Chapines hundidos en el analfabetismo digital

El uso de la tecnología se ha convertido en una herramienta indispensable para el desarrollo laboral de las personas. Sin embargo, en Guatemala el analfabetismo digital comienza en la educación pública, donde el desconocimiento de las nuevas tecnologías de la información y comunicación es una constante, y se expande a todo el país.

Debby Ríos

Crónica

Aunque el uso de computadoras y de dispositivos digitales —tabletas y teléfonos celulares— está a la orden del día, en diferentes modelos y para distintas utilidades, en las aulas aún distan de ser la herramienta primordial para el desarrollo educativo de los estudiantes, limitando con ello las capacidades laborales de los chapines y su apropiada adaptación un mundo que cambia constantemente.

Maestros de escuelas públicas, de colegios privados, e incluso autoridades del Ministerio de Educación Pública y de algunas universidades, aceptan que, aunque internamente promocionan el uso de esos aparatos para fortalecer la enseñanza, en sus establecimientos, estos aún no son necesariamente una fortaleza.

En otras palabras, Guatemala es un país tercermundista que sigue luchando contra el analfabetismo, ahora digital. Stephanie Falla, asesora de innovación tecnológica de la Universidad Francisco Marroquín (UFM), explica que el país enfrenta el problema que gran parte de su población alfabetizada ahora es considerada analfabeta digital.

Nosotros llamamos analfabeta a todo aquel que no sabe leer ni escribir, mientras que países más desarrollados hace muchos años dejaron de llamar analfabeta a todo aquel que no puede entender o interpretar lo que está leyendo, y pasaron a la nueva era del analfabetismo funcional; es decir, llaman así a quienes no pueden utilizar un dispositivo electrónico, asevera.

En ese contexto, el país tiene una brecha de cerca de 15 años de atraso y quizá tengan que pasar otros 25 para que se empareje. Pero esa es solo una aproximación que hacen los expertos, ya que tal es el rezago en Guatemala, que aún no existen estudios que midan el nivel del analfabetismo digital de la población.

Lamentablemente, a la fecha, el Ministerio de Educación Pública (Mineduc), no es protagonista del desarrollo para el uso del Internet en las aulas, aunque con ímpetu mencione la instalación de laboratorios de computación en algunas escuelas, sobre todo, fuera de la capital.

Pero eso tampoco es ganga ni anuncia un desarrollo educativo digital en el corto plazo. Informes de la Dirección General de Gestión de Calidad Educativa (Digecade), del Mineduc, señalan que solo hay un 5 por ciento de cobertura a nivel nacional en ese sentido.

En cifras, de 32 mil escuelas e institutos públicos registrados a nivel nacional, solo menos de dos mil cuentan con laboratorios de computación habilitados y únicamente 193 están conectados a internet.

Pero esto tampoco es una luz en el horizonte, ya que no todos los laboratorios están abiertos para todos los estudiantes, tampoco cuentan con la totalidad de programas y herramientas necesarias para utilizar la red, y muchas escuelas ubicadas en el área rural no cuentan con servicio de energía eléctrica permanente para poder usar los dispositivos.

Eso sin tomar en cuenta los niveles de analfabetismo que se registran en el país, según el Comité Nacional de Alfabetización (Conalfa), del 13.20 por ciento.

Para el doctor Marco Antonio To, director de investigaciones en tecnología de la Universidad Galileo, ese es uno de los problemas: la falta de acceso a la educación formal.

Pero también agrega los índices de pobreza, la falta de infraestructura escolar, la carencia de maestros capacitados en materia digital y da énfasis a la poca implementación de los sistemas informáticos en los establecimientos.

Si se suman todos esos aspectos, y otros, los estudiantes en Guatemala están en una clara desventaja ante el desarrollo social, político y económico, por las exigencias de la actividad industrial y empresarial de la era actual, dice To.

Pero, ¿debería ser obligación del Mineduc la instalación de equipos de computación en las escuelas? Falla y To dicen que sí, y las autoridades educativas lo aceptan en silencio.

¿Qué es el analfabetismo digital?

Analfabetismo digital2

Los expertos definen que el analfabetismo digital o tecnológico es una rama del analfabetismo funcional. Es decir, la incapacidad de manejar las nuevas tecnologías por falta de conocimientos, ignorancia o exclusión.

To explica: Estamos en la era en que el Internet es uno más de la familia. Desde los niños, que ya son de la llamada Generación Milenium (GY), hasta los adultos de la tercera edad se han adueñado de la tecnología.

En otras palabras, las redes sociales y las aplicaciones para teléfonos inteligentes acompañan la gran mayoría de alegrías y tristezas. Van a la par de la salud y la enfermedad, y no digamos de cuestiones personales e íntimas, incluso.

Tal es la penetración del internet en la vida, que en el año 2012, después ser emitida la Declaración Conjunta sobre la Libertad de Expresión e Internet, por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), la ONU declaró el acceso a Internet como un derecho humano.

