Argentina lleva 18 meses negociando con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para alcanzar un acuerdo sobre la reestructuración de un préstamo de 66,000 millones de dólares que el organismo concedió a la anterior Administración de Mauricio Macri.
Lejos de llegar a un programa definitivo, el país latinoamericano asume una nueva fase de las negociaciones marcada por la pérdida de fuerza del Gobierno en el Congreso, una inflación interanual por encima del 50% y una carga de vencimientos de deuda total de 28.000 millones de dólares (24.793 millones de euros) en 2022.
Dentro de los pagos a realizar, a finales de enero el Gobierno se enfrenta a un vencimiento con el Fondo en concepto de intereses de 750 millones de dólares (664 millones de euros), además de otro pago de 2.000 millones de dólares (1.770 millones de euros).
Según el ministro de Economía argentino, Martín Guzmán, la carga de deuda –incluyendo al sector privado argentino– es de 28.000 millones de dólares (24.793 millones de euros) en 2022 y de 30.000 millones (26.565 millones de euros) en 2023.
Estos pagos los asume principalmente la reserva internacional del país, que con fecha del 11 de enero se situaban en 39.191 millones de dólares (34.245 millones de euros), según datos del Banco Central de la República Argentina.
Con este panorama, un acuerdo entre sendas partes «está difícilmente garantizado» dadas las diferencias entre las posturas de la institución con sede en Washington y el Gobierno argentino, según explica a Europa Press el director del programa de América Latina del Wilson Center, Benjamin Gedan.
«Es difícil imaginar un acuerdo sin un plan macroeconómico que reduzca el déficit de Argentina, y el gobierno parece no estar dispuesto a considerar serios recortes de gasto, a pesar del bajo crecimiento, la alta inflación y la falta de acceso a los mercados internacionales de capital», ha señalado Gedan.
Las previsiones de crecimiento para Argentina apuntan a un crecimiento del entorno del 2,2% y el 2,6%, según las últimas proyecciones del Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Por su parte, la inflación interanual de 2021 cerró en un nivel del 50,9%.
«Aunque (Argentina) está ansiosa por llegar a un acuerdo, el FMI y sus influyentes miembros de la junta quieren evitar aprobar un programa que colapsa rápidamente», ha añadido.
No obstante, Gedan ha aclarado que la situación dista mucho de la vivida en 2001, principalmente porque es una situación en la que nadie tiene un especial interés. «Un ‘default’ del FMI a Argentina no interesa a nadie. Podría dejar en evidencia al Fondo y podría provocar una crisis financiera en Argentina», indica Gedan.
Por esta razón, el director del Wilson Center cree que Argentina y el FMI llegarán a un acuerdo, incluso bajo un programa que no resuelva los problemas estructurales del país.
División política
A todo ello, hay que sumar la pérdida de poder político de la Administración de Alberto Fernández tras las elecciones legislativas de noviembre.
La coalición oficialista Frente de Todos se quedó a dos senadores de lograr la mayoría absoluta en la Cámara Alta, perdiendo así el control del Senado. De las 15 bancadas que el Frente de Todos aspiraba a renovar, tan solo consiguió cinco, cediendo cinco a la coalición opositora Juntos por el Cambio y una a la candidatura independiente peronista en Córdoba.
El primer revés de este nuevo dibujo político se observó el pasado mes de diciembre, cuando la oposición rechazó en la Cámara de Diputados el Presupuesto de 2022, un elemento relevante en las negociaciones con el FMI.
El ministro de Economía del país, Martín Guzmán, reconoció entonces que la no aprobación de los presupuestos enturbiaría las conversaciones con el Fondo, ya que, además de ser un condicionante del programa a implementar, debilitaba a Argentina como Estado Nación y ante el mundo.
«La oposición está ganando confianza y podrían retomar el poder en 2023, y preferirían que los peronistas absorbieran los costes políticos de recortes en los Presupuestos y las reformas estructurales», advierte Gedan.
El analista indica en este punto que dados los resultados de la oposición en las elecciones legislativas, su apoyo al programa acordado con el FMI «será indispensable».
El próximo debate parlamentario sobre el programa económico con el FMI se llevará a cabo en marzo. El director del Wilson Center considera que si bien la oposición ha endurecido su posición, esta no quiere «heredar un país en ruinas».
«Los líderes de la oposición entienden que un ‘default’ prolongado del FMI podría conducir a muy malos resultados para Argentina, como una depreciación del peso y tal vez incluso un escenario de hiperinflación», ha concluido.