, celebrado esta semana en la ciudad italiana de Nápoles (sur).
“Llegamos a un momento de nuestra historia en el que tenemos que empezar a buscar nuevos espacios”, asegura Han Admiraal, ingeniero civil y experto en subterráneo.
Según él, conseguir siete de los 17 objetivos fijados por la ONU en materia de desarrollo sostenible (contaminación urbana, hambre en el mundo…) sería más fácil si buscáramos espacios bajo tierra.
“Parece que no nos damos cuenta de que cada año perdemos grandes superficies de tierra cultivable a un ritmo alarmante, justo allí donde al contrario deberíamos aumentarlas para alimentar a la población mundial en pleno crecimiento”, explica este experto.
Y eso que “los espacios subterráneos podrían usarse fácilmente para la agricultura”, afirma, durante una visita al Túnel Borbónico (o Galería Borbónica) construido bajo Nápoles para ofrecer al rey Fernando II de Borbón una escapatoria tras los disturbios de 1848.
Los avances científicos realizados en ámbitos como la acuaponia, un sistema que combina la producción de peces y hortalizas sin suelo, también pueden contribuir a incrementar la oferta de alimentos sin aumentar la superficie cultivada y además reduciendo el coste de transporte si estas granjas se instalan bajo las ciudades.
Soja o altramuz
Algunas plantas como el hinojo, el rábano, el cilantro e incluso la lechuga ya se plantan bajo tierra, cuenta Admiraal.
“Podríamos plantearnos añadir plantas como la soja o el altramuz, que pueden usarse para producir alimentos más proteicos, que pueden servir como sustitutos de la carne”, reduciendo así nuestra dependencia de uno de los grandes responsables del calentamiento climático: la industria cárnica.
“Podríamos pensar en usar los aparcamientos subterráneos: sabemos que los automóviles matan a las ciudades. Estamos pasando al auto eléctrico, a coches autónomos, a compartirlos. El tema es ver si todos estos espacios son todavía útiles en el futuro, de la manera en la que lo son ahora”, añade el experto.
En Boston, Oslo, Río de Janeiro, Seattle o Sídney ya se han enterrado infraestructuras como por ejemplo autovías para convertir en parques esos espacios, apunta por su parte Antonia Conaro, experta en planificación urbana.
“Las ciudades con un crecimiento de la población muy fuerte y falta de recursos buscan medios innovadores para desarrollarse”, explica.
“Se plantean por ejemplo construir ciudades flotantes, pero se dan cuenta de que no es la solución porque esto afecta a la vida marina y son difíciles de edificar. Entonces ¿por qué no buscar bajo tierra?”, añade Conaro, miembro, al igual que Admiraal, del Comité Internacional sobre el Espacio Subterráneo.
Ciudades como Singapur o Hong Kong ya comenzaron a cambiar su legislación para permitir a universidades, bibliotecas, cines o centros comerciales instalarse bajo tierra.
Los árboles plantados en los terrenos arrebatados al hormigón o al macadán contribuyen, por poco que sea, a la lucha contra la contaminación del aire.
Refugiarse bajo tierra también permite a la población protegerse de fenómenos meteorológicos como los ciclones, tan temidos con el cambio climático.
“Frente a las inundaciones y otras catástrofes naturales, explotar el potencial subterráneo puede mejorar la resistencia de la ciudad”, considera la experta.
“La fibra óptica puede aportar luz bajo tierra y hoy es posible simular una luminosidad como la de la luz natural”, añade.
La supervivencia de las plantas sin los rayos de sol es tema de estudio. Se busca por ejemplo la frecuencia óptima del espectro de luz para permitir la fotosíntesis, indispensable al crecimiento de los vegetales.