Saliendo desde el lugar donde antes patrullaban guardias armados, este fin de semana tiene lugar en la capital alemana una carrera que recorrerá los 160 kilómetros del trazado del antiguo Muro de Berlín, tres décadas después de su caída.
El célebre Muro, construido en 1961, fue un símbolo de la Guerra Fría y de la separación de Europa en dos bloques. En la actualidad es un lugar destinado al paseo e incluso una atracción turística y artística, cuando apenas quedan unos restos a modo de recuerdo.
La parte más larga que se conserva, de alrededor de un kilómetro, es la East Side Gallery, con paredes destinadas a artistas y que se ha convertido en uno de los lugares más visitados de Berlín.
El ultramaratón de la capital alemana contará con 500 participantes este fin de semana para su octava edición.
Se trata de un reto físico de gran exigencia y en el mismo participarán corredores de 32 nacionalidades diferentes. Más allá de la cuestión deportiva, será ante todo una ocasión perfecta para recordar a las víctimas del Muro, caído en noviembre de 1989.
Numerosos símbolos
El itinerario pasa por lugares emblemáticos como la Puerta de Brandenburgo, el mítico Checkpoint Charlie y también por numerosos monumentos dedicados a las 138 personas asesinadas cuando intentaban pasar de la Alemania del Este a la del Oeste.
«Lo que me impresiona de verdad es el número de participantes. La historia del Muro es importante para ellos», celebra Nina Blisse, una de las organizadoras de la carrera. «Muchos no lo hacen para correr rápido, leen cada memorial a lo largo del recorrido», subraya.
Los organizadores no descuidan la cuestión simbólica, para hacer que su carrera cuente además con una dimensión histórica y de homenaje.
Las inscripciones para la prueba de 2020 se abrirán a las 18h57 (16h57 GMT) del 9 de noviembre, en la hora exacta en la que en 1989 la RDA comunista levantó la prohibición de viajar, lo que provocó la caída del Muro.
Cada año se elige a una de las 138 víctimas para que reciba un homenaje particular. Su imagen figura en la medalla que reciben los que terminen la carrera y se realizará una ceremonia en el lugar exacto del recorrido en el que murió.
En la primera edición, la de 2011, se eligió a Chris Gueffroy, última víctima del Muro, a principios de 1989. El domingo será su madre la que entregue las medallas.
El pasado año se homenajeó a la víctima más joven, Jörg Hartmann, un muchacho de 10 años abatido por los guardias fronterizos de la Alemania del Este en 1966, cuando intentaba cruzar para visitar a su padre, que estaba en el Oeste.
«Todavía tengo la piel de gallina», afirma Olaf Ilk, nacido en la Alemania del Este y coorganizador de la carrera.
Ya no queda mucho del Muro original, pero recorrer su antiguo trazado permite «comprender mejor la división que causó», apunta Ilk.
Escalofríos
Los organizadores tienen a menudo historias personales ligadas al Muro.
Uno de ellos, Andreas Pfeiffer, nacido en el Este, estuvo en prisión dos años por haber intentado cruzar la Cortina de Hierro entre Hungría y Austria.
Fue liberado por Alemania del Oeste, en el marco de un programa por el cual 33.755 presos políticos fueron ‘vendidos’ por la Alemania del Este a cambio de 3.500 millones de marcos.
«Nunca fui corredor, pero cuando escuché hablar de la carrera por primera vez quise implicarme en ella», explica. Dice que tiene todavía «escalofríos» cada vez que cruza la antigua frontera. «No se me irán nunca», afirma.
Desde un estricto punto de vista deportivo, este ultramaratón finalizará el domingo para los atletas más aguerridos.
«Hay que aceptar que se corre durante 24 horas», explica Nina Blisse, que terminó las ediciones de 2014 y 2015 en menos de 26 horas.
El récord del recorrido fue establecido en 2014 por el británico Mark Perkins, que acabó en 13 horas y 6 minutos.