Con unos pasos de baile, una sesión de meditación y muchas sonrisas, el príncipe Enrique y su esposa, Meghan, continuaron este martes su gira por Sudáfrica su gira dedicada a actividades caritativas, haciendo además una pausa en la playa.
El duque y la duquesa de Sussex llegaron el lunes a Ciudad del Cabo (suroeste) para una visita de diez días por África austral, su primer viaje oficial desde que nació su hijo Archie, de 4 meses.
El miércoles, Enrique viajará en solitario a Botsuana, Angola y Malaui, para promover la protección del medioambiente y la lucha contra las minas antipersonas.
La princesa y Archie se quedarán en Sudáfrica hasta que Enrique regrese, a principios de la próxima semana, y su viaje terminará el 2 de octubre.
La etapa de este martes llevó a la pareja real a la playa de Monwabisi, vecina de una barriada empobrecida de Ciudad del Cabo, para apoyar a la oenegé «Waves for Change», que utiliza el surf para ayudar a jóvenes con problemas.
Despeinadas por el viento que soplaba en la playa, Wendy Perks, de 80 años, y sus hijas Carol y Jenny esperaban firmemente al matrimonio en sus tumbonas, con banderas británicas y caretas con el rostro de la reina Isabel II.
«Somos las mayores admiradoras de la realeza en el mundo», afirmó a la AFP Jenny, sudafricana y británica, como su madre y su hermana. «Asistimos a las bodas de Catalina y Guillermo, a la de Meghan y Enrique, y al jubileo y 90º cumpleaños de la reina», comentó.
Demasiado viento para un vestido
«Apostamos a que Meghan llevará el pelo recogido en una coleta y pantalones tejanos», agregó, señalando que «hace demasiado viento para un vestido».
Un análisis acertado. La duquesa bajó de un vehículo todoterreno de lujo vistiendo un pantalón negro y una chaqueta en denim sobre una blusa blanca, seguida de cerca por su esposo, con camisa verde y pantalón beis.
Sin pasar por la playa -había demasiado viento-, la pareja real se informó sobre las actividades de «Waves for Change» y las de Lunchbox Fund, que reparte casi 30 mil comidas al día entre los niños pobres de la región.
Lunchbox Fund es una de las cuatro asociaciones caritativas que Enrique y Meghan eligieron financiar con las donaciones de la gente cuando nació su hijo Archie.
Tras la presentación, voluntarios en mono de surf invitaron a la pareja real a bailar y, luego, a meditar sentados en un círculo en la arena.
Su visita «da una potente visibilidad a ‘Waves for Change’ y otras oenegés que intentan promover la salud mental a través del deporte», declaró su director, Tim Conibear. «Es un bonito reconocimiento a nuestro trabajo», añadió.
«Fue estupendo, son tan desenfadados y cálidos», dijo una de las voluntarias, Annelissa Mhloli, de 24 años, que se sentó entre el duque y la duquesa durante la meditación, afirmando que ambos la hicieron sentirse «muy cómoda».
Lo único que lamentó el público es no haber podido ver al pequeño Archie a quien, tras dos días de viaje, todavía no han presentado en público.