Barcelona, España | AFP |
La región española de Cataluña, tan grande como Bélgica, es una de las más estratégicas para la cuarta economía de la zona euro.
– Turística, moderna, endeudada
Este territorio nororiental con lengua y cultura propias representa el 6,3% de la superficie de España, un 16% de su población y un 19% de su PIB.
Tierra de los pintores Salvador Dalí y Joan Miró o del arquitecto Antoni Gaudí, donde es tradición bailar la sardana y construir torres humanas (los «castells»), es un imán turístico: atrae al 22,5% de los visitantes que llegan a España.
En deportes, su capital, Barcelona, es la única ciudad española que ha sido sede de los Juegos Olímpicos, en 1992, y el equipo FC Barcelona de Lionel Messi, vivero de futbolistas de la «Roja», es el segundo club del país con más títulos, con 24 Ligas y 5 Champions.
Cataluña alberga industrias punteras y centros de investigación destacados, entre otros en los campos nuclear y de la biomedicina. Es el origen además de una cuarta parte de las exportaciones españolas y tiene una tasa de desempleo del 13,2%, cuatro puntos por debajo de la media del país.
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También es una de las regiones más endeudadas, con una deuda pública equivalente al 35,2% de su PIB (75.400 millones de euros a fines de marzo) y acude regularmente por dinero a un fondo de liquidez especial del Estado español.
Sin embargo, la región denuncia un reparto desigual del dinero público en España, responsable a su juicio de su asfixia financiera.
– Amplias competencias
Cuna del anarquismo en España junto con Andalucía (sur), Cataluña ha mantenido a menudo relaciones complejas con el poder central.
El dictador Francisco Franco le retiró sus competencias y aplicó una dura represión al fin de la Guerra Civil tras la caída de Barcelona, bastión republicano, llegando a prohibir el uso oficial del catalán.
Hoy dispone de amplias competencias en tanto que comunidad autónoma «histórica», al igual que el País Vasco (norte), Galicia (noroeste) y Andalucía.
En virtud de un sistema que hace de España un país muy descentralizado, las autoridades de Cataluña deben respetar la Constitución, pero administran directamente la sanidad y la educación, al punto de haber sido acusadas por los conservadores de minimizar el uso del castellano o manipular los programas de historia.
Dispone de policía propia, los «Mossos d’Esquadra», que en última instancia debe seguir las consignas del poder central.
– Nacionalista
Fue por mucho tiempo dirigida por la coalición Convergencia i Unió (CiU, Convergencia y Unión, nacionalista y conservadora) de Jordi Pujol, presidente regional entre 1980 y 2003.
Pujol tuvo mucha ascendencia en Cataluña y en Madrid, donde negoció el apoyo de sus diputados tanto con la derecha como con la izquierda.
En la década de 2010 se vio sin embargo inmerso en escándalos de fraude fiscal y corrupción, con lo que su imagen quedó muy dañada.
A partir de 2003, Cataluña estuvo dirigida por una coalición de izquierda que logró ampliar sus competencias.
Pero el estatuto de autonomía fue anulado parcialmente en 2010 por el Tribunal Constitucional, insuflando aire al sentimiento independentista y retornando al poder a los nacionalistas, con Artur Mas, presidente regional entre 2010 y fines de 2015.
La crisis económica alimentó por igual al separatismo.
Conservador como Pujol, el nacionalista Mas fue poco a poco asumiendo la causa independentista y organizó el 9 de noviembre de 2014 una primera «consulta» sobre la independencia, prohibida por la justicia.
CiU se dividió, tironeada por conservadores moderados y defensores de la independencia.
Separatistas de derecha e izquierda formaron la coalición «Junts pel Sí» (Juntos por el Sí), imponiéndose en las elecciones regionales de septiembre de 2015, que semejaron un plebiscito sobre la independencia, registrando una participación récord de 77,4%.
Los partidos independentistas obtuvieron 47,6% de los votos, y así se aseguraron una mayoría en el parlamento regional de 72 de los 135 escaños, gracias al sistema electoral catalán que favorece el voto rural, también el más independentista.
El 10 de enero de 2016, Carles Puigdemont reemplazó a Artur Mas al frente de la región, con el proyecto de impulsarla hacia la independencia a más tardar en 2017.