Cavallino en punto muerto: El otoño rojo de Lewis Hamilton

  • Lo que se proyectaba como el «idilio del siglo» terminó convertido en una tragedia griega sobre el asfalto. El 2025 de Ferrari no solo fue un año de sequía deportiva; fue el choque frontal entre la mística de Maranello y la cruda realidad de un campeón que no encontró su lugar en el templo de la velocidad.

Enero de 2025 comenzó con el mundo del motor en estado de shock. Ver a Lewis Hamilton vestido de rojo, bajándose de un Ferrari en el pit-lane, era la imagen que el deporte necesitaba para recuperar su épica. Sin embargo, la estética no ganó carreras.

El SF-25 resultó ser un monoplaza caprichoso. Aunque rápido a una vuelta en manos de un Charles Leclerc que sigue siendo el «hijo pródigo», el coche fue una pesadilla para el estilo de conducción de Hamilton. El británico, acostumbrado a la precisión quirúrgica de Mercedes, se encontró con un coche con una zaga inestable y una degradación de neumáticos que recordó a los peores años de la era Binotto.

El «Fracaso» de Lewis: Entre la adaptación y el declive

No hay forma de endulzarlo: la temporada de Hamilton ha sido calificada por la prensa italiana como un disastro.

El 2025 será recordado como uno de los peores años del popular equipo italiano Ferrari.

El duelo interno: Leclerc no solo le ganó en puntos, sino que lo batió en casi todas las sesiones de clasificación. La velocidad pura del monegasco dejó en evidencia que Lewis, a sus 40 años, ha perdido ese «extra» de agresividad necesario para domar un Ferrari indómito.

La desconexión táctica: Vimos a un Hamilton frustrado por radio, cuestionando estrategias y mostrando una falta de química con su nuevo muro de ingenieros. El siete veces campeón llegó a Maranello para ganar el octavo, pero terminó luchando por entrar en el Top 5.

«Vine a Ferrari por la mística, pero me encontré con un laberinto,» declaraba Lewis tras el GP de Monza, donde un error en boxes le privó de un podio que la afición ya celebraba.

La crisis de identidad de la Scuderia

Fred Vasseur prometió una revolución que se ha quedado a medio camino. Ferrari cerró 2025 lejos de la hegemonía de McLaren y del resurgimiento de Red Bull. Los errores tácticos volvieron a ser el leitmotiv de las tardes de domingo, y la fiabilidad del motor en el último tercio de la temporada evaporó cualquier opción de luchar por el Mundial de Constructores.

La sensación en el paddock es que Ferrari se centró tanto en el marketing del «fichaje del siglo» que olvidó el desarrollo técnico necesario para destronar a la nueva guardia de la Fórmula 1.

Dijeron que Charles Leclerc era el predestinado a ser campeón con Ferrari, pero no se ha cumplido.

2026: El horizonte del «Todo o Nada»

Si 2025 ha sido un año para el olvido, 2026 se presenta como la última frontera. El cambio radical de reglamento técnico y la llegada de las nuevas unidades de potencia son la tabla de salvación a la que se aferra Maranello.

¿Por qué hay esperanza?

El Motor 2026: Los rumores indican que el departamento de motores de Ferrari ha encontrado una ventaja competitiva en la parte eléctrica del nuevo reglamento. Es el secreto mejor guardado de Italia.

La Catarsis de Hamilton: Para Lewis, 2026 será su última oportunidad real. Con un coche diseñado desde cero bajo su supervisión y la de Leclerc, el equipo espera que la experiencia del británico sea el factor diferencial en un año donde todos parten de cero.

Refuerzos Técnicos: La llegada de ingenieros clave provenientes de Milton Keynes (Red Bull) empezará a dar frutos reales en el diseño del coche del próximo año.

Con las nuevas reglas para el 2026, Ferrari espera mejorar y poner en la pista un auto competitivo.

El veredicto

El 2025 será recordado como el año en que aprendimos que los nombres no ganan campeonatos. Ferrari y Hamilton han vivido un matrimonio de conveniencia que, por ahora, solo ha traído decepción. Pero en el ADN de Ferrari reside la capacidad de resurgir de sus cenizas.

El 2026 no será solo una temporada más; será el juicio final para el legado de Lewis y la gestión de Vasseur. En Maranello, el rojo ya no puede ser solo una pasión; tiene que volver a ser una victoria.

Deja una respuesta