Las Convenciones de republicanos y demócratas son las que dan el banderazo de salida para que los candidatos presidenciales empiecen oficialmente la campaña electoral en Estados Unidos. Sin embargo, la batalla entre Hillary Clinton y Donald Trump ya está en auge.
David Rodríguez – Nueva York
Las últimas encuestas muestran que Hillary Clinton (D) y Donald Trump (R) se encuentra en virtual empate en la preferencia de los votantes de Estados Unidos, pero sus puntos de vista y opiniones difieren grandemente en la batalla anticipada que mantienen ambos aspirantes para llegar a la Casa Blanca.
Julio es siempre un mes clave en los procesos electorales de este país. Los republicanos realizan su Convención Nacional en Cleveland, Ohio, del 18 al 21, y los demócratas en Filadelfia, del 25 al 28. Después de esas fechas no habrá tregua hasta las elecciones generales del 8 de noviembre, cuando más de 100 millones de estadounidenses están convocados a las urnas.
Hace algunos meses pocos analistas veían al magnate y excéntrico Trump con posibilidades de lograr la nominación republicana y, en todo caso, no le consideraban un serio contendiente ante Clinton, la poderosa ex Primera Dama y ex Secretaria de Estado, favorita entre los demócratas y ya entonces con alta popularidad.
Contra todos los pronósticos, Trump fue venciendo rivales en las primarias, hasta alcanzar los delegados necesarios para ganar la nominación, aunque, aún hoy, hay corrientes dentro de su partido que trabajan para boicotear su confirmación como candidato presidencial.
Pero las encuestas le han dado un espaldarazo. Poco a poco fue cerrando la brecha que mantenía a su favor Clinton, hasta que las últimas encuestas a finales de junio daban un virtual empate técnico, porque la diferencia entre ambos es de apenas un 2 por ciento, lo que ubica el resultado dentro del margen de error. Se anticipa una batalla intensa, interesante y muy reñida.
Se espera sube y baja
Ninguno es candidato oficial de su partido, pero los dos actúan ya como tal. Los medios dan amplia cobertura a todo lo que hacen —y lo que dejan de hacer—, lo que dicen en público y lo que escriben en redes sociales. Todo sobre ellos se convierte rápidamente en noticia de primera plana, porque uno de ellos llegará a la Casa Blanca en enero de 2017. Muy sencillo.
Cuando el Comité de la Cámara de Representantes sobre Bengasi —liderado por republicanos— anunció que se investigaría a la ex Secretaria de Estado para determinar si tenía algún nivel de culpa sobre el atentado al consulado estadounidense en esa ciudad libia, se pensó que podría ser una estrategia política. Sin embargo, el informe final exculpa a Clinton, quien lejos de verse perjudicada ha salido entonces fortalecida.
Lo que es difícil de explicar es cómo Trump sube en las encuestas a pesar de las criticas y señalamientos. Incluso en el seno del Partido Republicano ha surgido un movimiento llamado Never Trump (Trump nunca), que considera que la nominación podría colapsar.
Incluso uno de los mayores financistas de los republicanos, el también magnate multimillonario Paul Singer, se ha sumado al movimiento y advierte que las políticas económicas de Trump llevarían a una depresión global generalizada y critica su idea de renegociar los acuerdos comerciales con México, Canada, así como una eventual guerra comercial con China.
Si bien las voces que critican al magnate político son cada vez más fuertes, los resultados en las encuestas confunden a los analistas, porque desde que principió el año ha logrado recudir una brecha de casi 15 puntos, hasta situarse en este empate virtual en la encuesta última, realizada por la Universidad Quinnipiac: 42% contra 40% en la intención de voto.
Antes de eso, una encuesta de CNN le daba una ventaja a principios de junio de 7 %, a la candidata demócrata.
En lo que sí coinciden todos los estudios de opinión, es en que Hillary Clinton aventaja por mucho en segmentos de población, como mujeres, votantes negros e hispanos, pero Trump es fuerte entre los votantes hombres.
Un aspecto relevante en los estudios de opinión que se han realizado en los últimos meses, es que la forma en que se producen constantes ataques entre los candidatos ha llevado a que gran parte de la población califique de campaña electoral mezquina lo que se vive y a que aumente la creencia de que ninguno de los dos será buen Presidente.
El 61 por ciento de los estadounidenses considera que la elección 2016 ha incrementado el nivel de odio y prejuicio en el país, aunque un alto 67 % culpa al candidato republicano por ese resultado que se percibe entre la sociedad.
Los votantes se encuentran en medio de dos candidatos que no les gustan, asegura el encargado del estudio de Quinnipiac.
La pregunta que los estudios de opinión pública no aclaran hasta el momento es cómo un candidato tan controversial puede mantener posibilidades. Cuando Trump arrancó la carrera por la Casa Blanca, nadie apostaba a su favor. Luego las primarias lo lanzaron al estrellato político y ahora es difícil anticipar lo que sucederá cuando la campaña se convierta en oficial. Los demócratas lucen optimistas, porque le apuestan a un descalabro en cualquier momento de sus rivales republicanos.
Terrorismo, en punta
Uno de los temas más sensibles en muchos sectores de la sociedad estadounidense es el del terrorismo, en donde el radicalismo de Trump cobra fuerza cuando se producen atentados en otros países. Debemos defender y proteger a los Estados Unidos. Tenemos que mantenerlo fuera de nuestras fronteras, dice como reacción inmediata, para hacer ver el peligro que existe de que haya nuevos atentados masivos en el país. Clinton, en cambio, suele ser más moderada con sus comentarios. En el caso del atentado en Turquía, dijo que sus oraciones están con las víctimas y sus familias. Estados Unidos debe fortalecer sus lazos con los países aliados. Sin embargo, también habla de derrotar al terrorismo y yihadismo radical alrededor del mundo.
A veces los discursos o declaraciones encendidas de Trump en contra de los musulmanes —a los que poco distingue entre radicales y religiosos—, suelen encontrar aceptación en sectores muy conservadores o temerosos del terrorismo. Por eso, lo que muchos le critican, podría ser una fortaleza en cualquier momento de la campaña que se avecina.
Al parecer, los dos candidatos están apelando a sus votantes más tradicionales —ya sea demócratas o republicanos—, por lo que los analistas centran su atención en los estados que no son controlados por uno u otro partido.
Una vez más, ven La Florida como un estado determinante a la hora de lograr los votos electorales necesarios. La campaña de Clinton se enfoca en repetir los resultados en los 19 estados más demócratas, que representan 242 votos electorales. Esto ha sido consistente desde 1992. Eso significa que aún necesita ganar en otros estados, por lo que centra su atención en Colorado, Iowa, Nevada, Ohio y Virginia, estos últimos estados que no han sido conquistados por ninguno de los partidos, sino escogen por candidato.
Para ganar la presidencia se requieren 270 votos electorales, lo que coloca a Trump en una posición similar, en la que debe buscar varios estados que no son republicanos, para llegar a la Casa Blanca. Su objetivo es conquistar Pensilvania, Ohio o Michigan —apostará por el que le de mayores oportunidades— y Wisconsin.
Así es que, en los últimos meses del año, veremos a los dos partidos invirtiendo en publicidad más fuerte, en estos estados. Y por supuesto, como ha ocurrido últimamente, dejando a Florida como la guinda del pastel.