¿Comer o pagar alquiler? Movimiento de inquilinos se declara en «huelga» en EE. UU.

Sin empleo y aterrado de quedarse en la calle en plena pandemia, Manuel Acero no vio otra opción que unirse al ejército de Estados Unidos.

En el apartamento tipo estudio que alquila en Los Ángeles quedó su esposa Ady Carrillo, quien pese a su desconsuelo juntó fuerzas para salir a la calle y protestar.

Se sumó al movimiento «Cancel Rent» (Suspendan los alquileres), que está ganando fuerza con protestas y llamados a «huelgas» en todo Estados Unidos a medida que los más golpeados por la pandemia del coronavirus se llenan de deudas.

Los activistas exigen a las autoridades que ordenen el cese del cobro de alquileres a las personas más necesitadas y se condonen meses de deuda acumulada.

Y así, otros como Acero, de 31 años y ya en un campo de entrenamiento, no tengan que llegar a esta medida extrema.

«Tenemos tres meses sin pagar la renta, la única opción que tuvo mi esposo fue unirse al ejército, no nos quedó otra«, dijo a la AFP Carrillo, de 48 años, antes de romper en llanto. «Tengo miedo que me lo manden fuera» al extranjero. «Si se muere, me muero yo con él».

«Comida en la mesa»

Con decenas de millones de desempleados en Estados Unidos por el nuevo coronavirus, autoridades federales, estatales y locales han suspendido desalojos de inquilinos morosos, pero el pánico está en lo que vendrá después que se levanten esas restricciones.

Ya por ejemplo desde la semana pasada, la oficina del sheriff de Los Ángeles retomó los desahucios ordenados antes de marzo, cuando comenzó el confinamiento, informaron medios locales.

«¡Suspendan las rentas!», «¡Tener casa es un derecho humano!», animaba con un megáfono Annie Shaw a un pequeño grupo del barrio Chino que iría en caravana hasta el ayuntamiento de la ciudad, muy cerca de allí, a exigir soluciones.

«Exigimos medidas fuertes como suspender las rentas, porque es algo que va a proteger a la comunidad«, indicó esta organizadora comunitaria.

Los Ángeles es la sexta ciudad con los alquileres más altos de Estados Unidos, según un índice del sitio inmobiliario Zumper, que lideran San Francisco y Nueva York.

«Como empleada doméstica hacía 700 dólares a la semana, ahora hago entre 100 y 200. Si queremos comida en la mesa, no hay dinero para la renta«, dijo Rosa Hernández en la protesta del lunes en Los Ángeles, donde estaba Carrillo. 

Manifestaciones y «Rent Strikes» (huelgas de alquiler) se vienen repitiendo en varias ciudades de Estados Unidos desde que estalló la pandemia del coronavirus, que ha cobrado la vida de más de 164,000 personas en el país.

«No vamos a pagar«, aseguró Lydia Nicholson, organizadora en la ONG LA Tenants Union. 

«No creo que lo que venga sea bonito para nadie si nos obligan a hacer algo que obviamente no podemos hacer».

El fiscal municipal de Los Ángeles adelantó que imponer cualquier medida de este tipo sería violatoria de la ley y costaría a la ciudad más de 1,000 millones de dólares en compensación a los caseros, según un memorando al que tuvo acceso el diario Los Ángeles Times.

El despacho del alcalde Eric Garcetti no respondió al pedido de la AFP de un comentario.

«Bajo un puente»

Los caseros de su lado aseguran que congelar las rentas afectaría no solo el mantenimiento de los edificios sino el pago de impuestos, claves en los presupuestos municipales, y las hipotecas.

Al suspender los pagos de renta «estás desplazando la deuda por la cadena alimenticia», explicó Jay Martin, director de un programa que representa a propietarios de renta controlada en Nueva York.

Explicó que muchos caseros «están trabajando con sus inquilinos, perdonando parte de la renta«. «Un inquilino que paga parte de la renta es mejor a que no pague renta».

Pero la situación solo tiende a empeorar, ahora que terminó el aporte federal suplementario de 600 dólares a los beneficios del desempleo.

«Me tendré que ir a dormir bajo un puente«, expresó Joaquín Gutiérrez, de 63 años, desempleado desde febrero, que estaba planeando volver a su natal El Salvador cuando estalló la pandemia y quedó varado en Estados Unidos.

No tiene dinero para comida, mucho menos para los 500 dólares de la habitación que alquila.

«La única solución es irme«, expresó, pidiendo al gobierno salvadoreño que lo repatríe.

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