Desde hace más de un año y con el mayor secretismo, el servicio de mensajería instantánea de origen ruso Telegram se prepara para lanzar su propia moneda virtual, «Gram», junto con un ambicioso sistema de pago dirigido al gran público.
El objetivo de Telegram es crear un producto de más fácil acceso que las criptomonedas actuales como Bitcoin, que son empleadas por usuarios ya iniciados.
En un documento filtrado el año pasado, la plataforma afirmaba que quería crear algo más que una moneda. Ahora, está previsto que su red TON (Telegram Open Network), que se apoya en la tecnología ‘blockchain’ (cadena de bloques) desarrolle todo un sistema de pagos seguros y rápidos como «alternativa a Visa y Mastercard para una nueva economía descentralizada».
Para ello, Telegram ha conseguido la suma récord de 1,700 millones de dólares de inversores privados en una masiva recaudación de fondos en criptomonedas (ICO), efectuada en dos fases.
El éxito ha sido tal que el servicio anuló una tercera recaudación de fondos, esa vez pública, imponiendo a los inversores no seleccionados que esperen al lanzamiento oficial de «Gram» para poder procurarse la nueva criptodivisa.
Acuerdo de confidencialidad
Telegram no se ha pronunciado jamas sobre el tema: las informaciones van filtrándose con cuentagotas a través de los inversores, ubicados principalmente en Estados Unidos, Asia y Rusia.
«Están vinculados a un acuerdo de confidencialidad», explicó a la AFP una fuente cercana a los medios financieros de Moscú, asegurando que conoce personalmente «al menos a un banquero de primer orden y a un empresario incluido en la lista Forbes Rusia» en la lista de inversores.
«Solo se puede invertir con invitación, mucha gente quería participar», agregó.
Según el diario económico ruso Vedomosti, Telegram empezará a probar su proyecto TON a partir del 1 de septiembre, poniendo parte del código en acceso público e instrucciones para crear un «nodo» y así convertirse en actores de la red.
Está previstos que las primeras Gram se pongan en circulación en dos meses, según The New York Times, que cita anónimamente a inversores, esto es, antes de la salida de Libra, la criptomoneda que Facebook espera poner en marcha en el primer semestre del 2020.
Y el tiempo aprieta: según la prensa especializada, Telegram se ha comprometido a dar el equivalente en Grams a los inversores antes del 31 de octubre o devolverles su dinero.
«Tanto Facebook como Telegram ven bien que hay un espacio que ocupar: permitirá a la gente intercambiar pequeñas cantidades sin pasar por la moneda fiduciaria, banco o aplicaciones», explica a la AFP Manuel Valente, director de análisis y estrategia de Coinhourse, que propone al gran público herramientas para invertir en divisas virtuales.
«Esto va a reforzar el temor de los Estados nación de perder su influencia», añade,
Y en este juego, los servicios de mensajería como Telegram o Facebook con WhatsApp tienen mucho que ganar. Según un informe de Aton, uno de los principales fondos de inversión rusos, «las criptomonedas que tengan éxito serán aquellas que formarán parte integrante del ecosistema de mensajería de una red social ya existente».
Riesgos para el sistema financiero internacional
Una red de usuarios importante, como la de 250 millones con la que cuenta Telegram, permitiría «aumentar la aceptación de la criptomoneda entre el gran público», añade Aton, según el cual productos como Gram o Libra podrían «introducir la criptomoneda en cada hogar, literalmente».
En la cumbre del G7 de Finanzas celebrada en julio en Chantilly, cerca de París, los ministros y responsables de los bancos centrales de los países miembros habían alertado sobre los riesgos para el sistema financiero internacional de estos ambiciosos proyectos de moneda virtual.
La plataforma Telegram, creada en 2013 por los hermanos rusos Nikolai y Pavel Durov, es conocida sobre todo por proteger y hacer anónimos los intercambios. Su uso por parte de los movimientos yihadistas ha creado polémica.
Organización sin ánimo de lucro, Telegram se basa en programas «open source», esto es, libres de derechos y accesibles a todo el mundo a fin de mejorar el programa y rechaza todo tipo de control sobre su financiación o su gestión.