Divididos y debilitados, los socialdemócratas alemanes deciden este domingo si aceptan el principio de una nueva coalición dirigida por Angela Merkel para salir del estancamiento poselectoral que dejó a Alemania sin gobierno desde hace cuatro meses, una votación de la que Europa también está pendiente.
El viernes, en París, la canciller alemana y el presidente francés, Emmanuel Macron, insistieron en la importancia de una Alemania que funcione para reformar la UE.
Los 600 delegados del congreso del partido socialdemócrata alemán (SPD), reunidos en Bonn desde las 11H15 (10H15 GMT), tendrán que aceptar o rechazar el resultado de las negociaciones preliminares con los conservadores, que la semana pasada desembocaron en un borrador de programa común con la CDU de Merkel y sus aliados bávaros (CSU).
Se prevé que el debate dure al menos cinco horas. Un resultado favorable este domingo por la tarde conduciría a nuevas negociaciones para formar un gobierno a finales de marzo.
Pero un «no» pondría a Alemania en una situación inédita. Merkel tendría que elegir entre formar un gobierno en minoría o convocar elecciones legislativas anticipadas, una opción muy arriesgada para ella.
Hasta la fecha, la canciller ha rechazado ambas posibilidades, ante el temor a que unas nuevas elecciones impulsen aún más a la AfD (ultraderecha), que en septiembre recabó un 13% de escaños, un récord.
Y el SPD, que salió muy mal parado en las legislativas (20,50%) y se desploma en los sondeos desde entonces, está profundamente dividido ante la perspectiva de prorrogar la gran coalición («GroKo») saliente con Merkel.
– #NoGroKo –
Para el líder del partido socialdemócrata, Martin Schulz, y la mayoría del resto de dirigentes, se trata de evitarle a Alemania una crisis gubernamental prolongada y, de rebote, una dañina parálisis a la Unión Europea, justo cuando se tienen que negociar reformas clave en materia económica, presupuestaria y migratoria.
Para Schulz, se trata también de evitar unas elecciones anticipadas en las que los «electores castigarán» a quienes fueron incapaces de formar gobierno.
«Hoy está en juego mucho para el SPD, para el país y para Europa», resumió en Twitter esto domingo, tras haber recorrido Alemania toda la semana para convencer a las federaciones del partido.
Merkel también insistió en la Unión Europea para convencer a los socialdemócratas recalcitrantes de unirse de nuevo a los conservadores. «Veo un amplio terreno de entendimiento, sobre todo en lo que respecta al compromiso europeo, y estoy convencida de que eso exige un gobierno estable», dijo.
Parte de la militancia socialdemócrata considera que la formación necesita una cura de oposición y un giro a la izquierda para sobrevivir.
Según ellos, la única que ha sacado provecho del gobierno en coalición ha sido Merkel, pese a que algunas de las reformas más populares, como la introducción del salario mínimo, fueran obra del SPD.
Esos militantes, agrupados bajo el lema #NoGroKo y liderados por el líder de las juventudes del partido, Kevin Kühnert, consideran que se hicieron demasiadas concesiones a los conservadores en los diálogos preliminares de enero, especialmente en lo que respecta a fiscalidad, sanidad e inmigración.
En unas votaciones simbólicas, las federaciones del SPD de Sajonia-Anhalt y de Berlín rechazaron esta semana el proyecto de coalición.
Ni siquiera Schulz quería la alianza al principio: la noche de la derrota en las legislativas prometió ir a la oposición y no repetir con Merkel en el ejecutivo.
«Hay un ambiente de controversia en el SPD», apuntó Kevin Kühnert, mientras que la líder de los socialdemócratas de Baviera, Nascha Kohnen, predijo una votación «ajustada» este domingo.
Con todo, aunque gane el «sí», los militantes del SPD tendrán que votar cualquier eventual resultado de las negociaciones.
Para muchos observadores, las dificultades para formar su cuarto gobierno ilustran el crepúsculo de Angela Merkel tras más de una década en el poder.
Si se alían, «Merkel y Schulz gobernarán, pero sin inspiración, esta gran coalición simbolizará el principio del fin de una era», señaló el Consejo Europeo de Relaciones Internacionales, un centro de reflexión.