Batalla final para salvar un edificio de Oslo donde Picasso dejó su huella

Pese a la pandemia del coronavirus, un grupo de activistas, muchos sin mascarilla, salieron a la calle en Oslo una mañana de mayo para hacer una cadena humana e intentar salvar ‘in extremis’ un edificio de Oslo en el que Picasso dejó su huella.

El «Bloque Y», llamado así por su forma, alberga entre sus paredes obras del artista noruego Carl Nesjar a partir de dibujos del pintor español

El edificio de estilo modernista albergaba oficinas del gobierno, pero resultó dañado por los ataques del extremista de derecha Anders Breivik el 22 de julio de 2011 y ahora está a punto de ser derribado.

Sus paredes grises de hormigón natural resguardan dos dibujos de Picasso que fueron grabados por Nesjar con la técnica de chorro de arena.

El que da a la calle, llamado «Los Pescadores», representa a tres hombres en su barca pescando unos peces gigantes. 

En la entrada del edificio el otro mural, «La Gaviota», representa a este pájaro con las alas desplegadas comiendo un pescado.

Ambas obras, con el estilo característico del maestro español, se recortarán y se trasladarán a nuevos edificios del gobierno que se construirá en el centro de Oslo.

Pero no todo el mundo está de acuerdo.

«Vamos a lamentarlo durante muchos años», dice Erik Lie, uno de los aproximadamente 200 noruegos que salieron de casa una mañana glacial de mayo para formar una cadena ante el edificio.

«Espero que no todo esté perdido», dice con un gorro naranja con el mensaje: «Dejen Y donde está». «Pero dentro de poco será probablemente un campo de ruinas», añadió, pesimista.

Símbolo de la democracia

A causa del coronavirus, los manifestantes de la cadena humana están unidos con cintas de un metro de distancia para evitar la proximidad física.

Alentados por la energía que da la desesperación, sueñan todavía con salvar el edificio de las excavadoras.

Detrás de ellos, escondidas por una valla, las sierras metálicas siguen trabajando, un signo de que los preparativos de la demolición siguen avanzando.

Según Statsbygg, la agencia pública responsable de las obras, los murales de Picasso se desmontarán antes de que empiece el verano.

El «Bloque H», situado cerca y construido también tras la guerra, albergaba loas oficinas del primer ministro hasta que Breivik hizo estallar allí una camioneta con 950 kilos de explosivos. 

Este bloque sí será renovado y continuará en el nuevo barrio de los ministerios.

Para los defensores del patrimonio se trata de algo simbólico, edificios que, igual que la democracia, siguen en pie pese a que Breivik intentara destruirlos.

«El ‘Bloque Y’ es un edificio emblemático que sobrevivió a un ataque terrorista y ahora el poder quiere demolerlo sin que nadie sepa exactamente por qué», lamenta Tone Dalen, uno de los líderes del movimiento de resistencia cívica.

Según el gobierno, la destrucción del ‘Bloque Y’ para dejar lugar a nuevos edificios fue una decisión difícil pero indispensable.

«Mejorará la seguridad y la accesibilidad para los ciclistas y los peatones, conducirá a un espacio más abierto y más verde y a oficinas adaptadas para los futuros ministerios», dijo el ministro de Modernización, Nikolai Astrup.

Demasiado tarde

«Los Pescadores» y «La Gaviota», de la que los noruegos ignoraron la existencia durante mucho tiempo hasta la polémica reciente, deberían ser de nuevo accesibles al público tras el traslado.

«Muchos creen que solo merece ser conservado Picasso, pero también es la arquitectura y la interacción entre el ‘Bloque Y’ y el ‘Bloque H’, la historia que representan», señaló Lie.

«Son monumentos que ilustran la reconstrucción de Noruega después de la guerra y todo lo que yo asocio al desarrollo de la sociedad moderna», afirmó.

Su estética tosca quizás es discutible, pero los partidarios de su preservación aseguran que no se puede destruir todo lo que a uno no le gusta. 

«Quizás hoy no lo encontramos bonito, pero dentro de 30 años tal vez pensaremos lo contrario», dijo Cecilie Geelmuyden, una funcionaria de 50 años.

Por el momento, y pese a las protestas, complicadas por la situación sanitaria, la cuenta atrás para la demolición parece definitivamente en marcha.

La justicia debería pronunciarse dentro unos meses pero quizás demasiado tarde, cuando el ‘Bloque Y’ ya solo sea una montaña de ruinas.

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