¿Adónde vamos seis meses después? ¿Conduce la estultífera navis un circense director?

MarioAlberto-0009Mario Alberto Carrera /marioalbertocarrera@gmail.com


¿Se ha convertido Guatemala en un extraño barco ebrio que navega por mares borrascosos cuyas abisales cuencas es incapaz de calibrar y por lo tanto propensa a sucumbir en ellas?

Ya éramos un país parecido a aquella barca sinuosa que flotaba por ríos y ríos a la deriva —como se decía de la nef de fous en el Renacimiento europeo— y que era una auténtica embarcación de orates que no podía atracar en ningún puerto fluvial, porque era rechazada debido al cargamento maldito que llevaba y que lo llevaba precisamente porque de todas partes se querían librar de él. El famoso cuadro del Bosco: La Nave de los Locos, pertenece a esta flota imaginaria de barcas cargadas de insensatos y también el relato de Brandt: Narrenschiff.

Durante largos períodos de la historia a los locos se les llamó insensatos y de insensatos ha estado plagado el Estado guatemalteco, acaso para dar lugar a los neoliberales a hablar mal de él —que  es su tema predilecto— cuando expresan: el Estado ha de ser minúsculo —por no decir exiguo— y casi estúpido, por no decir imbécil. Además no ha de tener propiedades porque las privatizaremos todas y se injerirá, lo menos posible, en el papel director que es exclusivo de nosotros los empresarios.

Insensato o necio —por una parte— y atomizado y estúpido, por otra, y  por último y lo más importante para que la nave vaya a la deriva: repleto de corruptos amorales y putrefactos, como hoy estamos viendo, viendo gracias a la intervención e injerencia de la CICIG y del Ministerio Público.

Bueno, pues esa era la situación de un país llamado Guatemala y arribó a las playas estatales un cómico de la legua, que hacía sketchs  donde se burlaba del Ejército y de la Real Academia Española y hacía, asimismo, un papel que le quedaba como anillo al dedo, con una nagüita helénica y tomando el nombre del estagirita.

¡Ay, por Zeus, mi estimado don Jimmy, por qué no se quedó haciendo aquel papel del atontado Aristónteles, en vez de tomar las riendas de un Estado-ejecutivo tan desprestigiado por los neoliberales de la Marro y tan saqueado por las huestes de Pérez-Tito Arias y la Baldetti, de pies y manos ligeros como las del divino Aquiles, amante de Patroclo!

Estos últimos seis meses que hemos vivido con usted a cargo del Ejecutivo han sido una auténtica insensatez de fábulas-relatos con inmoralejas y declamaciones de En Paz (artifix vitae, artifix sui) que su vocero ha convertido en la más cursi versión de Amado Nervo. Si el autor de La Amada Inmóvil levantara la cabeza…

Yo creo que usted en su insensatez y en su necedad —porque usted es necio que no terco, vea el DLE— piensa que cuando hace el ridículo narrándole a la gente esas medio fábulas, medio cuentos cortos, medio nada —en une escuelita de barrio— está haciendo patria y la está levantando. Yo le aconsejo que vaya olvidando su programa televisivo, que afloró en los medios del Fantasma, y tome con absoluta seriedad las riendas del   Ejecutivo.

Seis meses han pasado y, aunque usted en una forma de paranoia llamada Aristónteles crea que está dirigiendo todo con éxito y sensatez, y aunque así se lo afirmen también la panda de ministros y secretarios que le hacen rosca, le cuento ¡señor Morales!, que esto –aunque usted no quiera verlo- es ¡el desastre!, casi como el llamado Desastre cuando España perdió finalmente sus últimas colonias.

Estábamos inmersos  en el desastre de excrementos digeridos por la panza de la Baldetti y su coima ¡y llega usted, señor Morales! A acrecentar el fracaso. ¡Pero, a qué horas lo eligieron a usted, señor Morales! Y fueron los de siempre, los llamados de la foto. La Oli. El capital que se esconde silencioso tras los inexpugnables muros de la Marro y el Ejército que, aunque usted no lo crea, querido lector, porque parece muy tranquilito y calladito, sigue mandando como siempre y como le da la gana, porque es como Proteo en su manifestarse: ¡claro!, que fue el Ejército Nacional, esta vez también, pero mediante la máscara de los jubilados, de los  ancianos retirados con el  nombre de AVEMILGUA, que fue fácilmente trocado por FCN-Nación y transfigurado en el partido político que lo llevó a la cúspide donde usted está ¡don Jimmy Morales! Y que usted nunca soñó ni jamás pensó.

Va siendo tiempo de que usted ¡don Jimmy Morales!, se baje de su nube de Aristónteles y acceda a la realidad o nos va a llevar a todos láchin.

Seis meses tiene usted en la primera magistratura y la educación, la seguridad y la salud siguen por los suelos. Más bien —ahora con usted— más abajo —si cabe— de los suelos: asolados y asuelados.

La caída guatemalteca parece una picada sin retorno, al menos así la ve la mayoría. Se experimenta o más bien se palpa una ácida depresión colectiva, un malestar sin límites, herido, descoyuntado.

En un país de unos 10 millones de muertos de hambre, con el hambre siempre en las espaldas como el Lazarillo de Tormes —la biografía del hambre— es un fenómeno inexplicable que no haya explotado una revolución a la francesa. Guárdese usted  ¡señor Morales! de semejante implosión, porque aquí no quedaría piedra sobre piedra. La contención y la represión de la furia es demasiada ya, y reventará si usted y sus huestes ¡señor morales!, no abandonan el camino torcido y perverso que ya han emprendido y bien encaminado.

 

 

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