En algunos países, como Finlandia; por ejemplo, se elevó el acceso a Internet de alta calidad a derecho fundamental. En el año 2010, todos los finlandeses tenían derecho a una conexión de Internet mínimo de 10 megabytes por segundo.

En el año 2015, esa cifra aumentó a los 100 megabytes por segundo, lo cual obligó a los proveedores del servicio a cumplir con estas condiciones, a precios accesibles para todos los estratos sociales.

Eso, obviamente, no es posible para países desarrollados como Guatemala, donde las compañías saturan el medio con publicidad de Internet de alta velocidad de tan solo 10 megabytes por segundo.

Pero, bueno. El catedrático de Sociología, de la Facultad de Economía y Empresa, de la Universidad de Barcelona, España, Salvador Carrasco Calvo, define al analfabeto funcional: Tan analfabeto funcional puede ser quien desconoce toda lengua extranjera, como quien es incapaz de utilizar las tecnologías de la comunicación y la información.

En el país no existen estudios que midan el nivel del analfabetismo digital. El estudio más cercano es el realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos de Ecuador (INEC) en el año 2013.

Una ligera comparación de Guatemala con Ecuador arroja el siguiente resultado: Ecuador tiene 15.74 millones de habitantes, una tasa de analfabetismo del 6.7 por ciento y una de analfabetismo digital del 20 por ciento. Guatemala, con una población de 15.47 millones, tiene un índice de analfabetismo del 13.20 por ciento, y el 68 por ciento de analfabetismo digital.

Aunque especialistas en el tema prefieren hablar de alfabetismo digital por niveles, no dejan de reconocer que el desconocimiento de la población al uso efectivo de los aparatos de computación y celulares obedece a una inseparable cadena de exclusión y marginación social que está determinada por la ausencia de recursos económicos de la mayoría de guatemaltecos.

Claro, no dejan de mencionar que existen elementos de carácter estructural, como la falta de infraestructura de red, de formación de capital humano en materia digital o de inversión que sustentan las políticas públicas de adopción y uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).

En la actualidad, Guatemala representa el 2.5 por ciento de la población de Latinoamérica y el Caribe, y solo el 10 por ciento de los habitantes tiene acceso a Internet, un poco más de 1 millón cien mil personas, el 0.2 por ciento de la población latinoamericana.

En busca de desarrollo

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¿Guatemala tiene algún plan de alfabetización digital, considerando el alto costo de los servicios de internet en comparación a la realidad social? ¿Debería de ser una prioridad fomentar el aprendizaje de las competencias digitales en las escuelas, los institutos y las universidades? ¿Cómo está afectando el analfabetismo digital a los guatemaltecos?

Esas son preguntas con respuestas a medias, porque aunque se promuevan programas digitales en el aula, no se cumplen totalmente.

La Digecade lanzó en el año 2007 su programa de autoaprendizaje Alfabetización Digital, como parte de una alianza con empresas privadas ligadas a la informática.

El objetivo era desarrollar conocimientos básicos en computación para los estudiantes a través de la autoformación y autoevaluación, de manera que las TIC fortalezcan los métodos de enseñanza-aprendizaje en el sistema educativo nacional, pero ese plan finalizó en el año 2012.

Uno de los inconvenientes para las escuelas a las que les llegan donaciones de aparatos de computación, es que algunos maestros rechazan la oferta por dos razones, por temor a que los ladrones se roben los equipos y dañen las instalaciones, o simplemente porque no tienen la capacidad para utilizarlos y menos para enseñar a sus estudiantes cómo se usan.

En el 2008 el MINEDUC incluyó en el Currículo Nacional Base el curso de Tecnología de la Información y Comunicación a partir de primero básico, pero muy pocos institutos poseen laboratorios de computación para que practiquen.

Preferimos enseñarles a leer bien, pero soñamos con que algún día se tengan las condiciones para que nuestros niños tengan su tableta, y tratar de estrechar la brecha que los separa de los niños de las instituciones privadas, que definitivamente es otro mundo, comenta la maestra Susana Valdez, encargada administrativa de una escuela pública-privada.

Falla recuerda que años atrás el Mineduc, respaldado por una organización internacional, impulsó el proyecto One laptop for child, el cual buscaba desarrollar el uso de las computadoras en las escuelas rurales. Desafortunadamente, los aparatos fueron apareciendo en otras instituciones para las que no habían sido asignadas, lamenta.

La experta también trae a colación que los colegios privados tuvieron un boom tecnológico desde el año 2000 cuando impulsaron sus laboratorios de computación y, luego, la inversión fue mayor con el tiempo para fortalecer sus sistemas de informática y ofrecer mejores opciones a los estudiantes.

