México, México
Seis meses después de asumir como el primer presidente izquierdista de la historia reciente de México, Andrés Manuel López Obrador empieza a ver mermar su gran popularidad ante la dificultad para cumplir con sus promesas de crecimiento económico y mayor seguridad en el país.
El mandatario asumió el cargo el 1 de diciembre destronando a los dos partidos que habían gobernado México durante nueve décadas, gracias a un 53% de los votos y haciéndose con amplias mayorías en las dos cámaras del Congreso.
Su discurso «antiestablishment» en el que prometió imponer una gran austeridad en los gastos del Estado y atajar la corrupción, así como pacificar el país, le permitió alcanzar una popularidad del 78% al cumplir 100 días en la presidencia.
Pero la luna de miel parece haber terminado y en la segunda semana de abril la popularidad de López Obrador había caído al 61%, según la consultora Mitofsky.
La realidad contradice al presidente tanto en lo económico, con un retroceso de la economía en los tres primeros meses del año, como en el ámbito de la seguridad, con la mayor cifra de asesinatos en ese periodo desde 1997.
A eso hay que añadir medidas polémicas como la cancelación de la construcción de un aeropuerto en la capital, que obligó a pagar indemnizaciones millonarias, o la decisión de edificar una refinería que costará 8 mil millones de dólares al erario público.
¿La economía está muy bien?
La economía mexicana, la segunda de América Latina, se contrajo un 0.2% en el primer trimestre del año por retrocesos en los sectores industrial y de servicios.
Pero López Obrador sostiene que «la economía está muy bien», provocando que expertos se lleven las manos a la cabeza. El presidente dice incluso que el Producto Interno Bruto crecerá en un 2% este año y en un promedio anual de 4% a lo largo de su mandato, que termina en 2024.
El discurso del mandatario «está despegado de la realidad», opina José Antonio Crespo, investigador del Centro de Investigaciones y Docencia Económicas (CIDE).
César Salazar, investigador de la UNAM, considera sin embargo que los programas sociales del presidente pueden impulsar el desarrollo económico. La «gran cantidad de apoyos podrían elevar los niveles de consumo y eso podría provocar un crecimiento en el mediano plazo», dice.
López Obrador se ha encontrado además con otra mala noticia: el anuncio del presidente estadounidense, Donald Trump, de que Washington impondrá aranceles graduales a todos los bienes procedentes de México, si este no logra detener el creciente número de inmigrantes ilegales que entran a Estados Unidos desde su territorio.
Estados Unidos es el principal socio comercial de México y destino de un 80% de sus exportaciones.
Continuismo en estrategia anticrimen
De trato afable y presto para hablar con cualquiera que se le acerque, el dirigente, conocido como AMLO, se jacta de conocer los 2.458 municipios del país, sus carencias y dolores.
Por eso se fijó como una de sus principales prioridades pacificar el país, golpeado por la violencia generada por sanguinarios cárteles del narcotráfico.
Pero el año se encamina a ser el más violento. En el primer trimestre 8.493 personas fueron asesinadas, la cifra más alta desde 1997, año en el que comenzaron los registros estadísticos.
López Obrador también prometió que cambiaría la estrategia contra el crimen organizado devolviendo a los cuarteles a los militares desplazados desde 2006. Pero, en su lugar creó un nuevo cuerpo de seguridad conformado por policías federales y soldados, llamado Guardia Nacional, encabezada por un general en retiro.
Para Crespo está claro el continuismo, a pesar de la promesa de una «transformación».
«Sólo se les puso un nombre y uniformes nuevos» a los mismos militares desplegados, afirma.
Pobreza franciscana
La defensa de la austeridad de la administración también puede estar pasándole factura al mandatario.
Los mexicanos valoran la decisión de reducir un 40% su sueldo respecto al de su antecesor, así como el hecho de imponer que ningún funcionario pueda rebasar ese salario, pero algunos consideran excesiva la política de recortes.
«La austeridad estaba bien mientras solamente afectara lo que realmente era superfluo, pero como requiere de muchos recursos para sus programas (sociales) está afectando la eficacia de la administración pública, quitando personal que no era prescindible», denuncia Crespo.
El Instituto del Seguro Social Mexicano (IMSS) ha sido una de las instituciones más afectadas. Médicos y trabajadores han denunciado despedidos masivos y escasez de medicamentos como los retrovirales.
De acuerdo con el Informe Trimestral de Hacienda, el IMSS gastó 20.096 millones de pesos menos del presupuesto que tenía aprobado, es decir 1.000 millones de dólares.
El gobierno tiene un gasto «mínimo», se enorgullece el presidente. Y si se necesita hacer más «para transferir todos los fondos al pueblo para que haya desarrollo, trabajo y bienestar, el Gobierno va a entrar a una fase superior, vamos de la austeridad republicana a la pobreza franciscana», afirmó López Obrador, un cristiano declarado.