La Mostra de Venecia consagró este jueves con el León de Oro a la Carrera al cineasta español Pedro Almodóvar, quien recibió el prestigioso premio como un «acto de justicia poética».
El cineasta, que el director del certamen, el crítico italiano Alberto Babera, considera «el más grande e influyente» cineasta español desde Luis Buñuel, no ha recibido hasta ahora ninguno de los mayores galardones de los festivales europeos como Cannes y Venecia.
«Treinta años después me están dando el León de Oro por una película de 1988. Es un acto de justicia poética», comentó divertido durante una conferencia de prensa celebrada poco antes de la ceremonia oficial en la Sala Grande.
El realizador se refería al filme «Mujeres al borde de un ataque de nervios», que compitió ese año en la Mostra veneciana y que había entusiasmado al presidente del jurado de entonces, el cineasta italiano Sergio Leone.
En su honor el festival proyecta justamente la película que lo catapultó en la escena internacional.
Almodóvar, que el 25 de septiembre cumple 70 años, alcanzó fama mundial con el colorido y el atrevimiento de sus películas e inició su carrera internacional justamente en el festival de Venecia.
«Mi bautizo fue aquí, en este festival, en 1983 con el filme ‘Entre tinieblas'», recordó.
«Venir a un festival internacional me parecía un milagro», rememora al repasar su trayectoria cinematográfica.
«Yo me sentía muy orgulloso de las actrices, eran maravillosas. Representaban a una España ultramoderna», dijo.
España, su inspiración
«España despertaba de una larga dictadura de 40 años ( ) Lo más importante de ‘la movida’ (movimiento artístico durante los primeros años de la transición postfranquista) era el hecho de haber perdido el miedo y poder gozar de una enorme libertad», reconoció.
El «león herido», como lo llamó la prensa italiana, recibió emocionado el galardón que se añade a sendos Óscar por dos de sus mayores éxitos: los melodramas «Todo sobre mi madre» y «Hable con ella».
El renombrado cineasta, conocido por películas desenfadadas y corrosivas y que ha evolucionado hacia un cine más introspectivo, reconoció que su cine es el «producto de la democracia española».
«Mis películas son la demostración de que es real», comentó.
«Cuando empecé a hacer cine no se hablaba de diversidad. La vida entonces era muy diferente», señala.
«Impuse como director en mis filmes toda la variedad que había en la vida», confesó al referirse a las temáticas almodovarianas: masoquismo, homosexualidad, masturbación, droga, pornografía, ataques a la religión.
«Para mí era la vida misma», añadió en una alusión a su homosexualidad.
«Todas las orientaciones sexuales eran bienvenidas. Mis personajes han tenido autonomía moral, sean transexuales, monjas o amas de casa», explicó.
«El cambio que se operaba en esos años en España era lo que me fascinaba», contó.
«La calle y la noche madrileña eran interminables. Era una gran diversidad y me formé en esa universidad», admite.
El cineasta confesó que en sus películas reina el color por una suerte de «reacción» contra su tierra de nacimiento.
«Hay como una reacción en contra del lugar donde nací, La Mancha, entonces extremadamente conservadora, calvinista, se veía poco el color y es muy árida. Lo contrario a como yo me sentía», admite.
«No recuerdo haber visto el color rojo en mi infancia. Sólo el negro del luto .», asegura con su tradicional estilo irónico.