China decidió este lunes prolongar tres días las vacaciones de Año Nuevo para retrasar las masivas afluencias en los transportes y reducir el riesgo de propagación del nuevo coronavirus, que ya ha causado 80 muertos y más de 2,700 contagios en el país.
El primer ministro chino, Li Keqiang, llegó el lunes a la zona en cuarentena de Wuhan (centro), epicentro del brote. Cuatro días después de poner en cuarentena esta ciudad de 11 millones de habitantes, es la primera visita de un dirigente del régimen comunista a la ciudad desde el comienzo en diciembre de la epidemia del nuevo coronavirus.
Wuhan parecía el lunes una ciudad muerta, donde no podían circular los vehículos que «no son esenciales». Los automovilistas que transportaban al personal sanitario a los hospitales sí estaban autorizados.
A unos 15 km al sur del centro de la ciudad, un equipo de la AFP vio en un puesto de control cómo la policía registraba los coches y tomaba la temperatura de sus ocupantes.
Los autos tenían que presentar un documento para poder pasar. Entre los vehículos que esperaban figuraba un camión que parecía transportar comida.
El jefe de la OMS en Pekín
El número de víctimas mortales subió a 80, y los casos de contagios confirmados a 2,744, entre ellos un bebé de nueve meses.
En 24 horas, los casos sospechosos se duplicaron hasta casi 6.000.
En total, unos 56 millones de personas están confinadas en la provincia de Hubei, cuya capital es Wuhan.
En las imágenes difundidas por el gobierno, el primer ministro aparece con una bata de plástico azul y una mascarilla, examinando en una pantalla a un paciente en la cama.
Li Keqiang ha sido nombrado al frente de un «grupo de trabajo» encargado de supervisar la lucha contra la propagación del nuevo virus, que fue detectado en un mercado de Wuhan donde se vendían animales salvajes.
El presidente chino Xi Jinping dijo el sábado que la epidemia se aceleraba y que la situación era «grave».
Esta previsto que este lunes el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, llegue a Pekín para examinar con las autoridades cómo contener la epidemia. Aunque se han registrado casos en una decena de países fuera de China, la OMS decidió no declarar una «emergencia internacional».
Pekín decidió prolongar tres días las vacaciones del Año Nuevo chino, que debían terminar el 30 de enero, para «limitar el movimiento de la población», en estos días feriados, en los que millones de chinos viajan para reunirse con sus familias.
El alcalde de Wuhan, Zhou Xianwang, había informada que unos cinco millones de personas salieron de la ciudad antes del Año Nuevo, el 25 de enero.
Fuera del epicentro del brote, varias grandes ciudades del norte del país –Pekín, Tianjin, Xian– ya anunciaron que suspendían la circulación de los autocares de larga distancia que van hacia el sur. En el este, la provincia de Shandong, con 100 millones de habitantes, tomó las mismas medidas.
Además, la provincia de Guangdong, la más poblada de China, impuso a sus 110 millones de habitantes la obligación de portar mascarilla.
Cierre de frontera terrestre
La epidemia ha desatado la alarma en el mundo, pese al reducido número de casos registrados fuera de China.
Mongolia, que comparte una larga frontera con China, decidió el lunes bloquear los puntos de pasaje terrestres para evitar la propagación del virus. También cerró escuelas y universidades hasta el 2 de marzo, según anunció el viceprimer ministro mongol, Enkhtuvishin Ulziisaijan.
Mongolia se convierte así en el primer país fronterizo que cierra su frontera terrestre con el gigante asiático, aunque mantiene abierto el tráfico aéreo y ferroviario
El virus ya alcanzó a Europa (con tres casos en Francia), Australia y en Canadá se registró un caso sospechoso. Hasta la fecha, no se ha producido ninguna víctima mortal fuera de China.
Estados Unidos, donde se detectaron cinco contagios, anunció que estaba organizando la salida de su personal diplomático y otros conciudadanos atrapados en Wuhan. Un vuelo tendría que poder salir el martes.
Otros países están viendo con Pekín cómo evacuar a sus nacionales.
En los hospitales de Wuhan, la situación es caótica: los pacientes tienen que esperar horas antes de poder ver a un médico. Ante esta situación, se están construyendo dos hospitales de un millar de camas cada uno, que estarán listos en el tiempo récord de menos de dos semanas.
«La capacidad de propagación del virus se reforzó», indicaron el domingo funcionarios sanitarios chinos, aunque dijeron que este nuevo coronavirus «no es tan potente» como el virus del SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), origen de una mortal epidemia entre 2002 y 2003.