Un creciente cuestionamiento por parte de expertos internacionales y entidades del ámbito de la salud acusa a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de “ignorar deliberadamente la evidencia científica” sobre los productos de nicotina sin combustión, alternativos al cigarrillo convencional.
Las principales críticas, que han recorrido medios de todo el mundo, se han suscitado tras declaraciones recientes de la doctora Reina Roa, presidenta entrante de la COP11, negando la existencia de ciencia que respalde el potencial de los productos sin combustión alternativos al cigarrillo.
Estas afirmaciones han sido interpretadas como una descalificación directa a los avances científicos en la reducción de daños del tabaquismo, además de vistas como “falsas y peligrosas” por diversas fuentes.

Por ejemplo, The Blaze, uno de los medios de Estados Unidos que ha analizado con más dureza esta postura, sostiene en un artículo que la OMS está “mintiendo y traicionando a la ciencia” al omitir la evidencia obtenida durante años por instituciones internacionales de prestigio, tales como el Royal College of Physicians del Reino Unido, Public Health England y las National Academies of Sciences de
Estados Unidos.
A esta lista se unen autoridades sanitarias en Francia, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Estas entidades han publicado revisiones que confirman que estos productos son significativamente menos nocivos que el tabaco tradicional.
Expertos científicos como Clive Bates, Riccardo Polosa y Roberto Sussman acusan a la OMS, “Mienten y van contra la ciencia”, destacan y expresan que la OMS se centra en lo que ellos consideran “una decisión ideológica y no basada en datos empíricos”.

The Blaze reseña que el cambio de enfoque podría estar relacionado con los recortes de financiación impulsados por la administración Trump hacia la organización, interpretados como una afrenta institucional que aún hoy podría estar marcando decisiones clave.
Investigadores, médicos y analistas de políticas públicas denuncian que la OMS ignora intencionadamente la evidencia científica acumulada, reproduce mitos infundados y obstaculiza enfoques de reducción de daños como complemento a las medidas tradicionales de prevención y cesación del tabaquismo.
