Esta es una columna que invita a meditar profundamente. Mejor si se hace después de leerla y se analiza si es cierto lo que estoy escribiendo, mientras usted, apreciado lector, maneja de su casa al trabajo –o viceversa–, cuando sale en auto para alguna reunión, o simplemente si tiene que acudir a un evento social.
Guatemala es una ciudad en permanente atasco. Ya casi no hay día ni hora en la que el tránsito no se torne agobiante. Un recorrido, que sin tráfico se puede hacer entre 15 y 20 minutos, nos consume el triple de tiempo, cuando no una hora o más, en las famosas horas pico.
Quienes viven en carretera a El Salvador, en las colonias o ciudades vecinas, como Villa Nueva, Mixco, y la zona 18, deben perder entre 3 y 4 horas diarias en sus traslados –cuando no más–; pero tampoco escapan de ese caos vehicular los vecinos de cualquier zona. Las grandes calzadas, como Próceres, Liberación, Roosevelt, San Juan, Aguilar Batres o Calle Martí, son ya insuficientes para la cantidad de automóviles, buses y motos que circulan en el área metropolitana.
La justificación que dan las autoridades municipales es que el problema se deriva de un creciente parque vehicular. ¿La solución? cada año recomiendan salir 15 minutos antes, respecto al año anterior. Esa no es solución, sino más bien una recomendación para intentar llegar antes a su destino -y digo intentar, porque no siempre se logra-.
Desde hace algunos meses hemos sufrido todos, por el hecho de que los atascos se han vuelto más generalizados en lugares y horarios. Nadie escapa. Una explicación -lógica– ha sido que, por la baja en los precios de los combustibles, se están utilizando más los carros. Sin duda es cierto, pero el problema de fondo es que durante décadas hemos visto cómo las autoridades municipales evitan atender este problema en la dimensión que demanda.
La administración de Álvaro Arzú –casi 17 años dirigiendo la ciudad– tiene claro que el problema es solamente el tamaño del parque vehicular. Una visión parcial y hasta miope, podríamos decir. Se debe partir del hecho de que cada vez los atascos son más grandes, que continuarán y serán peor, en la medida en que la ciudad no tenga un sistema de transporte público seguro y eficiente, y no se desarrollen obras que permitan ordenar la circulación de tantos vehículos.
Por ejemplo –sin ser urbanista, mucho menos genio–, puedo asegurar que un gran alivio se podría dar si el Transmetro llegara a Villa Nueva o Mixco, para mencionar solamente dos destinos que no están planificados, simple y sencillamente porque la Municipalidad capitalina se niega a trabajar en coordinación con las de los municipios vecinos. Otra obra necesaria es un anillo periférico metropolitano, que evite o facilite el tránsito por la ciudad.
Si ahora estamos asfixiados por los atascos, cabe preguntarnos ¿qué sucederá de aquí a cinco años? El eficiente –porque creo que lo es– Amílcar Montejo, de la PMT, nos podría decir que, en cinco años, simplemente tenemos que salir una hora y 15 minutos antes de nuestra casa todas las mañanas, y que volveremos, igual tiempo, más tarde.
Aquí está el problema de fondo. Ni se piensa en un proyecto de transporte público que solucione el problema, como tampoco hay nada concreto para la construcción de alguna obra de envergadura que ayude para tener solución integral, más allá de los pasos a desnivel, que, en efecto, son paliativos, pero no evitan ningún atasco.
Ahora que han salido a relucir las anomalías del negocio del Transurbano, que se sabe que el subsidio no es más que un método de corrupción, se hace más evidente la necesidad de pensar en una solución real e integral. Las grandes ciudades necesitan de un sistema eficiente de transporte colectivo y requieren de obras de infraestructura que hagan eficiente la circulación vehicular. En resumen, es indispensable que se haga un estudio y se ponga en marcha lo antes posible, porque, si ahora estamos asfixiados por los atascos, en cinco años no podremos ir de un lugar a otro.
La Municipalidad tiene la obligación de buscar la solución. Por supuesto que se requerirá de recursos del Estado para llevar a cabo las obras y proyectos necesarios, pero si no se empieza a trabajar ya, el caos de hoy será nada, comparado con el que viviremos en 5 años.
Es una vergüenza que, tras 17 años de gestión municipal, no se tenga visión para un problema tan grande. Es una pena que, después de tanto tiempo, se sigan buscando parches para esta problemática que afecta la economía y hasta la salud de los capitalinos.
Al salir de la casa preguntémonos: ¿qué se ha hecho para mejorar el tráfico en esta ruta?
El Transmetro es bueno, lástima que no se ha desarrollado en su totalidad… y ya van 8 años.
Y por último, si en capitales como Panamá, Santo Domingo o La Paz se han podido desarrollar grandes proyectos de transporte público, ¿por qué aquí somos incapaces de hacerlo?
Maneje sin estrés, pero piense… porque hay que exigir.
Dentro de cinco años nos sugerirán que salgamos de nuestra casa 1:15 horas antes…