El banco estadounidense Bank of America considera que si se mantiene el incremento del precio mayorista de la electricidad que se ha visto en las últimas semanas, su impacto en la inflación y en el poder de compra de los consumidores podría restar tres décimas al crecimiento de la economía de la eurozona.
En un informe publicado este viernes, la entidad financiera estima que la inflación podría alcanzar el 2.4% para el conjunto de la eurozona este año y el 2.3% el siguiente en caso de que los precios del gas se reduzcan discretamente. En caso de que se mantengan como hasta ahora, los precios subirán un 2.4% tanto este año como el que viene.
«Una mayor inflación reduce el poder de compra de los consumidores, con el potencial de rebajar el crecimiento del PIB 30 puntos básicos, mayoritariamente en 2022″, ha alertado el banco. Además, se suman otros posibles riesgos a la baja por la caída del consumo, como una mayor presión sobre el sector empresarial.
Bank of America ha alertado de que estimación es «tentativa«, ya que los grupos de mayores ingresos podrían compensar el descenso general del consumo mediante el uso de su exceso de ahorro. Además, también cabe la posibilidad de que los gobiernos de la zona euro intervengan para compensar a los hogares por este incremento de precios energéticos. En este último caso, la entidad calcula que el conjunto de los Diecinueve tendría que desplegar entre 24.000 y 39.000 millones de euros para compensar la caída del consumo.
El precio medio diario de la electricidad en el mercado mayorista volverá a bajar este sábado hasta los 159,37 euros el megavatio hora (MWh), lo que supone una reducción del 4% respecto a este viernes y del 15% en relación con el último máximo histórico que se alcanzó el jueves.
No obstante, el precio de la electricidad de esta sábado será el cuarto mayor precio de toda la serie histórica, siendo un 5.7% superior al del mismo día de la semana pasada y hasta un 267% más que en la misma jornada de hace un año.
Este rally alcista en el precio de la electricidad se debe a la cotización internacional del gas –usado en las centrales térmicas–, que, tras vivir un fuerte desajuste entre la oferta y la demanda en los últimos meses, así como al impacto del coste de emitir CO2, se ha disparado en plena recuperación económica.