La difunta jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg, un icono feminista, yace este viernes en capilla ardiente en el Capitolio de Washington, donde volvió a hacer historia al convertirse en la primera mujer en recibir este homenaje reservado a dignatarios.
Cubierto con la bandera estadounidense, el ataúd de la jueza fallecida hace una semana fue transportado desde la Corte Suprema hasta la Rotonda del Capitolio, donde la nación da el último adiós a ciudadanos prominentes.
Allí asistieron los parientes de Ginsburg, legisladores y otras personalidades, entre entre ellos el aspirante demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, acompañado de su esposa, Jill, y de su compañera de fórmula para las presidenciales del 3 de noviembre, Kamala Harris.
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Tras una breve ceremonia, los asistentes, la mayoría usando mascarillas por la pandemia de covid-19, se pusieron las manos en el corazón mientras una guardia de honor colocaba el ataúd sobre un soporte de madera cubierto con una cinta negra.
Ese armazón, conocido como catafalco, es el mismo que sostuvo los restos del presidente Abraham Lincoln después de su asesinato en 1865.
Ícono
Ginsburg, quien murió el 18 de septiembre a los 87 años, fue apenas la segunda mujer en integrar el máximo tribunal de justicia de Estados Unidos y se hizo famosa por su férrea lucha contra la discriminación.
«Que descanse en paz», dijo la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, líder de los demócratas en el Congreso, antes de acercarse al ataúd de Ginsburg y persignarse.
La mayoría de los legisladores presentes eran mujeres demócratas.
Aunque algunos republicanos también fueron a presentar sus respetos, incluido el número dos de los republicanos en la Cámara de Representantes, Steve Scalise.
Ginsburg, quien nació en Brooklyn hija de inmigrantes judíos rusos, será recordada también como la primera persona de esa confesión en ser honrada con una capilla ardiente en el Capitolio.
La rabina Lauren Holtzblatt dijo que la jueza, que murió de cáncer, «buscó la justicia» todos los días de su vida, incluso estando enferma, y destacó su «tenaz persistencia».
Una soprano estadounidense acompañada de un pianista también participó en el programa de homenajes a Ginsburg, gran amante de la ópera.
La ceremonia se llevó a cabo en el histórico Salón de las Estatuas, donde está inmortalizada la emblemática activista de los derechos civiles Rosa Parks, también honrada en el Capitolio tras su muerte en 2005, pero no con la pompa de Ginsburg.
Tres flexiones frente al ataúd
En este escenario solemne, una curiosa escena sorprendió.
Frente al ataúd, un hombre de repente se agachó e hizo tres flexiones. Era Bryant Johnson, el entrenador personal de la jueza, una mujer menuda de apenas 1.54 metros de estatura pero con una gran energía.
«Hago 10, luego respiro y luego hago 10 más», contó en 2016 Ginsburg sobre su rutina.
- El entrenador llegó a publicar un libro de ejercicios de gimnasia sobre el método «RGB»
- las iniciales con las que se conoce a esta magistrada devenida en figura pop en los últimos años.
- Al final de la ceremonia, legisladores republicanos y demócratas se reunirán en la escalinata del Capitolio
- para rendirle un homenaje final a Ginsburg, en una rara señal de unión tras la feroz batalla política desatada con su muerte.
Notablemente ausentes estuvieron los líderes republicanos del Senado, Mitch McConnell, y de la Cámara baja, Kevin McCarthy.
En medio de abucheos, el presidente Donald Trump guardó el jueves un minuto de silencio frente a los restos de la jueza, expuestos desde el miércoles a la entrada de la Corte Suprema.
El presidente republicano ya dijo que no perderá tiempo en la sucesión: el sábado anunciará a quién nominará para este influyente cargo.
- Con mayoría republicana en el Senado
- la confirmación del nombramiento debería ser una mera formalidad
- con lo cual el alto tribunal contará con seis jueces conservadores
- entre sus nueve magistrados en total
- una integración que podría cambiar profundamente la sociedad estadounidense.
Los restos de Ruth Bader Ginsburg serán enterrados en un acto privado la próxima semana en el Cementerio Nacional de Arlington, Washington.