Boris Johnson se jugó toda su carrera a la arriesgada apuesta de hacer realidad el Brexit. Y ganó. Al cumplir su promesa y poner fin a años de crisis, quien fuera una de las figuras más polarizantes del país sale legitimado.
Este viernes el Reino Unido puso fin a 47 años de complicado matrimonio con la Unión Europea, convirtiéndose en el primer país miembro que salió del bloque.
Ahora «nuestro trabajo en el gobierno -mi trabajo- es unificar a este país y llevarnos hacia adelante», afirmó Johnson decidido a superar la división que el Brexit ha causado durante años.
Fue prometiendo cumplir «a toda costa» con el resultado del referéndum que en junio de 2016 decidió el Brexit, que este político con un cierto aspecto de payaso, al que todo el país apoda «BoJo», llegó al poder en julio haciendo realidad el sueño de su vida.
Poco después, contra todo pronóstico, lograba en las legislativas anticipadas de diciembre una aplastante mayoría que los conservadores no veían desde los años 1980 y dejaba claro que sus compatriotas ponían sus esperanzas en él.
También se ganó el respeto de sus homólogos europeos, algunos muy escépticos en un principio como el francés Emmanuel Macron, cuando en octubre logró renegociar un acuerdo de divorcio que aparecía inamovible, mostrando determinación y seriedad.
Pero, aunque su popularidad no dejó de crecer, este hombre de 55 años e indisciplinada cabellera rubia se ha atraído también nutridas críticas por una retórica populista, que le valió la comparación con Donald Trump, y una falta de rigor que muchos denuncian como mentiras.
Inusual ejercicio sobre el Brexit
En el referéndum de 2016, este gran admirador de Winston Churchill –sobre el que escribió una biografía– surgió como uno de los principales defensores del Brexit, pero solo tras realizar un inusual ejercicio.
Columnista del diario conservador The Daily Telegraph, había preparado un artículo anunciando que apoyaba la permanencia en el bloque y otro afirmando lo contrario, lo que alimentó la impresión de que su decisión escondía un cálculo político.
«Lo único en lo que Boris Johnson cree es en Boris Johnson», dijo a la AFP el exdirector general de la Organización Mundial del Comercio (OMC) Pascal Lamy, que conoce a la familia Johnson desde que Boris era un muchacho que estudiaba en la Escuela Europea de Bruselas, donde su padre fue eurodiputado.
Alexander Boris de Pfeffel Johnson nació en 1964 en Nueva York, en el seno de una familia de políticos, periodistas y celebridades mediáticas.
Uno de sus bisabuelos era turco y fue ministro del último Imperio Otomano.
Y él siempre lo recuerda cuando se lo acusa de islamofobia. Como cuando comparó a las mujeres vestidas con burka con buzones de correos, unas declaraciones que junto a otras le valieron también ser acusado de misoginia, aunque sus partidarios las califiquen de simples bromas.
Carrera hacia la cima
Siguiendo el recorrido clásico de las élites británicas, estudió en las prestigiosas Eton y Oxford.
En 1987 comenzó una carrera de periodista en The Times, que le despidió un año después por inventar unas declaraciones. Entre 1989 y 1994 fue corresponsal del Telegraph en Bruselas, donde escribió artículos que ridiculizaban las regulaciones europeas.
«No inventaba las historias pero siempre caía en la exageración», recuerda Christian Spillmann, periodista de la AFP en Bruselas en esos años.
Elegido diputado en 2001, perdió un puesto en la cúpula conservadora tres años después por mentir sobre una aventura extramatrimonial. Uno de los varios escándalos personales de un político que no quiere decir cuántos hijos tiene… además de los cuatro reconocidos.
Divorciado dos veces, ahora vive en Downing Street con su novia, Carrie Symonds, de 31 años.
Adquirió rango de estrella tras ser elegido alcalde de Londres en 2008 y, aunque se le achacan algunos proyectos desastrosos, brilló por los exitosos Juegos Olímpicos de 2012.
Fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores por Theresa May en julio de 2016. Se le acusa de haber cometido graves errores diplomáticos antes de dimitir dos años después por sus desacuerdos sobre su estrategia de Brexit.
Ahora la suya se ha demostrado más eficaz. Queda aún sin embargo la tarea de negociar la futura relación con la UE, que se anuncia complicada y volverá a poner a prueba su capacidad de seducir y convencer.