Terminaba la década de los años cincuenta y principiaba la de los sesenta. Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS) intensifican la Guerra Fría. En Cuba triunfa la revolución castrista y en Guatemala hay un excéntrico presidente, Miguel Ydígoras Fuentes, que contribuye a polarizar el país y lo involucra en las primeras escaramuzas ideológicas en la región. Surge la guerrilla, que pronto toma el rojo revolucionario marxista.
Crónica-Cultura
Los años cincuenta fueron de gran agitación en Guatemala. En 1954, con el apoyo de la CIA estadounidense, el movimiento de Liberación derrocó al presidente Jacobo Árbenz Guzmán, y llevó a la presidencia a Carlos Castillo Armas, asesinado tres años después. Un colaborador suyo, el militar ubiquista Miguel Ydígoras Fuentes, aprovechó la coyuntura para postularse y ganar las elecciones que le llevaron a la presidencia el 2 de marzo de 1958.
Pero el mundo de ese entonces vivía momentos difíciles. Estados Unidos principiaba la llamada Guerra Fría con la Unión Soviética, una confrontación entre capitalismo y comunismo, representados por las dos potencias. Además, en Cuba, muy cerca de Guatemala, triunfaba una revolución que, después de derrocar al presidente Fulgencio Batista (1959), se autoproclamó marxista.
Y Guatemala no se escapó de esa confrontación ideológica, sobre todo porque desde la intervención estadounidense había ya una polarización en el país. El nuevo Gobierno se identificó rápidamente con la tendencia proestadounidense, y en lo doméstico apeló al nacionalismo y anticomunismo, pero todo en un marco de corrupción y represión, que generaban un ambiente inestable.
Ydígoras no era un político tradicional. Por lo contrario, era excéntrico y autoritario. Desde un inicio definió su ruta para gobernar, con un gabinete en el que destacaba la corriente contrarrevolucionaria y ubiquista, no era difícil anticipar que habría problemas.
El primero fue el nombramiento de Julia Quiñónez, otra colaboradora del dictador Ubico, quien creó pronto una confrontación con el gremio magisterial, más identificado con el arevalismo. Al año de asumir el poder, el Presidente recurrió a la fuerza pública para disolver una manifestación masiva encabezada por maestros que exigían recuperar los beneficios sociales del gobierno de Juan José Arévalo.
En contra de Cuba
Muy pronto Washington consideró a la Cuba de Fidel Castro como enemigo ideológico. Es entonces cuando recurre a su viejo aliado y conocido, el presidente Ydígoras. Prepararon un plan para invadir la isla caribeña, pero se necesitaba un lugar para entrenar a las tropas invasoras. Guatemala fue el objetivo, y la respuesta del gobernante fue positiva. Un amigo, el empresario azucarero Roberto Alejos, entregó para ese fin la finca Helvetia, ubicada en Retalhuleu. Estaba en marcha el plan aprobado por el presidente John F. Kennedy.
En su mente, el mandatario guatemalteco pensaba que Estados Unidos apoyaría el reclamo guatemaltecos sobre Belice por este apoyo, algo que jamás llegó a suceder. Es decir, que no tuvo efectos positivos en política exterior, pero además, en lo interno, el permitir el uso del territorio nacional generó muchas inquietudes, principalmente entre la oficialidad joven del Ejército.
Aunque no hay pruebas concretas, se dice que lo único que Guatemala —o guatemaltecos— recibió a cambio, fue dinero y un incremento en la cuota azucarera que Estados Unidos compraba al país.
En todo caso, la historia registra que la Invasión de Bahía de Cochinos resultó en un gran fracaso para la administración Kennedy, y el efecto negativo en lo doméstico fue también grande, porque incidió en los acontecimientos posteriores.
Surge la guerrilla
El episodio de Helvetia permitió a los oficiales jóvenes del Ejército comprobar las diferencias en el trato que recibían militares de uno y otro país. Más allá, los inconformes empezaron a mencionar malos tratos en la institución castrense, y atribuían la falta de recursos a la corrupción que se percibía en el Gobierno. A principios de noviembre emitieron un comunicado en el que decían que había llegado el momento para derrocar al Gobierno y formar un Gobierno que sea respetuoso de los derechos humanos, que busque los remedios para los males de nuestro país y tenga una política exterior seria y digna.
La rebelión estaba en marcha. El 12 de noviembre un grupo importante de jóvenes oficiales se concentró en la capital y apelaron a otros militares y tropas. Se alzaron el 13 de noviembre de 1960. Sin embargo, la coordinación no resultó eficiente y el levantamiento fracasó, por lo que las tropas leales obligaron a replegarse y huir a los alzados, que intentaron vanamente obtener apoyo en las bases militares de Zapaca y Puerto Barrios.
Ydígoras era un gobernante egocentrista, acostumbrado a atraer la atención sobre su persona. Dos días después, para destacar su triunfo militar, enfiló personalmente hacia Puerto Barrios para acabar con cualquier posibilidad de golpe de Estado.
Entre los alzados destacaron el teniente Marco Antonio Yon Sosa, originario de Los Amates, Izabal y el sub teniente Luis Turcios Lima. Curiosamente, ambos oficiales habían recibido varios cursos de lucha guerrillera en la Escuela de las Américas, a cargo de expertos militares estadounidenses.
La presencia de Ydígoras en la zona militar de Puerto Barrios provocó que ambos líderes rebeldes tuvieran que salir al exilio, hasta que volvieron a principios de 1962 con una organización político-militar.
En diferentes entrevistas periodísticas, estos y otros líderes guerrilleros confesaron que el intento de derrocar al gobierno no se hizo con fines ideológicos. Si no que se trataba de un movimiento que pretendía devolver soberanía al país, poner fin a la corruptela oficial y atender las demandas sociales. No era un movimiento procomunista en aquel primer momento.
Es así como el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre (MR-13) sale a luz pública en febrero de 1962, y anuncia su intención de derrocar al régimen por medio de la lucha armada. Además, comienzan los contactos y alianzas con el Partido Guatemalteco de los Trabajadores (PGT), de corte comunista.
Mientras las alianzas y crecimiento de la base continuaba, surge —un año después—, la organización Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), que se unió con el MR-13, el PGT, y el Movimiento 12 de abril. Su primer comandante fue Yon Sosa.
Es a partir de ese momento en que principia el movimiento revolucionario, al que luego se sumaron grupos como la Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas (ORPA), y el Ejército Guerrillero de los Pobres, que finalmente terminaron integrando la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), que luego se convirtió en fuerza política tras la firma de los Acuerdos de Paz en 1996.