Ciegos nicaragüenses se profesionalizan como masajistas shiatsu

En una sala color verde ambientada con música instrumental, Jason Pérez, quien quedó ciego en un accidente, aprende a realizar masajes shiatsu, una antigua terapia japonesa con la que espera ayudar a personas enfermas y estresadas a calmar sus dolores.

«Atiendo a personas con estrés, insomnio, con dolores lumbares, de hueso, tendones, articulaciones, que padecen migraña, derrames faciales en parte de la cara y lesiones en la columna», cuenta a la AFP este hombre de 24 años durante una sesión práctica en la Universidad de Medicina Oriental Japón-Nicaragua, en Managua.

Hace cinco años sufrió un accidente en su motocicleta que le desprendió las córneas. Quedó ciego y perdió su trabajo en un taller de reparación de celulares.

La necesidad de trabajar para ayudar a su esposa e hija lo motivó a estudiar el sistema Braille y entrar al curso de dos años de shiatsu que ofrece esa institución desde 2009 de manera gratuita a los invidentes.

«Lo hago para sobrevivir, porque trabajo no hay para personas no videntes» en Nicaragua, dice Jason, quien espera graduarse en diciembre.

Cerca de él, Amelia López, una joven con ceguera parcial por una catarata congénita agravada por un glaucoma, masajea a una mujer de 65 años parapléjica. Amelia estudia para instalar su propia clínica de masajes. 

Mientras que Nelson Cuadra, de 21 años, quien está quedando ciego a causa de una hidrocefalia, dice que su «sueño es salir adelante con el shiatsu».

«Es una satisfacción cuando los pacientes dicen que se sienten bien», expresa durante una práctica con un paciente, en una sala de la universidad con camillas y un ventilador bajo un sofocante calor.

– Alternativa de empleo –

Shiatsu «es una terapia que estimula la circulación sanguínea y linfática, quita el dolor, mejora el sistema inmunológico y ayuda a relajarnos. Los pacientes tienen mejoría» desde la primera sesión, explica a la AFP la profesora supervisora del programa, Milagros Arana.

Nicaragua es el segundo país del mundo, después de Japón, que ofrece cursos profesionales para ciegos en la técnica shiatsu, afirma el rector fundador de la universidad, el japonés Haruo Yamaki.

En Nicaragua se han graduado 54 ciegos de los 100 que abarca el programa en su primera etapa.

La mayoría se gana la vida actualmente haciendo masajes a domicilio o en sus casas, dice a la AFP el portavoz del centro educativo, Carlos Duarte.

El proyecto, auspiciado por la cooperación japonesa, surgió a raíz de un censo nacional realizado en 2009 que determinó la existencia de 126.316 nicaragüenses con algún tipo de discapacidad, de los cuales unos 19.000 son invidentes.

Según el estudio, más de 50.000 de los discapacitados están desempleados, unos 17.000 tienen problemas de adicción, están en cama o carecen de protección familiar, y la mayoría tiene baja escolaridad.

Para ayudar, la universidad abrió el diplomado teórico y práctico para ciegos, que ha atendido a alrededor de 9.000 pacientes que acuden por diferentes males.

La mayoría de los pacientes llega con problemas de cefalea, dolores de espalda, en las articulaciones, lumbalgia, nervio ciático y estrés vinculado en gran parte a problemas económicos y emocionales, dice la supervisora.

«Es la segunda vez, me siento más relajado», asegura Francisco Alegría, un vendedor callejero de 63 años que acudió a tratarse un dolor en el pie.

Para promocionar su servicio, los ciegos hacen masajes en ferias y entre los obreros de las fábricas de la zona franca de Managua.

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