- Se convierte en el jugador más joven en llegar a cuartos de final en el US Open de la era moderna
Carlos Alcaraz ha dado una exhibición este lunes en el Arthur Ashe Stadium para imponerse en un gran duelo al croata Marin Cilic, por 6-4, 3-6, 6-4, 4-6, 6-3 tras tres horas y 56 minutos de vertiginoso juego. En un duelo de resistencia, el murciano demostró habilidad para competir ante cualquier obstáculo y mantiene intactas sus posibilidades de convertirse en el No. 1 del mundo.
En un partido que se sumergió hasta las dos de la madrugada en Nueva York, Alcaraz exhibió calidad ante duros golpes de Cilic. «Creo que nunca había jugado un partido hasta tan tarde», reconoció el español, exhausto tras un día interminable. «Ha sido difícil. He empezado break abajo en el quinto set después de no poder romperle el saque en toda la cuarta manga. Pero había que creer en uno mismo. Sabía que iba a tener mis oportunidades», explicó. «Después de ganar un partido así, tengo la confianza de poder aguantar y ganar partidos de alto nivel durante cuatro horas. Saber que estoy bien tanto a nivel tenístico, físico y mental».
Nueva York sigue convirtiéndose en un escenario fundamental en la historia deportiva que va construyendo Alcaraz a pasos agigantados. Un año atrás, después de sumar la primera victoria Top 10 de su carrera ante el griego Stefanos Tsitsipas, el murciano se erigió en el cuartofinalista más joven de la Era Profesional (desde 1968) sobre las pistas del torneo estadounidense. Un hito histórico que este lunes se encargó de redoblar.
La gesta del español alcanzó una profundidad sin precedentes ante la mirada de Flushing Meadows. Antes de cumplir los 20 años, una edad donde las carreras deportivas apenas florecen en el grueso de los casos, el murciano se convirtió en el jugador más joven de la Era Abierta en escalar hasta los cuartos de final del US Open en dos ediciones consecutivas, confirmando una precocidad histórica en la lucha por los mayores títulos del circuito.
En una jornada de tintes épicos en el Arthur Ashe Stadium, el horizonte dibuja un horizonte espectacular en La Gran Manzana. Un camino que demuestra la llegada a la primera línea del circuito de un jugador completamente diferente al resto. Tras la eliminación del cuatro veces campeón Rafael Nadal en los octavos de final del torneo, Alcaraz depende de sí mismo para alcanzar el No. 1 del Pepperstone ATP Rankings.
El pupilo de Juan Carlos Ferrero tiene dos caminos para tomar la cima de la clasificación y agarrar con ambas manos la cabeza del vestuario: alcanzar la final del torneo o levantar el título si el noruego Casper Ruud, también aspirante a la primera plaza, se encarama hasta el partido definitivo.
«Es algo que veo muy lejos», advirtió Alcaraz. «Aunque me queden dos o tres partidos, todavía lo veo lejos. Me quedan encuentros de alto nivel. Ahora mismo es algo en lo que no pienso, al menos en lo que intento no pensar. Estoy enfocado en los cuartos de final».
Ahora, con la posibilidad de romper la historia en mil pedazos, Alcaraz buscará ampliar su camino ante el italiano Jannik Sinner. En un pulso entre las dos mayores figuras #NextGenATP del momento, el español tendrá la oportunidad de asestar un golpe inmenso ante un rival con el que puede disputarse los mayores trofeos del circuito en los próximos años.
El próximo jueves Alcaraz deberá enfrentar el desafío de frenar al jugador de San Cándido, que domina por 2-1 el historial ATP Head2Head en una de las rivalidades más florecientes del circuito. El italiano se ha impuesto en los últimos dos choques, ambos librados en la temporada 2022, incluyendo el único capítulo de Grand Slam competido en julio sobre la hierba de Wimbledon.
«Le tengo ganas», subrayó el murciano. «Soy un chico competitivo. Al haber perdido las dos últimas veces tengo ganas de volver a enfrentarme a él. Quiero demostrar mi nivel e ir a por todas. Ojalá que a la tercera sea la vencida».
En un torneo donde los ocho aspirantes buscan su primera copa de Grand Slam, toda una oportunidad de alcanzar la eternidad en Nueva York, Alcaraz representa como ningún otro el hambre por hundir las manos en un terreno desconocido.