Alemania recuerda los 30 años de la caída del Muro de Berlín en un ambiente de discordia

Alemania y toda Europa recuerdan este sábado el 30º aniversario de la caída del Muro de Berlín que puso fin a la división del continente, en una atmósfera de discordia entre los aliados de la época de la Guerra Fría.

Como muestra de esta falta de entusiasmo general ninguno de los grandes dirigentes occidentales se desplazará este sábado a Berlín.

En la memoria quedan la celebración de hace diez años, cuando líderes de todo el mundo, incluidas las cuatro fuerzas aliadas de la Segunda Guerra Mundial, se dieron cita ante la Puerta de Brandeburgo en Berlín para derribar un falso muro erigido para la conmemoración de los 20 años del fin de la Cortina de Hierro.

El mensaje en aquel momento fue claro: las murallas y las divisiones son cosas del pasado. Diez años después, el ambiente es diferente.

El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, dejó Alemania el viernes por la noche después de dos días de visita y el presidente francés Emmanuel Macron llegará a Berlín el domingo por la noche para una cena con la canciller Angela Merkel y el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier.

Antiguos aliados divididos

Esta semana, el presidente francés echó leña al fuego diciendo que la OTAN estaba en un estado de «muerte cerebral» y lamentando la falta de coordinación entre Estados Unidos, los socios de la OTAN y Turquía, miembro de la Alianza, que lanzó recientemente una ofensiva militar en el norte de Siria.

Merkel abandonó el tono diplomático al que ha acostumbrado a la opinión pública diciendo que no compartía esta visión «radical» y estos «juicios de valor inoportunos» de Macron.

El exlíder soviético Mijail Gorbachov dijo en una entrevista publicada este sábado por la revista Spiegel que «tras el final de la Guerra Fría los líderes fallaron en su misión de crear una nueva arquitectura moderna y segura, especialmente en Europa».

«Como resultado, han surgido nuevas divisiones y la expansión de la OTAN hacia el este ha desplazado esas divisiones hasta la frontera rusa».

A las divisiones que se sienten entre los aliados del fin de la Guerra Fría se suma un ambiente geopolítico enrarecido.

En Berlín, Pompeo instó a los países occidentales a «defender lo que tan duramente se conquistó en 1989» y a «tomar conciencia de que se vive una carrera de defensa de los valores contra las naciones no libres», señalando a China y Rusia.

La presidenta electa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tampoco se quedó atrás al pedir que se observe con atención a Pekín y Moscú. La dirigente admitió que en 1989 hubo una cierta ingenuidad, cuando el mundo creyó a pies juntillas que la «victoria de las democracias liberales no podría detenerse».

Un momento de felicidad

Pese a este contexto sombrío, los berlineses celebrarán la caída del Muro que dividió su ciudad durante más de 28 años, hasta el 9 de noviembre de 1989.

Angela Merkel pronunciará un discurso en un lugar emblemático, la capilla de la calle Bernauerstrasse, escenario de dramas durante la construcción del Muro, el 13 de agosto de 1961, cuando hubo vecinos que se tiraron de las ventanas poniendo en riesgo sus vidas para pasar al Oeste.

La canciller, oriunda del Este, estará acompañada de los presidentes de Eslovaquia, Polonia, República Checa y Hungría.

Por la noche, el presidente de la República Frank-Walter Steinmeier, se dirigirá a la multitud desde la célebre puerta de Brandeburgo.

Desde el punto de vista de la política interior, Alemania tampoco muestra el entusiasmo que se respiraba hace 30 años.

Merkel reconoció que «llevaría medio siglo o más» concluir de facto una reunificación alemana que parece existir únicamente en el papel.

Las fisuras políticas y económicas entre el Este y el Oeste, más rico, siguen estando omnipresentes y se dejan sentir por ejemplo con el avance en el Este de la extrema derecha representada por la formación Alternativa por Alemania (AfD)..

«Las tendencias nacionalistas y proteccionistas ganan terreno en todo el mundo hoy en día», admitió Merkel el viernes.

El discurso antisistema y contrario a las élites económicas y de poder cala hondo en el Este, donde muchas personas sienten que son tratados como ciudadanos de segunda categoría.

La caída del Muro de Berlín, la noche del 9 de noviembre de 1989, se desarrolló de forma pacífica y las imágenes de perfectos desconocidos del Este y el Oeste abrazándose dieron la vuelta al mundo.

«Fue un momento de felicidad», resumió Merkel.

«Es algo que no se olvida nunca. Una locura. El Muro era como una fortaleza poderosa y de repente se derrumbó», recordaba Thomas Wendt, de 67 años, ciudadano de Berlín-Este que pasó aquella noche histórica en el Oeste.

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