Corea del Norte anunció un arsenal de medidas «extraordinarias» para protegerse de la epidemia de coronavirus, que van desde consignas de higiene transmitidas por altavoces en las calles hasta el confinamiento de diplomáticos extranjeros en sus embajadas.
El régimen autoritario dirigido desde hace siete décadas por la dinastía de los Kim reforzó todavía más el control de su población para hacer frente a este virus que preocupa especialmente en Asia.
El país cerró sus fronteras con China y Rusia, una estrategia de aislamiento que, según diplomáticos y expertos, es la mejor manera de proteger un país con muy malas infraestructuras sanitarias para atender a enfermos.
Ahora todas las personas que llegan a Corea del Norte tienen que seguir un periodo de aislamiento de 30 días.
En paralelo las autoridades lanzaron una «campaña antivirus», indicó la agencia oficial KCNA, que incluye visitas a domicilio para verificar el estado de salud de los habitantes o camionetas con altavoces que circulan por las calles recordando las consignas de higiene.
Los extranjeros son los que reciben las restricciones más drásticas. Desde principios de febrero, todos los extranjeros tienen que seguir una cuarentena a domicilio.
Los diplomáticos también tienen prohibido salir a las calles de Pyongyang, la capital, una situación que según el embajador ruso, Alexandre Matsegora, es «terrible para el ánimo».
La embajada rusa «está sin correo diplomático (…) ya no logramos obtener medicamentos y otros materiales para nuestros puestos de primeros auxilios», dijo el embajador a la agencia rusa Tass.
Los empleados de la embajada rusa solo están autorizados a salir del complejo donde están las instalaciones, en el centro de la capital, para llevar sus residuos a un vertedero.
«Los especialistas coreanos desinfectan de inmediato nuestro camión cuando cruza la puerta de la embajada», añadió el embajador.
Además el personal de la embajada tiene prohibido acudir a la iglesia ortodoxa de Pyongyang, a cursos de taekwondo, a la piscina o a la pista de patinaje.
«Parecen nimiedades pero es nuestra vida diaria», dijo Matsegora.
La consecuencia es que ya no hay reuniones con los dirigentes norcoreanos u otras embajadas. Los contactos con las autoridades locales se limitan ahora a llamadas telefónicas o notas oficiales en un buzón especial.
Según el embajador, ningún otro país que no fuera Corea del Norte podrían adoptar y aplicar medidas como estas para responder «a un problema de alcance nacional» que ha creado una situación «extraordinaria».
«Desde un punto de vista material, el autoaislamiento es muy costoso para el Estado coreano», añadió.
«Pero es muy importante entender que las cuestiones de seguridad del Estado, la ideología y la dignidad del país, tal y como se entienden en Corea del Norte, priman siempre sobre las cuestiones económicas», aseguró.
El nuevo coronavirus apareció en China en diciembre y ha dejado 2.700 muertos hasta ahora. Desde China se propagó a otros países, entre ellos Corea del Sur, que vivió un rápido aumento del número de contaminaciones.
Por su parte Corea del Norte continúa asegurando que es el único país vecino de China donde no apareció el coronavirus, una afirmación que muchos expertos ponen en duda.
El periódico oficial del régimen, Rodong Sinmun, pidió por su parte a los habitantes «obedecer absolutamente» a las autoridades sanitarias.
«Hay que tener en cuenta que cualquier forma de suficiencia podría tener consecuencias catastróficas irreversibles y hay que mantener un muy alto nivel de alerta», indica el periódico.
Hace unos días el Rodong Sinmun advirtió que un solo caso de coronavirus en territorio norcoreano podría tener «consecuencias desastrosas» y pidió a la población que extreme la prudencia y evite reunirse en lugares públicos, incluidos los restaurantes.
«Cenar juntos, hablar los unos con los otros, puede convertirse en el principal terreno de propagación de la enfermedad infecciosa», según el periódico.