Al igual que ha sucedido en Guatemala, en la vecina Honduras ha brotado un movimiento ciudadano que repudia la corrupción, clama por la renuncia del presidente Juan Orlando Hernández y demanda la creación de una comisión internacional contra la impunidad.
Redacción Crónica
Honduras está agobiada por una crisis política. Un movimiento de protesta persiste desde mayo, cuando estalló un gigantesco escándalo de corrupción en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), y amplios sectores de la sociedad salieron a las calles para exigir la renuncia del presidente Juan Orlando Hernández y pedir el equivalente a una CICIG, para que luche contra la impunidad.
Manifestaciones con antorchas –pidiendo que haya luz en la política y la justicia– se han repetido, pero sin resultado hasta el momento, en buena medida porque el movimiento ha sido acosado por intimidación, amenazas y represión, aparentemente por parte de grupos o sectores vinculados al oficialismo, explican algunos de sus organizadores y participantes.
La OEA abrió un diálogo para disminuir la tensión, y esta semana delegados de ese organismo regional y de Naciones Unidas han llegado a Tegucigalpa para reunirse con los sectores que se autoproclaman Indignados. Ellos salen a protestar todos los viernes con antorchas y así lo han hecho durante más de 15 semanas, un movimiento similar al que en Guatemala empujó para que se dieran las renuncias de la ex vicepresidenta Roxana Baldetti y el expresidente Otto Pérez Molina, ambos procesados en este momento por el caso de corrupción denominado La Línea.
Resultados de CICIG entusiasman
Gran fuerza de las protestas se han enfocado en la creación de una comisión similar a la CICIG, que opera en Guatemala, y que ha sido –junto al MP– la que ha destapado los casos de corrupción que provocaron la crisis política en Guatemala. Los hondureños parecen inspirados en este organismo, y no se descarta que en el diálogo que se mantiene se plantee la posibilidad de integrarla con el apoyo de Naciones Unidas.
Estados Unidos propuso hace algún tiempo, por medio de su vicepresidente Joe Biden, que como parte del llamado Plan Alianza para la Prosperidad se creara una especie de CICIG regional –Guatemala, Honduras y El Salvador–, precisamente para que pudiera lucharse contra la corrupción y la impunidad en los tres países, beneficiarios de un millonario financiamiento estadounidense para combatir la pobreza.
El movimiento ha denunciado que el presidente Hernández tiene control prácticamente absoluto de la vida política, económica, militar y social del país, situación que dificulta el éxito de las protestas, que sufren merca (VER) de participación algunas semanas.
Hay grupos de la sociedad que se han acercado a la comunidad internacional representada en Honduras, y ahora a los delegados de OEA y la ONU, para que presionen al Gobierno en aceptar la creación de la CICIH.
Los grupos que protestan en Tegucigalpa han seguido de cerca las protestas de Guatemala y aplauden los resultados que se han dado en nuestro país.
Malestar explota
Las causas del malestar de la población principiaron en abril, cuando la Corte Suprema de Justicia aprobó la controversial y repudiada reelección presidencial. El caso ahora está en el Congreso, en donde el Partido Libertad y Refundación ha expuesto su oposición. Pero más fuerte ha sido el rechazo popular.
Poco después estalló el escándalo de corrupción en el IHSS, que se estima en un desfalco entre US$200 y US$300 millones. Una parte de ese dinero sustraído del Seguro Social habría ido a parar a los fondos del Partido Nacional –oficial–, que ahora está bajo investigación por diez cheques que recibió.
El problema que observan miembros del movimiento ciudadano, es que el presidente Hernández tiene control e influencias en el Ministerio Público y la Corte Suprema de Justicia, lo que le asegura impunidad en todas las investigaciones que se llevan a cabo. El Poder Judicial y el Ministerio Público le son sumisos al mandatario, explican lacónicamente.
Según Hernández, por ahora no es necesaria una CICIH, porque mi Gobierno está combatiendo la corrupción, y pone como ejemplo que salió a relucir el escándalo en el IHSS. Se sabe que el desfalco se hizo por medio de empresas fantasmas que no brindaban servicio alguno, pero cobraban millonarias cantidades al Instituto.
Estas situaciones provocaron que miles de personas salieran a las calles, pero persiste el sentimiento de que el presidente tiene demasiado poder y no se darán los cambios esperados. Las protestas se han registrado en Tegucigalpa y San Pedro Sula. Los hondureños repiten que lo sucedido en Guatemala inspira nuestras protestas, y confían en que no declinarán, a la espera del diálogo con la OEA y la ONU.
La prensa internacional ha cubierto con especial interés los movimientos cívicos en Guatemala y Honduras, y en sus análisis mencionan que no sería extraño que algo similar ocurra en El Salvador, agobiado también por la violencia, corrupción e impunidad.
El papel de las redes sociales
Un fenómeno que se ha visto en este tipo de movimientos, es que han surgido y crecido principalmente por convocatorias que se realizan por medio de las redes sociales. En Honduras hay un desgaste significativo de la clase política, razón por la cual no se han involucrado en las protestas, que se autodefinen como alejadas a cualquier ideología, lo que concede también una pureza de intereses. Las redes sociales no solo han servido para la convocatoria y organización de las marchas, sino también para que se intercambien experiencias con los guatemaltecos que han actuado de esta manera.
Una activista hondureña –que prefirió guardar el anonimato– ha explicado a Crónica que estamos atentos a todo lo que ocurre en Guatemala, porque sirve para alimentar nuestros objetivos, y asegura que el mayor interés que existe es el de la creación de la CICIH, porque entendemos que nosotros solos no podemos provocar cambios en las estructuras de poder en el país.
Fuentes diplomáticas en Honduras, consultadas por la vía telefónica, reconocen que la situación del país es compleja y que el Gobierno de Hernández mantiene el control de los tres poderes del Estado, lo que debilita la democracia. La comunidad internacional parece apoyar el surgimiento de la CICIH, aunque no ven sencillo que se logre en el corto plazo, tomando en cuenta que debe ser el Estado de Honduras el que lo solicite a la ONU.
En todo caso, la propuesta pareciera que podría encontrar eco en países como Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea.