¿Cómo pudo Harvey Weinstein acallar por décadas tantos presuntos casos de acoso y agresión sexual? La pregunta aplica también para celebridades como Bill Cosby o Bill O’Reilly: con acuerdos extrajudiciales con estrictas cláusulas de confidencialidad.
El escándalo Weinstein estalló a principios de octubre, cuando el diario The New York Times y luego la revista The New Yorker divulgaron impactantes testimonios, que fueron motivando a otras presuntas víctimas a salir a la luz con historias similares.
En muchas ocasiones la simple amenaza de «si hablas destruyo tu carrera» fue suficiente para acallar a las mujeres, pero en otros fue necesaria una compensación financiera y una firma para garantizar el silencio.
En el caso Weinstein, los contratos de confidencialidad «claramente jugaron un papel muy importante y la evidencia son las docenas de acuerdos con mujeres que pudieron denunciar por acoso o tal vez hablar públicamente», dijo a la AFP Ariela Gross, profesora de Derecho de la universidad USC en Los Ángeles.
Pero la fuerza del escándalo ha sido tal que no solo acabó prácticamente con la carrera del productor, sino que motivó a mujeres como Zelda Perkins, a romper su acuerdo.
«Hasta que alguien haga esto no habrá un debate sobre cuán ofensivos son estos acuerdos y el tamaño de la coerción a que las víctimas son sometidas», dijo Perkins, una exasistente que renunció a un trabajo con Weinstein 19 años atrás y habló al Financial Times.
Decenas de empleados de The Weinstein Company, el estudio que Harvey Weinstein fundó con su hermano Bob, publicaron una carta abierta en la que pedían romper también su acuerdo de confidencialidad para poder defenderse de los señalamientos de que tenían conocimiento del comportamiento de su jefe.
– David y Goliat –
Las cláusulas de confidencialidad en sí mismas no son necesariamente abusivas, aunque expertos coinciden en que favorecen a los más poderosos a expensas de los más débiles.
Son usadas a veces por ejemplo cuando una empresa quiere proteger un secreto industrial, o incluso cuando una víctima no quiere que su historia salga a la luz pública.
Pero muchas veces cuando cláusulas de este tipo están en un contrato de trabajo, el empleado no tiene otra opción que no sea firmar y aceptar si quieren el puesto. Pasa sobre todo con jóvenes iniciando su carrera.
Perkins recordó la intensa presión psicológica que sufrió por parte del ejército de abogados de Weinstein para que firmara el documento.
«Todo mi mundo se vino abajo porque pensaba que la ley era para aquellos que vivían apegados a ella. Descubrí que no tiene nada que ver con lo bueno y lo malo, sino con dinero y poder», explicó.
Cláusulas de confidencialidad también se encuentran escondidas en la letra chica de contratos de consumo, como el de la compañía telefónica, o son impuestas sobre pequeños contratistas de grandes multinacionales: Apple, por ejemplo, fue señalada en el pasado de abusar de este tipo de contratos.
– Límites –
«Es un tipo de robo en Estados Unidos, quitarle a los ciudadanos su poder», dijo la abogada Genie Harrison, explicando que estos documentos tienen el visto bueno de la Corte Suprema, la mayor instancia jurídica del país. «¿Mantienen a un predador (sexual) protegido? Sí», zanjó.
Sin embargo, tienen límites. No aplican a entidades de gobierno, para garantizar la transparencia. Por ejemplo, la gente tiene el derecho de saber si la ciudad de Los Ángeles firmó un contrato de este tipo con alguien.
Además, si una persona es llamada a testificar en un juicio, tiene derecho a divulgar el contenido del contrato. Aunque Bill Cosby, acusado por unas 50 mujeres de hostigamiento y agresión sexual, demandó a una de sus acusadoras por declarar en su juicio, cuando podía mantener el secreto por ser canadiense.
Los tribunales tienen también la potestad de anular cláusulas que consideren excesivas o inmorales. También están protegidos los ‘whistleblower’, aquellas personas que revelan hechos que pueden constituir un delito o un fraude que está siendo silenciado.
«Puede que sea una violación a mi contrato pero puede ser del interés general decir que mi empleador está contaminando un río. Hay personas que también dicen que puede ser del interés general decir: ‘mi empleador está toqueteando mujeres'», concluyó Gross.