Luis Almagro asumió el miércoles su segundo periodo al frente de la Organización de los Estados Americanos (OEA), decidido a luchar contra las «dictaduras» y el «enemigo invisible» de la covid-19, con un mensaje en especial al Caribe, muy golpeado por la pandemia.
El uruguayo, un diplomático de 56 años fuertemente respaldado por Estados Unidos, tomó posesión de su cargo como secretario general de la OEA hasta 2025 luego de ser reelegido el 20 de marzo con el voto secreto de 23 de los 34 miembros activos del bloque hemisférico.
Duro crítico de la Cuba castrista, a la que considera la «dictadura más antigua de América» con «efecto nocivo» en toda la región, pero en particular en Venezuela y Nicaragua, Almagro no mencionó a ninguno de esos países en su discurso ante el Consejo Permanente de la OEA, reunido por videconferencia.
Pero fue enfático en su compromiso con los principios democráticos que rigen la organización multilateral nacida en 1948, llamando a reafirmarlos en medio de la crisis por la emergencia sanitaria.
«En este segundo mandato, debemos normalizar a la democracia como sistema político, el ideal para el hemisferio, sin discusión y sin excepciones», dijo Almagro.
«No vamos a ceder un ápice en la lucha contra las dictaduras. Si les gusta a todos, muy bien. Si no le gusta a nadie, muy bien también», agregó. «Jamás debemos admitir dualidades entre democracia y dictadura».
Cuando la región de las Américas se ha convertido en el epicentro de la pandemia, y la propagación del nuevo coronavirus se acelera en Latinoamérica con efectos devastadores, Almagro dijo que el «primer gran desafío» de la OEA es apoyar a los pueblos a enfrentar al «enemigo invisible» de la covid-19, «que amenaza vidas y sistemas políticos y económicos».
«Nuestros esfuerzos están centrados allí ahora», señaló, pidiendo a la región una «unidad clave» para lograr el apoyo del resto del mundo en las cumbres del G7 y G20.
«Nuevo paradigma caribeño»
Almagro, cuya candidatura no contaba con el declarado apoyo de las naciones del Caribe, muchas veces críticas de su dura oposición al mandatario venezolano Nicolás Maduro, se dirigió en particular a esta subregión, muy dependiente de sectores gravemente afectados por la pandemia, como el turismo y el transporte.
Pasando del español al inglés, Almagro destacó el «enorme desafío» que supone para los países caribeños, ya «vulnerables» por el impacto de la covid-19, la próxima temporada de huracanes, que se pronostica intensa. Y pidió a la comunidad financiera internacional tener todas estas variables en consideración al reestructurar la deuda de estos países.
«Necesitamos un nuevo paradigma caribeño. Lo vamos a conseguir», afirmó.
Almagro insistió en el lema con el que asumió por primera vez en 2015: «más derechos para más gente», pidiendo una OEA «más radicalmente feminista» e instando a superar «la ignominia de ser la región más desigual del mundo».
«La OEA tiene que ser la voz de los que no tienen voz», aseveró.
Delegados de una veintena de países saludaron la toma de posesión de Almagro, entre ellos los que habían declarado el respaldo a su reelección: Brasil, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Haití, Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela (representada por el delegado del líder opositor Juan Guaidó).
Durante las casi dos horas que duró la sesión, destacaron el liderazgo de Almagro, su búsqueda de «un futuro más equitativo» y su «visión ética» del organismo. Y subrayaron que la OEA «cobra más relevancia» en momentos de crisis.
«Mientras superamos las amenazas planteadas por la covid-19, nuestro hemisferio enfrenta otros desafíos», dijo el embajador estadounidense, Carlos Trujillo, y mencionó la «restauración de la democracia» en Nicaragua y en Venezuela, y la «responsabilización del régimen cubano por sus actividades malignas».
La representante de México, que apoyaba la postulación de la única contendiente de Almagro el 20 de marzo, la excanciller ecuatoriana María Fernanda Espinosa, aprovechó para remarcar el compromiso de su país con el «multilateralismo» y con el «diálogo como principal herramienta para soluciones pacificas y sostenibles», dos objetivos que requirió de quien lidere la OEA.
«Nos urge un secretario general que sume, que sea parte de la solución, que crea en la búsqueda del consenso», dijo la embajadora mexicana Luz Elena Baños, quien ha acusado a Almagro de «conducción parcial» y «malas prácticas democráticas».