Foto: Merkel en una imagen de archivo del diario ABC .
La noche de la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, Angela Merkel, hoy canciller de Alemania, se encontraba «como todos los jueves por la noche» en un sauna de Berlín Este y soñaba con ir a comer ostras al Oeste.
La dirigente, en el poder desde hace 14 años, disfrutaba entonces de una de las actividades predilectas de los alemanes en invierno. «Los jueves, siempre iba al sauna con una amiga», contó Merkel hace algunos años a escolares berlineses.
En aquella época, Angela Merkel, que nació en Hamburgo pero creció en la RDA (República Democrática Alemana), era física en la Academia de Ciencias de Berlín Este. Con 35 años y divorciada de su primer marido Ulrich Merkel, vivía en un apartamento de dos habitaciones en el actual barrio de moda de Prenzlauer Berg.
Antes de acudir al sauna aquella noche, llamó por teléfono a su madre, que vivía a 80 km al norte de Berlín. Acababa de oír que los alemanes del Este eran ahora libres de viajar.
El Muro estaba empezando a caer, pero durante esas primeras confusas horas, nadie se lo creía del todo. «Realmente no comprendí lo que estaba pasando», admitió la dirigente conservadora.
«Una broma» empezó entonces a circular entre su familia. Si el Muro caía un día, Angela Merkel prometió llevar a su madre a «comer ostras a Kempinski», un lujoso hotel de Berlín Oeste.
Por teléfono, advirtió a su madre: «Mamá, ten cuidado, hoy está ocurriendo algo». Después colgó y se fue al sauna.
Sueño sin cumplir
Y mientras Angela Merkel disfrutaba de su baño de calor seco, la Historia se aceleraba. El primer punto de paso entre el Este y el Oeste, situado cerca del apartamento de la futura canciller, se abrió.
La gente descorchaba botellas para celebrar el final de un mundo que había vivido dividido desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Volviendo a casa, «vi a la gente dirigirse» hacia el punto de paso. «Nunca lo olvidaré. Debían de ser las 22H30, las 23H00 o quizás un poco más tarde», detalló Merkel.
«Estaba sola pero seguí a la multitud […] y de repente nos encontramos en el lado oeste de Berlín». La entonces anónima Angela Merkel bebió su primera lata de cerveza de Alemania del Oeste, en un apartamento a cuyos inquilinos no conocía de nada.
Pero en aquella noche histórica, Merkel pensaba en el despertador que iba a sonar temprano al día siguiente e interrumpió la fiesta para volver a casa y no llegar tarde al trabajo.
Poco después, Merkel abandonó para siempre la física e inició su carrera política. En 1990 es elegida diputada de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), entonces dirigida por el canciller de la Reunificación, Helmut Kohl. En enero de 1991, logra su primer puesto ministerial.
Pero su sueño no llegó nunca a realizarse. «Nunca fui a comer ostras a Kempinski con mi madre», reconoció.