Carlos Vives usa con frecuencia la comparación que alguna vez le hicieron con Elvis Presley: cuando otros miraban fuera de fronteras, él se enfocó en la música de su tierra, de su pueblo y lo convirtió en un producto masivo.
Vives sostuvo este lunes que el Caribe comienza en el río Misisipi y se extiende hasta el Magdalena de su amada Colombia, donde por más de 30 años construyó una exitosa carrera en la que la firma del vallenato, la cumbia y el porro están siempre presente.
Vives visitó Los Ángeles este lunes para inaugurar una exhibición en su honor que se extenderá por todo el otoño boreal en el museo del Grammy.
Y como un niño, sin perder nunca la sonrisa, Carlos Vives se paseó por las tres vitrinas que mostraban los discos, guitarras, bolsos, boletas y hasta unos vaqueros remendados que escribieron esta parte de su historia.
«Nunca hubiera podido pensar algo así. Estábamos inmersos en grabar, en escribir, en hacer cosas sin esperar nada a cambio, sino creyendo en lo que hacíamos», expresó el cantante en una presentación a la prensa de esta exhibición.
El primero de los tres grandes paneles muestra el vestuario en «Escalona», la novela de Caracol de 1991 que recreó la vida y obra del cantautor vallenato Rafael Escalona.
Y a partir de allí arranca un resumen de la carrera artística del hijo de Santa Marta, que inició su carrera musical llevando ese sonido autóctono a las «guitarras eléctricas, a los teclados, a la batería».
«A partir del folklore se dio un nuevo sonido buscar la modernidad a partir de las raíces», indicó el cantante, que claramente se mostró más emocionado con la del medio, en referencia a «El rock de mi pueblo», en la que se muestra una guitarra hecha de ollas de cocinar, unos pantalones cortos vaqueros con parches y tejidos indígenas, la chaqueta también con escamas de mar en las mangas, y un acordeón intervenido con la imágenes de divinidades en medio de mucho, mucho color.
«Cómo hacernos un Elvis local, inspirados en la localidad con cosas que habían ahí en la playa, de cosas humildes, hacer cosas brillantes para el show como unirnos con la diversidad».
– «Sueño con canciones» –
Esa misma retrospectiva de las vitrinas la conversó luego en una charla con el editor de la revista Rolling Stones, David Fricke, que tuvo por supuesto mucha música.
El público era pequeño, pero cómo supo aplaudir al ganador de dos Grammys y 11 Latin Grammys.
En ese concierto íntimo, y con una voz con la fuerza de siempre, Vives ilustró con canto su proyecto musical.
Desde «Mujer conforme», al clásico «La gota fría», pasando por «La cachucha bacana», «Pa Mayté» y «El rock de mi pueblo»… Ya al final era imposible estar sentado.
El vallenato se apoderó del edificio del Grammy Museum.
La exhibición se inauguró tres días después del lanzamiento de su más reciente disco «Vives», su décimo de estudio, que incluye temas de mucha pureza vallenata como «El sombrero de Alejo», pero también temas con un fuerte contenido social como «Los niños olvidados» y «La mujer de la ventana», compuesto a partir de la fotografía de una mujer golpeada que fue publicada en la prensa.
Al mismo tiempo, el vallenatero insistió en que en Colombia «ponernos de acuerdo es lo que tenemos que lograr para encontrar la paz».
«Lograr un país con más equidad, más representativo, donde nos encontremos todos para que podamos curar heridas», añadió el cantante, que no obstante descartó un guerrillero presidente: «Eso no hombre, yo creo que es muy difícil».
La FARC, el partido político surgido del acuerdo de paz entre el gobierno y la otrora guerrilla en Colombia, anunció a principios de noviembre que buscará llegar al poder en Colombia con Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko, como candidato para las elecciones de mayo de 2018.
Y así mientras se siga tejiendo la historia colombiana, Carlos Vives seguirá escribiendo.
«Tengo muchos planes y sueño con canciones, es un camino hermoso».