Arabia Saudita, primer exportador mundial de petróleo, intentaba este domingo reparar sus instalaciones petroleras, dañadas la víspera por un ataque con drones, que obligaron al reino a reducir su producción de crudo a la mitad.
Los rebeldes hutíes chiitas de Yemen, apoyados por Irán y que enfrentan desde hace cinco años una coalición militar liderada por Riad, reivindicaron estos ataques contra instalaciones del gigante estatal Aramco.
Teherán rechazó las acusaciones del secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, quien dijo que no hay prueba de que el ataque venga de Yemen y añadió que Washington «trabajará» con sus socios para garantizar el suministro del mercado y «que Irán rinda cuentas de su agresión».
«Los estadounidenses, en lugar de culparse a sí mismos –y confesar que su presencia en la región está creando problemas– culpan a los países de la región o al pueblo de Yemen», dijo este domingo el presidente iraní, Hasan Rohani.
El portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores iraní, Abas Musavi, aseguró este domingo que esas acusaciones son «insensatas» e «incomprensibles» y solo buscan justificar «futuras acciones» contra Irán.
Irak, de su lado, rechazó todo vínculo con el ataque luego de que el Wall Street Journal afirmó que responsables estadounidenses y sauditas estudiaban la posibilidad de que misiles hayan podido ser lanzados sobre las instalaciones petroleras desde ese país.
El príncipe heredero saudita, Mohamed bin Salmán, cuyo país es el gran rival regional de Irán, aseguró que Riad «quiere y puede» responder a esta «agresión terrorista».
Pero las represalias directas son «muy poco probables», según el experto en Oriente Medio de la S. Rajaratnam School, James Dorsey.
«Los sauditas no quieren un conflicto abierto con Irán (…) Querrían que otros lucharan en su lugar, pero los otros son reticentes», dijo a la AFP.
Nerviosismo en los mercados
Arabia se centraba este domingo en restablecer la producción en sus instalaciones, mientras la Bolsa de Riad abría los intercambios de la semana con una caída del 3%.
Las explosiones del sábado causaron incendios en la planta de Abqaiq, la mayor en el mundo dedicada al tratamiento del petróleo, y en Jurais, donde hay un gran campo petrolero. Pero no causaron víctimas, dijo a la AFP el portavoz del ministerio de Interior, general Mansur Al Turki.
Los rebeldes hutíes han atacado en múltiples ocasiones la infraestructura energética saudita.
Pero esta vez las consecuencias han sido de otra envergadura: han causado una reducción brutal de la producción de 5,7 millones de barriles por día (b/d), es decir, alrededor de un 6% del suministro mundial.
Esta disminución de la producción podría hacer tambalear la confianza de los inversores en Aramco, gigante petrolero que prepara su entrada a bolsa.
El gobierno saudita quiere situar en el mercado bursátil alrededor de un 5% de su petrolera estatal en 2020 o 2021 y captar unos 100.000 millones de dólares, en lo que podría convertirse la mayor salida a bolsa de la historia.
Con los mercados atentos a la capacidad de Arabia Saudita para frenar los efectos del ataque, el presidente de Aramco, Amin Naser, declaró que se estaban llevando a cabo las «obras» para restablecer toda la producción.
El príncipe Abdulaziz bin Salmán, nombrado recientemente ministro de Energía, aseguró por su parte que la reducción sería compensada con las reservas.
«Si pueden restablecer rápidamente la producción o al menos asegurar a los mercados que pueden, quizás no se vea un enorme aumento de los precios», declaró Robert Rapier, experto en energía, en la revista Forbes.
Vulnerabilidad petrolera
Riad construyó cinco gigantescas instalaciones de reservas subterráneas en todo el país para poder almacenar decenas de millones de barriles de los diferentes productos petroleros refinados.
En una entrevista telefónica entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el príncipe heredero, la Casa Blanca condenó los ataques contra «infraestructuras vitales para la economía mundial».
Pero la Casa Blanca ha informado que Trump sigue sin descartar la posibilidad de un encuentro con Rohani, pese a las acusaciones formuladas contra Teherán.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, condenó los ataques e instó a todas las partes a «actuar con moderación para evitar una escalada», según su portavoz.
«Toda turbulencia de este tipo no contribuye a la estabilización del mercado de hidrocarburos», declaró el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, al diario económico Vedomosti.
El emisario de la ONU para Yemen, Martin Griffiths, se declaró «extremadamente preocupado por los ataques», que fueron condenados por Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Kuwait, aliados de Riad.
Al margen de una región en Arabia Saudita, los ministros de Relaciones Exteriores de los países de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) condenaron este domingo el ataque y expresaron su solidaridad con el gobierno saudita.
Para los expertos, los ataques confirman la vulnerabilidad de las instalaciones petroleras.