Para enfrentarse a la epidemia de dengue en el sureste de Asia, que dejó centenares de muertos en Filipinas y hospitales llenos de enfermos en Vietnam, Malasia, Birmania y Camboya, los científicos están experimentando con una bacteria que podría frenar la propagación de esta enfermedad infecciosa.
La experimentación, dirigida por el programa mundial de lucha contra los mosquitos y que se está llevando a cabo en nuevo países, entre ellos Vietnam, consiste en inyectarles una bacteria, llamada wolbachia, que reduce considerablemente la posible transmisión al hombre del dengue pero también de otros virus como el zika, el chikungunya o la fiebre amarilla.
Una vez los insectos vuelven a la naturaleza se reproducen pero los nuevos mosquitos tienen mucha menos capacidad para transmitir el virus.
En Vietnam, los primeros resultados sobre el dengue –el principal virus transmitido por los mosquitos en el mundo– son prometedores.
«Hemos comprobado una importante caída del número de casos» tras la experimentación, dijo a la AFP Nguyen Binh Nguyen, uno de los coordinadores del proyecto en Vietnam.
El equipo de investigadores soltó el año pasado medio millón de mosquitos con wolbachia en Vinh Luong, un distrito superpoblado del sur del país, especialmente vulnerable al dengue.
Desde entonces los casos en esta zona disminuyeron un 86% en relación a la zona vecina de Nha Trang, asegura Nguyen Binh Nguyen.
«Ahora me siento más cómoda (…) pero tengo continuar estando atenta», dice Cong Thi Thu, una contable que, junto a sus dos hijos, fue víctima de una severa crisis de dengue en 2016.
El dengue, cuyos síntomas (dolor articular, fiebre, vómitos) son parecidos a los de la gripe, afecta más severamente a los niños, en particular a las chicas jóvenes, a pesar de que los científicos todavía no saben porqué.
Por el momento no existe ningún tratamiento específico.
Más de mil 800 muertes
En lo que va de año hubo al menos 670 mil personas afectadas y más de mil 800 muertos por dengue en el sureste de Asia, según datos reunidos por la AFP a partir de cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de las autoridades sanitarias del país.
La epidemia se explica por las altas temperaturas y por una nueva cepa del virus que se propaga muy rápidamente.
Los mosquitos que transmiten el dengue al hombre prosperan en su mayoría en zonas urbanizadas, calientes y húmedas, donde hay agua estancada en abundancia.
La mitad de los habitantes del planeta viven en zonas de riesgo, principalmente en América Latina, África y Asia.
Según Rachel Lowe, profesora adjunta de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, la perturbación de los ecosistemas, el desplazamiento de población, la urbanización galopante sin sistemas de saneamiento y el cambio climático crean un «cóctel perfecto» para que avance la epidemia.
Existen cuatro brotes del virus. Una persona infectada queda inmunizada de por vida contra el brote que la contaminó pero si resulta infectada por otro distinto los síntomas suelen ser mucho más importantes.
Aunque existe una vacuna contra el dengue del laboratorio Sanofi Pasteur –aprobada para ser usada en unos veinte países y en la Unión Europea– es polémica porque en 2016 su despliegue en Filipinas provocó la muerte de decenas de niños y luego fue prohibida.
Los insecticidas pulverizados que ya existen y se usan a gran escala en algunas zonas del sureste de Asia solo son eficaces a corto plazo porque los mosquitos desarrollan una resistencia a estos productos.
La bacteria wolbachia, presente en un 60% de las especies de insectos, fue descubierta por primera vez en los años 1920 en mosquitos que vivían en el sistema de desagüe de la universidad de Harvard, en Estados Unidos.
Otros investigadores, principalmente en Malasia y Singapur, también utilizan la wolbachia pero de manera distinta, infectando a los mosquitos macho con la bacteria, lo que los convierte en «incompatibles» con las hembras no infectadas y evita así que huevos se desarrollen.