Frédéric Yonnet es un experimentado armonicista que ha tocado con Prince y Stevie Wonder, antes del confinamiento por el coronavirus se disponía a salir de gira por Estados Unidos, pero recluido en su casa de Washington decidió montar conciertos para sus vecinos, que ahora comparte por internet.
En una casa a medio remodelar, rodeados por plásticos para mantener la distancia social, cada domingo Frédéric y su banda de cuatro músicos entretienen a vecinos y a los curiosos que se pasean con mascarillas por el colorido barrio de Capitol Hill, bautizado así por la colina donde está el Capitolio.
«Cuando se declaró el confinamiento me sentí como un hámster en una rueda», contó a la AFP Frédéric, relatando que guiado por la necesidad de tocar comenzó a instalar el material musical en una casa que estaba refaccionando.
AFP / Eva HAMBACHEl armonicista Frederic Yonnet en una prueba de sonido en Washington DC, el 3 de mayo de 2020, separado por plásticos del resto de los miembros de la banda
Frédéric, de 47 años, nació en Normandía, en Francia, y se instaló hace 20 años en Estados Unidos. Es un reconocido artista que ha tocado con leyendas de la música como Prince y Stevie Wonder y con su armónica participó en la banda sonora de la película «The Irishman» de Martin Scorsese.
«Al principio queríamos tocar para nosotros, lo que era muy egoísta, y luego nos preguntamos por qué no abrir las ventanas para que el vecindario pudiera disfrutar también», explicó.
Sin querer importunar, les escribió mensajes a los vecinos que depositó en sus buzones para advertirles del ruido, pero la acogida fue tan calurosa que comenzó a preguntarse por qué no compartirlo también en vivo en internet.
Así, todos los domingos mediante sus cuentas de Instagram y Facebook, Frédéric emite en vivo.
La distancia social es la norma y los músicos, además de estar en su propio espacio, usan mascarillas, con la excepción de Frédéric, que toca la armónica.
«Esto también va a pasar»
AFP / Eva HAMBACH Robbie McDonald toca la guitarra y Dennis Turner el bajo, junto al armonicista Frederic Yonnet el 3 de mayo de 2020 en Washington DC, Estados Unidos
Richard Schmierer vive al frente de la casa de Frédéric y con su esposa disfrutan desde su veranda del concierto.
«Somos muy afortunados de tener asientos en la primera fila, pero también es agradable ver que otra gente viene y mantiene la distancia social y se comporta adecuadamente mientras disfruta de la música», indicó a la AFP.
Otros vienen de más lejos y permanecen en sus vehículos durante la duración del concierto.
Este es el caso de Robert Young que afirmó que este espacio le permite aliviar el estrés, escuchar buena música y recibir buenas energías, en un momento en que Estados Unidos es el país en el que más personas han muerto por el virus, con más de 67,000 fallecidos.
«Al menos sabemos que la humanidad todavía está ahí, que todavía estamos haciendo arte y creatividad para animar a la gente», señaló Young. «Creo que me perdí (el concierto) una semana desde que empezó a hacerlo y esa fue una semana dura», contó.
Al volante, Wanda Evens, protegida con un tapaboca negro con la leyenda «Distanciamiento social», dijo que para ella es una forma de recordarse que «esto también va a pasar».
«Sanador»
Para Frédéric, tocar la armónica es el arte de «controlar sus imperfecciones». Su afición por el instrumento comenzó cuando una prima le regaló una armónica para que desarrollara sus pulmones ya que tenía una forma severa de asma.
«Mientras más practicaba con mi instrumento, más mejoraba mi asma», contó. «Poco a poco mi armónica reemplazó a mi inhalador».
Para el artista, la música tiene un cariz «sanador».
«Estamos todos liados a través de este virus, esto nos pone a todos en el mismo plano», explicó.
Esta oscuridad, el «gato negro» que nos liga, actúa de una forma opuesta al vínculo que genera la música.
«La música es un lenguaje universal que todo el mundo puede comprender sin hablarlo, es la antípoda del virus», concluyó.