Cuando Bob era Bobby: nuevo libro ofrece una mirada privilegiada al enigmático Dylan

Desde las primeras presentaciones en público en campamentos de verano de la adolescencia hasta la agitada gira Rolling Thunder Revue a mediados de la década de 1970, Louie Kemp lo vio todo de cerca.

Kemp, mejor amigo de la infancia de Bob Dylan, repasa esos recuerdos en primera persona en «Dylan & Me: 50 Years of Adventures» («Dylan & Yo: 50 Años de Aventuras»), libro que se editó esta semana en Estados Unidos y funciona como un pase al detrás de bastidores de la mitología dylaniana. 

Kemp conoció a Dylan en un campamento de verano para chicos judíos en Wisconsin, en 1953, cuando la futura leyenda del rock tenía 12 años, aún era conocido como Bobby Zimmerman y llevaba siempre su guitarra para todos lados, como si fuera parte de su cuerpo. 

Los dos se hicieron amigos y, como buenos preadolescentes revoltosos, no demoraron en meterse en problemas: desde molestar con crema de afeitar a sus compañeros hasta robar el auto de uno de los adultos responsables del campamento. 

Ya en aquel momento Dylan tenía confianza en su destino: «Siempre nos decía a mí y a los otros niños que él iba a ser una estrella del rock and roll», Kemp dijo a la AFP. «Lo dijo tantas veces que al final le creí». 

«Simplemente tenía un talento musical natural combinado con un empuje increíble».

El resto, desde luego, es historia. Pero Kemp, hoy un hombre de 77 años, se sintió obligado a escribir sobre la leyenda y la evolución de su ilustre carrera desde su peculiar perspectiva. 

«Sería egoísta llevarme todas estas historias y aventuras a mi tumba», dijo. «Él se sentía cómodo conmigo porque sabía que yo no tenía intenciones ocultas. Él creía en mí tanto como yo creía en él, pero en su caso eso era más importante». 

«Una vez que te volvés famoso es difícil hacer nuevos amigos a los que realmente sientas dignos de confianza. En nuestro caso las raíces iban tan lejos hacia atrás que eso no era una preocupación».

Los pies en la tierra

Kemp continúa el relato contando cómo su amigo Bobby se convirtió en Bob Dylan.

El derrotero comienza en el campus de la Universidad de Minesota, en las Ciudades gemelas, Minneapolis-Saint Paul, sigue haciendo autostop hasta Madison, capital de Wisconsin, y luego Chicago hasta llegar a Nueva York, donde se volvió presencia habitual en el bohemio y efervescente Greenwich Village.

Dylan consiguió fama rápidamente en la escena de la música folk que se desarrollaba allí, ayudado también por las invitaciones de Joan Baez a tocar con ella en sus conciertos.

«La primera canción suya que escuché fue ‘Blowin’ in the Wind’ y dije ‘Oh mi Dios, ¿él escribió eso? Cómo diablos lo hizo?'», recuerda Kemp. «Eso nos dejó a todos anonadados, incluyéndome a mí».

«Y simplemente le seguían saliendo (canciones), como agua de un grifo».

No pasó mucho tiempo hasta que Dylan llamó a su amigo de la infancia para que lo visitara en la Costa Este.

Y las invitaciones no dejaron de llegar: a México, al rodaje de «Pat Garrett and Billy the Kid», película de la que Dylan estaba componiendo la música y en la que se incluye el clásico «Knockin’ On Heaven’s Door»; y a unirse a un gran «tour» de regreso tras casi ocho años sin realizar prácticamente giras, el recordado «Tour ’74»

El mayor convite de todos tal vez haya llegado en la forma de un pedido: la superestrella le pidió a su amigo de la infancia que se encargara de producir la Rolling Thunder Revue, entre 1975 y 1976.

En esa gira, que es tema de una reciente película de Martin Scorsese, Dylan recorrió ciudades pequeñas con la intención de tocar para quienes no podían pagar la entrada de sus conciertos más grandes. Entre los músicos que lo acompañaban se encontraba Joni Mitchell.

«Él no tiene el ego que acompaña a la mayoría de la gente del espectáculo», dijo Kemp de su viejo amigo, que tiene ahora 78. «Él nunca cambió respecto a eso. Siempre tuvo los pies en la tierra».

Kemp narra varias anécdotas entretenidas, incluida una sobre una cena de Pésaj, la Pascua judía, compartida por Dylan con el actor Marlon Brando.

También recuerda otra de su casamiento, en 1983, cuando Dylan, el padrino de la boda, encantó a los presentes con una actuación fuera de programa.

«Nuestra relación era como la de dos amigos cualquiera, solo ocurre que uno era Bob Dylan», dijo Kemp. «Para mí, siempre ha sido Bobby Zimmerman».

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