Se agota el 2016, que pasará a la historia como un año negro para el fútbol guatemalteco. Se destapó parte de la enorme corrupción que ha dominado en la Federación de Fútbol (Fedefut), pero al mismo tiempo se produce una intervención de la también cuestionada Federación Internacional de Fútbol Internacional (FIFA), que hasta hoy solamente ha dejado una suspensión de nuestro deporte de las competencias internacionales.
Primero se dio el destape de la corrupción de la alta dirigencia de la Fedefut , lo que concluyó con la captura del presidente de la entidad, Brayan Jiménez, quien fue extraditado hacia Estados Unidos, en donde se declaró culpable de haber recibido sobornos por dar derechos de transmisión de fútbol a una compañía multinacional.
En el mismo caso se juzgó al ex magistrado de la Corte de Constitucionalidad (CC), y dirigente de la Fedefut, Héctor Trujillo –por los mismos delitos– y aun no se procesa al dirigente de FIFA, el guatemalteco Rafael Salguero, también acusado de recibir sobornos por transmisión de partidos de la Selección Nacional.
Estas capturas y acusaciones provocaron la caída del Comité Ejecutivo de la Fedefut y la intervención de la FIFA, que nombró a una Comisión Normalizadora, encabezada por Adela Torrebiarte, quien ya antes había tenido ese cargo en otro momento delicado para el fútbol nacional.
A dicha Comisión se le encomendó la restructuración del deporte, que se redactaran nuevos estatutos y se promoviera la transparencia, en un plazo que se fijó hasta septiembre pasado. La Comisión no cumplió con el trabajo encomendado, y hasta la fecha no ha presentado ningún caso de corrupción de la Fedefut anterior. Ni siquiera se han hecho públicos los contratos existentes con ell monopolio de la televisión abierta.
Los estatutos tampoco han sido aprobados, y en medio de tanto desorden, la FIFA decretó la suspensión internacional para el fútbol guatemalteco, lo que impide que equipos nacionales puedan participar en el torneo de Campeones de Concacaf, y que la Selección Nacional tome parte en la Copa Centroamericana en enero próximo. El problema es que este torneo sirve para clasificar a los equipos que representarán a la región en la Copa Oro, la cual se celebra en el mes de julio.
Esta sanción prácticamente condena al fútbol nacional a permanecer fuera de juegos internacionales durante la mayor parte de 2017.
Así que si bien se cierra un año para el olvido en el fútbol nacional, el mayor problema es que se abre uno nuevo con pocas posibilidades de mejora.