Benjamín Netanyahu, el más longevo de los primeros ministros de la historia de Israel, confía en permanecer en el poder tras las legislativas de este martes.
Netanyahu, de 69 años –de los cuales 13 al frente del gobierno–, es de todos los primeros ministros de Israel el único nacido tras la creación en mayo de 1948 del Estado.
Sus éxitos diplomáticos, su imagen de mejor garante de la seguridad de un país enfrentado a múltiples amenazas y el crecimiento económico dejaron durante muchos años poco espacio a sus rivales.
Sin embargo, este martes los sondeos prevén una elección reñida frente al general Benny Gantz, ex jefe de estado mayor, líder de una lista de centroderecha, que le reprocha su «adicción a los placeres del poder».
En las legislativas de abril, Gantz, que aunó los votos anti-Netanyahu, terminó empatado con el Likud del primer ministro. Pero como éste no logró formar una coalición de gobierno, se convocaron estas nuevas elecciones.
Adorado u odiado, «Bibi», como lo llaman todos los israelíes, ha demostrado a lo largo de su carrera política su formidable capacidad para enfrentar las situaciones adversas.
Precoz y duradero
Netanyahu fue el primer ministro más joven de la historia de Israel, cuando dirigió el gobierno por primera vez entre 1996 y 1999.
En 2009 volvió al cargo de primer ministro, tras haber ocupado varios puestos ministeriales en los gobiernos de Ariel Sharon.
Esta permanencia en el poder causa admiración más allá de simpatías o antipatías.
«Cuando pierda Bibi, habrá momentos en que Israel lamentará no tener un líder de estatura internacional, reconocido por todo el mundo, al cual -guste o no guste- todos presten atención cuando toma la palabra», escribió este año el diario Haaretz, que no oculta su hostilidad hacia Netanyahu.
Nieto de rabino, hijo de un historiador ultrasionista, Netanyahu nació el 21 de octubre de 1949 en Tel Aviv.
Netanyahu pasó parte de su infancia en Estados Unidos y estudió en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT).
A su regreso a Israel, sirvió cinco años en una unidad de las fuerzas especiales israelíes y resultó herido en 1972 en una operación de rescate de rehenes en un avión desviado por palestinos.
Netanyahu evoca a menudo la muerte de su hermano Yoni en la operación israelí para rescatar rehenes de otro vuelo en aeropuerto de Entebbe, en Uganda.
A comienzos de los años ochenta comenzó su carrera política bajo el padrinazgo de Moshe Arens del partido Likud (derecha), que lo nombró en la embajada israelí en Estados Unidos y luego embajador ante la ONU.
En 1988 es electo diputado por primera vez y en 1996 accede al cargo de primer ministro.
El enemigo mortal
En los últimos años, Netanyahu designó a Irán como el nuevo «Amalek», el enemigo mortal, de Israel, lo que le permitió desarrollar nuevas relaciones con los países árabes, en particular Arabia Saudita.
Se atribuye además el acceso de Israel al estatuto de potencia tecnológica mundial que sirve de «modelo para el resto del mundo».
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos dio un nuevo impulso a las ambiciones de Netanyahu que en la campaña exhibe como trofeos personales el traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén y el reconocimiento de la anexión del Golán por parte de Washington.
Sus adversarios lo acusan de ser un autócrata, ávido de poder, amigo de la mentira, que nunca quiso la paz con los palestinos y cuyo discurso antiárabe socava los fundamentos de la democracia israelí.
Casado y con tres hijos, Netanyahu está implicado en presuntos casos de corrupción, fraude y abuso de confianza en casos de donaciones de parte de empresarios millonarios.
El primer ministro, que será interrogado el mes próximo por la justicia, denuncia una «caza de brujas».