El bebé británico enfermo terminal, Charlie Gard, pasará sus últimos días en un hospicio, después que sus padres dieran marcha atrás en cuanto a llevarlo a su casa, aunque continúa una disputa con el hospital que lo atiende sobre los cuidados sanitarios.
Los padres del niño deseaban que Charlie, de sólo 11 meses, pasara sus últimos días en su casa en un barrio en el oeste de Londres tras perderse una oferta legal para trasladarlo a Estados Unidos con la finalidad de someterlo a un tratamiento experimental.
Este caso ha provocado un gran interés y conmoción a nivel internacional, al punto de haber llamado la atención del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y del papa Francisco.
Por su parte, el Great Ormond Street Hospital (GOSH), donde se encuentra internado Charlie, afirmó que trasladarlo a su casa para pasar allí sus últimos días no sería algo práctico, sugiriendo que fuera trasladado a un hospicio.
«El GOSH ha contactado a un excelente hospicio que está dispuesto a ayudar a Charlie y sus padres, donde contarán con el espacio y la privacidad necesarios para todos», señaló el hospital en un comunicado.
«Se les brindaría un area especial, en la que podrían ser visitados por familiares y amigos», añadió».
El hospital argumentó, por su parte, que no podía proporcionarle al bebé cuidados ininterrumpidos en la casa de sus padres y que «el aparato respiratorio no entraría por la puerta principal» de la misma.
Además, afirmó que a pesar de haber realizado averiguaciones, no ha encontrado otras condiciones médicas «para los últimos días de Charlie»
Los padres del niño y el hospital mantienen su desacuerdo respecto a los planes de cuidados paliativos para Charlie, y se dieron plazo hasta el jueves para intentar un acuerdo.
El matrimonio libró una larga batalla legal para que le permitieran sacar a su hijo del GOSH y trasladarlo a Estados Unidos, pero perdió sus apelaciones ante tribunales británicos y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en Estrasburgo.
Finalmente, el lunes los padres abandonaron su batalla, admitiendo uno de sus abogados que «el tiempo se había agotado», y tomaron su decisión después de ver los últimos escáneres cerebrales practicados al bebé.
Charlie sufre una extraña enfermedad, el síndrome de depleción del ADN mitocondrial, lo que causa debilidad muscular progresiva en el corazón y otros órganos clave, necesitando un aparato respirador al no poder realizar la función por sí mismo.
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