Una mentira piadosa, el talento de un cineasta debutante y una historia violenta sobre miseria humana hicieron posible hace 20 años que el filme «Amores perros», de Alejandro González Iñárritu, cambiara el rumbo del cine mexicano.
El actor Gael García Bernal fingió estar enfermo para volver a México y protagonizar la película de un prestigiado publicista y exlocutor, que entonces se abría camino en la cinematografía de la mano del escritor Guillermo Arriaga.
Gael «aún no terminaba sus estudios de actuación en Londres, filmó a escondidas», cuenta a la AFP Vanessa Bauche, coprotagonista del filme cuya versión restaurada inaugura este miércoles la edición 18 del Festival de Cine de Morelia, en presencia del cineasta.
A su regreso a la capital británica, el actor lucía la cabeza rapada como su personaje de Octavio, por lo que creyeron su simulada convalecencia.
El drama, que entreteje tres historias en medio de un accidente vial y peleas de perros clandestinas en Ciudad de México, llegó ese año al Festival de Cannes, donde se impuso como mejor largometraje en la Semana de la Crítica.
«Esta película se hizo con la cabeza, las vísceras, las tripas y la neurosis de mucha gente», declaró entonces González Iñárritu a la prensa.
Senda de éxito
El cine mexicano irrumpió así en el mapa de la cinematografía mundial y desde entonces no ha parado de llevarse los mayores premios de Hollywood y los más reputados festivales.
- Solo González Iñárritu archiva cinco premios Oscar:
- mejor película («Birdman», 2014)
- mejor director («Birdman» y «The Revenant», 2015)
- mejor guion original (2014)
- además de uno especial a mejor director por el proyecto de realidad virtual «Carne y Arena» (2017).
Sus colegas Guillermo del Toro, con «La forma del agua» (2018), y Alfonso Cuarón, con «Roma» (2019), también se han alzado con las estatuillas a mejor director.
Del Toro ganó además el Oscar a mejor película, y «Roma» fue el mejor filme de habla no inglesa, a lo que se suman varios Globos de Oro.
Una auténtica revolución que disparó la producción nacional, pues cuando González Iñárritu grabó su ópera prima, en México apenas se hacían una docena de filmes al año. Ahora fácilmente se supera el centenar.
«‘Amores perros’ le dio una vuelta muy grande al cine latinoamericano y lo reconcilió con el público mexicano», opina el crítico Rafael Aviña.
La película permaneció cinco meses en las salas del país, donde fue vista por más de tres millones de espectadores.
Logró 54 premios y una nominación al Oscar como mejor película en lengua extranjera.
«La manera en la que están tratados los personajes tiene una visión muy global de esos mismos ambientes de barrios bajos que se podrían ver en España o Estambul», refiere el experto.
Un antes y un después
- Para Aviña, el éxito de «Amores perros» es resultado de un buen casting
- un guion impecable de Arriaga
- y la música del argentino Gustavo Santaolalla
- además de una banda sonora con nombres como los mexicanos Café Tacvba y Julieta Venegas, y los argentinos Illya Kuryaki.
«‘Amores Perros’ marca un antes y un después porque la influencia que ha tenido Alejandro en películas que luego ganaron un Oscar también es increíble», afirma Santaolalla.
El pasado como melómano y locutor del realizador, a quien sus amigos llaman «El Negro», fue determinante para que la música se convirtiera en un personaje más en la trama.
«Es muy quisquilloso con los detalles, pero eso me encanta, porque sabes que tiene el corazón y el alma puestos en lo que hace», comenta Lynn Fainchtein, supervisora musical.
La primera petición que recibió de González Iñárritu fue incluir «Lucha de gigantes», canción ochentera del grupo español Nacha Pop.
«Siempre trae una canción en la cabeza cuando inicia los proyectos», cuenta Fainchtein.
El crítico mexicano Leonardo García Tsao evoca el reto que lanzó el cineasta al público previo a la proyección en Cannes.
«Reto a cualquier espectador que en medio de la película tenga ganas de ir al baño a que lo haga; si sucede, le devuelvo la entrada», dijo esa noche. La ovación de pie saldó el desafío.