Con una alta dosis de crítica social y política, las escuelas de samba de Río de Janeiro culminaron la madrugada de este martes sus esplendorosos desfiles, lanzando un mensaje de alerta y esperanza sobre el futuro de Brasil.
Un año después de la asunción del ultraderechista Jair Bolsonaro al poder, las coloridas ‘escolas’ desfilaron por los 700 metros del Sambódromo criticando a viva voz el racismo, la homofobia, la intolerancia religiosa y los ataques al medioambiente y a los pueblos indígenas.
«El carnaval trae alegría para todos. Sufrimos, trabajamos tanto [el resto del año], que en este momento la alegría es más fuerte. Pero aun así, dejamos un recado para concienciar a todos y tener un Brasil mejor», dijo Marcelo de Castro, bailarín de la escuela Sao Clemente, que abrió los desfiles de la última jornada.
Con el tono satírico que la caracteriza, Sao Clemente criticó los «engaños» de la clase política y aludió en varias ocasiones a Bolsonaro.
«Estamos representando a los políticos que usan testaferros para zafarse» y no rendir cuentas, dijo a la AFP la percusionista Jaqueline Simoes, adornada de la cabeza a los pies con naranjas, una palabra que en portugués se utiliza informalmente como sinónimo de testaferro.
Tras ganar la presidencia con un discurso de tolerancia cero con la corrupción, Bolsonaro enfrentó en el primer año denuncias de irregularidades en el seno de su expartido (PSL) y también en relación a su hijo Flavio Bolsonaro, investigado por sospechas de lavado de dinero.
En una de sus carrozas, el humorista e imitador Marcelo Adnet se disfrazó de político y reprodujo gestos y frases del presidente.
Con mucha purpurina, carros alegóricos, una poderosa batería de percusión y con una media de 3,000 integrantes cada una, las trece ‘escolas’ de samba de Río de Janeiro tuvieron entre 60 y 70 minutos para encantar a los jurados y a los 70,000 espectadores.
El resultado del concurso se conocerá el próximo miércoles.
Jesús negro, tolerancia religiosa
La escuela de Mangueira, actual campeona del carnaval, retrató a Jesús como un joven negro, pobre y nacido en una favela. Lo mostró vestido con jeans, bailando junto a sus discípulos y siendo víctima de la truculencia policial, una metáfora de la vida en esas barriadas marginales, donde 1,800 personas fueron abatidas durante intervenciones policiales en 2019.
La escuela Grande Río también abordó el tema de la tolerancia religiosa en su desfile, que rindió homenaje a un histórico sacerdote del candomblé, el culto religioso afrobrasileño.
Otros personajes negros también fueron destacados en esta edición de carnaval: la ‘escola’ Mocidade Independente recreó la trayectoria de la cantante e ícono feminista Elza Soares, que a sus 89 años participó del desfile en una de las carrozas; y Salgueiro homenajeó a Benjamin de Oliveira, un actor y acróbata negro que revolucionó la escena circense de principios del siglo XX.
Viradouro recordó la resistencia de mujeres esclavas en este país, donde la esclavitud perduró hasta fines del siglo XIX, y Uniao da Ilha también reivindicó los derechos de los habitantes de las favelas.
Indígenas y medio ambiente
Portela cerró la primera noche cantando a los indígenas tupinambá, que vivían en la región de Rio antes de la colonización portuguesa.
«Nuestra aldea no tiene partido ni facción, no tiene obispo ni se rinde ante ningún capitán», cantó la tradicional escuela, en unos versos que pueden interpretarse como un mensaje a Bolsonaro, un excapitán del Ejército, cuya política ambiental es denunciada por su negativo impacto humano y climático dentro y fuera de Brasil.
Sin hablar de política -pero aún así con un discurso en defensa de los derechos ambientales- se presentaron Unidos da Tijuca y Vila Isabel.
Unidos da Tijuca celebró las bellezas naturales y arquitectónicas de Río con una réplica gigante del Cristo Redentor rodeado de vegetación tropical y con la inscripción «Paz», e hizo un llamado a proteger el medio ambiente con la imagen de una familia de osos polares en la cima de un iceberg derritiéndose, rodeados de desechos plásticos y un mar contaminado de petróleo.
Vila Isabel ideó una fábula indígena para recorrer las diferentes regiones de Brasil y celebrar los 60 años de la fundación de Brasilia, ideada para sustituir a Río como capital del país.
Beija-Flor puso el broche de los desfiles hablando sobre los «caminos» por los que anduvo la humanidad hasta llegar al momento actual.
Es la primera vez que las escuelas – cara visible del carnaval de Rio en el mundo – desfilan sin subvención de la Alcaldía de Río.
Desde que tomó las riendas de la ciudad en 2016, el obispo evangélico Marcelo Crivella promovió un corte progresivo del financiamiento, que pasó de dos millones de reales (unos 630,000 dólares al cambio promedio de ese año) a cada escuela en 2017, a cero este año.