Además, impulsaron los aprendizajes mixtos B-Learning; con el uso de móviles, M-Learning, y por medios electrónicos, E-Learning. Las plataformas virtuales también comenzaron a ocupar un lugar en las aulas privadas, lo cual permite que el alumno controle el avance o el ritmo de su aprendizaje, resume.

Sin embargo, tampoco en el área privada han logrado desarrollarse plenamente, aunque promuevan el uso de teléfonos inteligentes, laptops o tabletas.

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Nosotros nos esforzamos porque los estudiantes comprendan el contenido en el salón de clases, ya que el 90 por ciento de los estudiantes no cuenta con computadora en casa, dice Brayan Hernández, catedrático de computación del Colegio Montenevado.

De hecho, pocos tienen para pagar un café internet para cumplir con sus tareas escolares. Me he visto en la necesidad de hacer maquetas de teclados para que practiquen, resalta Hernández.

Catedráticos de básicos y diversificado consultados al respecto, comentan que muchos de sus alumnos son incapaces de realizar un cuadro en Excel y desconocen las funciones básicas de Word. Pedirles que preparen una presentación en Powerpoint es una tarea titánica, lo único que saben es conectarse a Facebook, agrega Hernández.

En la universidad tampoco es radiante el futuro tecnológico. No muchas casas de estudios superiores tienen sistemas de conexión inalámbrica a Internet, quizá por falta de equipos. De lo que sí estoy seguro es de que todas las universidades del país tienen páginas electrónicas de consulta, porque son gratis en la nube, dice To.

Humberto González, catedrático auxiliar de la Universidad Mariano Gálvez, es claro en ese sentido: La universidad les imparte el conocimiento (a los estudiantes), pero utilizarlos, según sus necesidades, es cosa de ellos […] los estudiantes quieren que exista un manual con todas las respuestas en audio libro, porque no saben ni leer, mucho menos beneficiarse de las herramientas que el mundo digital les ofrece.

Como él, otros catedráticos universitarios se quejan de tener estudiantes, incluso de maestrías, con problemas para adaptarse a nuevas tecnologías y sistemas. Es penoso que no sepan siquiera cambiar la letra de lo que copian y pegan, dice el ingeniero Leonel Bantes, catedrático auxiliar de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

A su juicio, el 50 por ciento de sus alumnos próximos a obtener un grado de licenciatura no han podido vencer el analfabetismo digital. Tienen serios problemas para interconectar las ideas, y se les dificulta poner en práctica los conocimientos aprendidos, insiste.

Como todo esto no es un problema aislado, el Fondo de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura (Unesco), promovió en el año 2008 los estándares de competencias para docentes.

En el manual establece las capacidades mínimas que un profesor debe cumplir para preparar estudiantes, ciudadanos y trabajadores capaces de comprender las nuevas tecnologías y que puedan apoyar al desarrollo social de la nación. Eso significa tener la capacidad de implementar cambios en el plan de estudios, en la práctica pedagógica, que supone la utilización de tecnologías, herramientas y contenidos digitales.

Empero, los encargados de departamentos de tecnología de algunas universidades aseguran que uno de los problemas que han enfrentado es que catedráticos de mayor edad se niegan a profundizar sus conocimientos en las nuevas plataformas digitales, lo cual les hace difícil adaptarse a utilizar nuevos sistemas.

Y en este punto son analfabetos digitales por decisión, ignorando los códigos que la sociedad del momento va imponiendo. En eso coinciden To y Falla. El analfabetismo digital va por niveles. Cada quién utiliza la tecnología y las redes sociales según lo crea conveniente, útil o hasta donde le interese, asegura To.

Un grupo de docentes universitarios y expertos en recursos humanos, también concuerdan en que hay una evidente falta de interés por aprender. Los jóvenes no se esfuerzan, tareas simples como escribir correctamente y comprender textos sencillos representa para ellos un gran reto, con efectos nocivos en la economía del país, dice Falla.

Dado que la exigencia de dominar la tecnología es cada vez en mayor, maestros, catedráticos universitarios y especialistas en el tema señalan que se necesitan profesionales completos, calificados y cualificados para desempeñar un empleo.

Es increíble, muchos pasan días enteros en sus dispositivos inteligentes, pero no son capaces de enviar por correo electrónico su portafolio en un archivo adjunto en formato PDF. Están inmersos en la tecnología, pero aun así son analfabetas digitales, resumen.

Alvin Toffler, uno de los principales exponentes de la revolución digital, dijo alguna vez: Los analfabetos del siglo XXI no serán los que no sepan leer y escribir, sino quienes no puedan aprender, desaprender y volver a aprender, frase muy acertada, tomando en cuenta los nuevos y permanentes avances tecnológicos.

En otras palabras, para tener éxito en el mundo digital de hoy en día, la alfabetización va más allá de la capacidad de leer y escribir. Incluye aprender cómo utilizar las herramientas de la tecnología, pero, para lograrlo, todavía hace falta mucho por hacer.

 

 

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