Desde mediados de mayo, en el hipódromo de Moscú suena el ruido de los sulkys: las carreras hípicas han sido las primeras competiciones deportivas autorizadas a reanudarse en la capital rusa, a puerta cerrada, pero difundidas en directo para felicidad de los apostadores.
En la pista de este hipódromo situado en el corazón de Moscú, las carreras se encadenan, acompañadas solo por los gritos de los jockeys.
«Es una pena que las tribunas estén vacías, que los jockeys y los caballos no escuchen ese ruido (…) Son un poco como artistas actuando en un teatro vacío», declara a la AFP Alexandre Lossev, juez principal del hipódromo.
Para él, esta reanudación era imperativa: «Los caballos, no son autos que puedes cerrar en un garaje. Deben entrenarse, son deportistas», cuenta.
Los jockeys también lo esperaban, sin temor.
«Las reglas de distancia social no nos conciernen mucho, ya que no somos nosotros sino los caballos los que corren, y ellos no atrapan el coronavirus», explica el jockey Andrei Vikin.
Distancia de seguridad respetada en los podios, mascarillas y guantes para los jockeys: los organizadores aseguran que todo está hecho para respetar las consignas de las autoridades cuando el coronavirus, aunque está en descenso, contamina todavía a entre 8.000 y 9.000 personas cada día en el país.
El hipódromo de Moscú, abierto en 1834 y cuyas tribunas están clasificadas como monumento histórico, alberga habitualmente una sesión por semana, el domingo.
Esta reanudación hace felices a los apostadores cuando todas las competiciones deportivas han sido interrumpidas en Rusia, y pone en los focos a la hípica rusa, muy lejos del profesionalismo.
Si habitualmente cada hipódromo ruso funciona por separado, los de Moscú y Kislodovsk (Cáucaso) aprovecharon estas circunstancias para asociarse con difusiones en directo en Internet.
«Los apostadores que habitualmente no se interesan por las competiciones hípicas han comenzado a hacerlo», declara el director general de la asociación de apuestas hípicas, Serguei Pobotchi.