África busca erradicar la enfermedad del sueño

La enfermedad del sueño, transmitida por la mosca Tsé-Tsé y que en el siglo XX provocó una verdadera hecatombe, está a punto de ser erradicada en África, siempre que no decaiga la lucha contra ella.

«La enfermedad del sueño da mucho miedo; cuando atrapa a alguien lo vuelve loco», declaró a AFP Emile Gouribitiali, de 56 años, quien conoce el drama de cerca, ya que su madre y su hermano menor la padecieron.

La Tripanosomiasis Africana Humana (TAH), nombre oficial de la enfermedad, es causada por un parásito, el tripanosoma. Si no se diagnostica y trata a tiempo es mortal.

La enfermedad del sueño agota a quienes la sufren. Después de un período de fiebres altas y dolores de cabeza, el paciente duerme de día, pero ya no por la noche.

Luego de una fase de locura, el paciente cae en coma y muere en unos pocos meses o años.

«Después de un siglo de lucha, la enfermedad del sueño está a punto de eliminarse» y «ya casi no es un problema de salud pública en África», dijo Dramane Kaba, médico entomólogo y director del Instituto Pierre Richet (IPR) de Bouaké, Costa de Marfil.

«Pero es necesario no ceder en el esfuerzo», añadió.

De hecho en un momento se pensó que la enfermedad del sueño era un drama superado después de una importante campaña realizada entre 1920 y 1960. Pero «la vigilancia se relajó y la enfermedad reapareció», recordó.

Equipos de IPR realizan regularmente campañas en Costa de Marfil para concienciar y detectar a los enfermos.

La glossina -el género científico al que pertenece la mosca tsé-tsé- vive en las marismas y los campos, y su hábitat favorito son las áreas húmedas y a la sombra.

Los agricultores y sus familias son, por lo tanto, los primeros afectados.

Detección

A mediados de octubre, un equipo se instaló para pasar el día en Paabénéfla, un pueblo de 500 habitantes en el centro de Costa de Marfil, en un área que fue de las más afectadas por la enfermedad.

Un agente comunitario de salud, Felix Goulizan, recorrió las calles con un megáfono para juntar a la población en la plaza situada frente a la casa del jefe de la aldea, debajo de un gran árbol de mangos.

Los habitantes llegaron poco a poco. Un agente los contó y les preguntó sobre posibles síntomas. Acto seguido les extrajeron una gota de sangre, que analizaron inmediatamente en un pequeño laboratorio de campaña.

Si el resultado es positivo, realizan más análisis en el hospital de Sinfra, la ciudad vecina.

Franck Guessanbi contó su terrible experiencia. Se enfermó a los 17 años. «Dormía mucho, incluso en la escuela, ya no tenía fuerzas». Ahora tiene 21 años y está curado, pero sigue siendo atendido por el equipo de IPR.

Paradójicamente, gracias al éxito de la lucha, «la población ya no siente la enfermedad como una amenaza», dijo Vincent Jamonneau, investigador parasitólogo del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD), de Francia.

Como resultado, muchas personas, especialmente los jóvenes, no acuden a hacerse la prueba.

Tratamiento de prueba

El tratamiento por inyección o perfusión intravenosa (dependiendo de la etapa de la enfermedad) requiere hospitalización durante una semana o diez días y es proporcionado gratuitamente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en África.

Entre tanto, un tratamiento revolucionario de un solo comprimido está en la fase de prueba, dijo Brice Rotureau, un parasitólogo e investigador del Institut Pasteur en París.

Costa de Marfil lidera la lucha contra la tripanosomiasis, con solo ocho casos detectados desde 2015, y se propone contener la transmisión a partir de 2025.

En África en general, el único continente donde la enfermedad está presente, solamente se registraron mil casos de la enfermedad en 2018, mientras que en la década de 1990 la OMS llegó a registrar unos 300,000.

Ahora, la OMS tiene como objetivo haber acabado con este mal hacia el año 2030.

No obstante, hay «focos de resistencia», como la República Democrática del Congo, que concentra el 80% de los casos, y Guinea, cuyos programas de salud se han visto sacudidos por la crisis del Ébola.

Se trata de «áreas grises», relacionadas con los diversos conflictos armados en curso, señaló Kaba.

«La tripanosomiasis se puede eliminar, pero no hay mucho interés de los donantes en esta enfermedad, y todavía necesitamos su apoyo -apunta Jamonneau- porque es un desafío crucial detectar y tratar los últimos casos» para poner fin a la enfermedad.

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