Si una mafia actúa contra jueces y fiscales que han participado en la lucha anticorrupción, también pueden llevar la impunidad a casos de particulares.
Gonzalo Marroquín Godoy
El que nada debe nada teme.
Este refrán popular se aplica a las personas que cumplen con su deber, que pueden pasearse por la calle con la frente en alto y que siempre están dispuestas a dar la cara. Ese es el caso de la jueza Erika Aifán, que enfrenta un brutal acoso de parte de la fiscal general, Consuelo Porras, respaldada por la ilegal y espuria Corte Suprema de Justicia (CSJ).
Entre los varios antejuicios que el Ministerio Público (MP) ha presentado en su contra, avanza el planteado por su labor como juzgadora en el caso Comisiones Paralelas 2020, en el que se pretende mostrar la forma en que operan ciertas estructuras para promover candidaturas que permitan que se prolongue la impunidad imperante en el sector justicia.
Pues bien, la valiente –y galardonada internacionalmente por su labor como jueza– Erika Aifán no se ha arrugado ante los intentos del MP y la CSJ de vetar su accionar y, lejos de ello, solicitó al juez pesquisidor de su caso, el magistrado Roaldo Isaías Chávez Pérez, que la audiencia que debió celebrar ayer, fuera abierta al público y tuviera la debida publicidad. ¿La respuesta?: ¡Rechazo total!
Pero todo tiene su lógica. Veamos.
Una de las partes que solicitaron el antejuicio contra la Jueza de Mayor Riesgo D, Erika Aifán, es nada menos que el Instituto de Magistrados, al que pertenece, ¿quién?, pues el propio magistrado Roaldo Chávez, quien es Secretario de esa organización, que recibe dinero a su vez de la CSJ. La mafia, financiando mafias. La mafia de la justicia manipulado la JUSTICIA, para hacer INJUSTICIA.
Recordemos que no solo los magistrados de la CSJ han permanecido por más de dos años de manera ilegal e inconstitucional en sus cargos gracias al Congreso –otra de las mafias oficialistas–, sino también se han visto beneficiados los magistrados de sala –como es el caso de Chávez Pérez–, pues el Legislativo se resiste a cumplir con su obligación de realizar las elecciones correspondientes.
No crean que me estoy desviando del tema. Lo que deseo, es que ustedes queridos lectores, comprendan la bajeza con la que viene actuado la que podríamos perfectamente llamar mafia de la justicia.
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En el diccionario de la RAE hay tres acepciones para la palabra mafia. La primera es que se trata de una organización criminal y secreta de origen siciliano. No es el caso obviamente. La otra dice que es cualquier organización clandestina de criminales. Esta puede aplicarse, pero la que queda como anillo al dedo para explicar lo que es la justicia en este momento, es la tercera: Grupo organizado que trata de defender sus intereses sin demasiados escrúpulos.
Aquí encajan perfectamente: La fiscal general Consuelo Porras, la CSJ encabezada por su presidenta –también espuria– Patricia Valdés, y los magistrados de sala, integrantes de esta mafia. Ellos trabajan de manera sincronizada para promover impunidad y limpiar el camino de todos aquellos que puedan oponerse a la alianza oficialista.
Su tarea es promover impunidad y servir de tapadera para los casos de corrupción. Entonces se entiende la razón por la que el juez pesquisidor prefirió llevar a puerta cerrada la audiencia con Aifán, porque así podrá seguir manipulado el caso al sabor y antojo de la mafia, de la que él forma parte.
La jueza, en cambio, no tiene nada que esconder y por eso solicitó que fuera pública. Si la razón le asiste a la mafia y no a la jueza, ¿por qué el miedo?
Un amigo que lee mis columnas me decía que ve que insisto demasiado en el tema de la justicia, la impunidad, la legalidad de las cortes, etcétera. Le dije: tenés razón, lo que sucede es que tiene una gran importancia y no nos damos cuenta qué, sin justicia, no puede haber democracia.
En la conversación le puse el ejemplo de los juicios políticos de Daniel Ortega en Nicaragua, y la forma en que se calla a los opositores, varios de ellos ya condenados a penas de cárcel. Cuando la justicia no es independiente, puede ser manipulada por el poder político, le dije.
Un momento de silencio. Él pensó rápidamente y me dijo: ¡Estás en lo correcto! Me retracto…
La valiente Erika Aifán no claudica. Ella es por ahora un estandarte de la justicia. Hay varios jueces y fiscales independientes como ella gracias a Dios. Son el último bastión de la justicia. Creo que hay que defenderla, hay que acuerparla y no debemos tolerar que sigan abusando de ella.
Recordemos el concepto de mafia. Hay aquella siciliana que opera en Italia y Estados Unidos. Hay otras mafias que son estructuras criminales. La mafia de la justicia es igual de tenebrosa: fiscal general, CSJ y magistrados de sala, responden al mandato de la alianza oficialista, de la que son parte importante.