La gran mayoría de los niños cuyas madres contrajeron el virus del Zika durante el embarazo nacen sin las temidas malformaciones como la microcefalia. Pero un estudio realizado en 70 pequeños aparentemente normales al nacer en Colombia reveló leves retrasos en su desarrollo.
El estudio, publicado el lunes en la revista estadounidense JAMA Pediatrics, hizo seguimiento a 70 bebés nacidos entre agosto de 2016 y noviembre de 2017, en el apogeo de una epidemia que se extendió por América del Sur y llevó a la Organización Mundial de la Salud a declarar una emergencia global. Colombia y Brasil estuvieron entre los países más golpeados.
A estos bebés oriundos del departamento colombiano de Atlántico se los evaluó desde el nacimiento hasta sus 18 meses de edad para responder esta pregunta: ¿entre el 90 y el 95% de los bebés nacidos de una madre infectada y que parecen normales al nacer se ven afectados por el zika de formas más sutiles?
Según los investigadores, estos niños se retrasaron unos meses en promedio en las principales etapas de desarrollo: habilidades motrices como darse la vuelta, sentarse, gatear, caminar y subir escaleras.
También han mostrado retrasos en el desarrollo de herramientas sociales y cognitivas como esperar su turno para lanzar una pelota o responder en algunos juegos de interacción, como el de «¿dónde está…?».
«Para la mayoría de los bebés, el efecto no es muy grande», dijo a la AFP Sarah Mulkey, neuróloga pediátrica del Hospital Infantil de Washington, que realizó el estudio. «Estos son retrasos que no necesariamente notarías a menos que hicieras pruebas específicas».
Los retrasos se midieron a través de un cuestionario de 50 preguntas, que los padres debieron responder dos veces entre los 4 y los 18 meses.
Retrasos motrices
Otro examen visual estandarizado encontró una diferencia en las capacidades motrices en una parte de los niños solamente, aquellos cuya ecografía después del nacimiento había revelado pequeñas anormalidades en el cerebro, que generalmente no causan preocupación y no son específicas del zika.
Alrededor de un tercio de los niños tenían estas anormalidades, como por ejemplo pequeños quistes en el cerebro, en comparación con un promedio de 2-5% en la población, explicó Mulkey. Estos niños parecían desarrollar su motricidad con un poco de retraso.
Los investigadores ignoran si los retrasos empeorarán con la edad, pues los conocimientos de esta faceta del zika aun son incipientes.
«Todavía no se sabe cómo los niños se verán afectados a los cinco u ocho años de edad, ya que ninguno ha alcanzado estas edades», dijo Mukley. «Esto muestra que todos los bebés expuestos al zika deben ser seguidos a largo plazo, ya sea que sean normales al nacer o no».
«Hay que seguirlos hasta que comiencen la escuela, y tal vez más tiempo, para comprender el impacto total del virus en el desarrollo del cerebro».
Los investigadores obtuvieron nuevo financiamiento para continuar haciendo seguimiento a estos niños hasta los cinco años.