Además de la guerra y de la pandemia del nuevo coronavirus, Yemen también corre el riesgo de pagar los platos rotos de la crisis económica que afecta a su principal benefactor, Arabia Saudita, embarcado en un gran plan de austeridad.
Yemen lleva años sumido en la peor crisis humanitaria del mundo, según la ONU. Y las consecuencias de la guerra se han agravado por la intervención de una coalición militar, desde 2015, liderada por Riad contra los rebeldes hutíes, apoyados por Irán.
Riad, acusada –como los hutíes– de «crímenes de guerra» por expertos de ONU, es el principal proveedor de ayuda y fondos a Yemen, país al que ha destinado decenas de miles de millones de dólares.
Pero, con el hundimiento de los precios del crudo y la ralentización económica causada por la pandemia, Arabia Saudita debe apretarse el cinturón.
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La costosa intervención militar tampoco ha logrado avances. Los hutíes resisten en el norte, y «una guerra dentro la guerra» opone en el sur a los leales al gobierno con los separatistas de la región, supuestos aliados contra los insurgentes.
«Los sauditas ya no parecen inclinados a gastar sin mirar en Yemen», afirmó a la AFP un funcionario occidental que monitorea la situación.
De los 2,000 millones de dólares depositados por Arabia Saudita en el Banco Central de Yemen, en 2018, en mayo quedaban menos de 200 millones, de acuerdo a Acaps –proyecto de beneficencia entre varias oenegés.
«Yemen parece cada vez más vulnerable», advierte Acaps, puesto que sin ayuda saudita el rial yemenita se devaluará y el poder adquisitivo de la población caerá más.
Las reservas se agotan
Una conferencia virtual de donadores, organizada por Riad y la ONU, obtuvo menos de la mitad de su objetivo: 2,400 millones de dólares.
Desde antes del conflicto, con miles de muertos, Yemen, el país más pobre de la península Árabiga, estaba al borde de la catástrofe.
El 80% de la población, unos 24 millones de personas, casi sufre hambruna, y 14,3 millones necesitan ayuda urgente, afirma el Banco Mundial.
La pobreza, que afecta a las mujeres sobre todo, alcanzaba a la mitad de la población (29 millones) antes del conflicto, ahora a entre el 71 y 78%.
Las divisiones en el sur afectan al Banco Central, cuyas reservas se agotan.
Los separatistas, que en abril proclamaron sus autonomía, confiscaron recientemente un convoy que trasladaba a Adén (bajo control gubernamental) el equivalente a U$D 80 millones.
En momentos en que Riad decretó la austeridad económica, este tipo de hechos la desaniman a apoyar al gobierno de Abd Rabo Mansur.
«Enormes consecuencias»
Oenegés como Oxfam advierten sobre una «caída sin precedentes» de transferencias hacia Yemen. En seis provincias cayeron un 80% entre enero y abril.
Oxfam afirma que millones de personas dependen del dinero del Golfo. Además, 1,6 millones de yemenitas trabajan en Arabia Saudita, donde covid-19 ha afectado duramente al mercado laboral.
Advierte que la reducción de ayuda acarreará «enormes consecuencias».
Sin embargo, los sauditas continuarían su intervención militar contra los hutíes, una amenaza existencial.
A pesar de la austeridad, el Pentágono reveló que Riad invertira U$D 2,600 millones en 1,000 misiles tierra-aire y otros del grupo Boeing.