España pasó por encima de Turquía en el partido más espectacular de lo que llevamos de torneo. La primera goleada del campeonato corrió a cargo de la doble vigente campeona.
Hablar de la Selección española desde hace casi diez años es hablar de un equipo que compite, que juega bonito y sobre todo, que no deja indiferente a nadie, ni en la victoria ni en las derrotas. Que llegaron y llegarán, seguro, pero con un sello que ha permitido que todo el mundo hable de nosotros torciendo el gesto y dejando entrever una sensación más o menos intensa de envidia. Lo importante es el resultado, pero por si acaso el envoltorio y las formas nos alivian de cualquier traspiés doloroso. Este viernes, la Roja logró la victoria más abultada de la Eurocopa, la más clara y la más contundente. Y con el mejor juego de todos los que se han visto hasta ahora, aunque eso ya lo sabíamos desde el inicio contra los checos. Los goles de Nolito y Morata en dos ocasiones tumbaron a Turquía y clasificaron a los de Del Bosque para octavos, donde nadie querrá verse las caras con la doble campeona.
Iniesta. Desde el punto de vista individual, sin duda, Andrés es el hombre del campeonato. Genera elogios en todos los rivales pero además amedranta, marca las diferencias y está inspirado. Con él todo es posible. Ante Turquía volvió a demostrar que tras la salida de Xavi de la Selección ha tomado el mando y la responsabilidad de las operaciones. Sus asistencias son goles cantados y sus transiciones, sinónimo de peligro para el enemigo. Seguramente solo con moderarse durante los partidos de esta Euro le baste para acumular MVP a mejor jugador.
El ataque, mucho mejor. La noticia más positiva fue, sin duda, el aumento de acierto de Morata y Nolito. El extremo del Celta pecó de nervios el primer día, pero ante los otomanos se volvió incisivo y tajante en sus internadas. Después de avisar con un disparo desde la frontal, recibió un rechace de un central turco que despejaba en semifallo un servicio de Cesc y batió al cancerbero turco. Antes, Morata había abierto el electrónico con un cabezazo espléndido. El delantero que aun no sabe si jugará en el Real Madrid o en el Arsenal volvió a matar el choque en el incio de la segunda parte.
Los laterales, incisivos. La aportación de Jordi Alba y Juanfran fue fundamental, mucho más que contra la República Checa, y fue una de las claves que desequilibró el ataque contra una desarbolada defensa turca que nunca supo tapar los costados. Cuando se juntan actúan como extremos. La única pega es que a veces dejan demasiados espacios, algo a solventar cuando nos enfrentemos a equipos más potentes.
Silva y Cesc, a mejorar. El mediapunta del Chelsea y el futbolista del City volvieron a alternar fases de irregularidad. Quizá demasiado espesos, España lo nota cuando no están finos en el último pase. Se les sigue esperando para la fase decisiva del torneo.
Arda, silbado. Turquía fue una decepción. Sólo a través de las acometidas de Calhanoglu creó algo de peligro. Sin ideas claras en las contras, con poco peso en el medio campo y excesivamente débiles en defensa, se van a casa después de dos partidos muy por debajo de su nivel. Tanta fue la superioridad española que Arda fue silbado por su propia afición durante el segundo tiempo y pagó los platos rotos de una hinchada enfadada.